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Pensó que el primer día y noche serían leves, que la falta de Edward sería mínima y podría dormir como las anteriores noches. Sin embargo, no fue así. El lazo comenzaba a hacerse más fuerte y debido a ello las emociones tanto positivas como negativas las sentirían más.

Al día siguiente no se molestó en salir de la cama, escuchaba las súplicas de Edward en su mente pidiéndole volver, que terminara lo más pronto posible su martirio. Era lo que más deseaba hacer, tanto él como ella no necesitaban.

— Iré a dar una vuelta, ¿segura que no quieres venir?

— Ve tú, no tengo ánimos Asher.

Suspiro al verla en ese estado. Se sentó a los pies de su cama y miró por la ventana.

— No has dormido nada.

— La cuenta de la luz será mayor. — murmuró.

— No me importa eso ahora, Savannah.

— Y yo agradezco tu preocupación, pero en serio, lo único que necesito es quedarme aquí.

¿Así era? De seguro Edward estaría llevándose la peor parte de todo eso. De solo ver su celular quiso llamarlo, saber de él y al menos sentir un poco de paz. Más no pasó. Con solo por su voz podría perder el control y buscarla.

— ¡Mierda que no! — se escuchó por quinta vez la voz grave y fuerte del Alfa, Wyatt desde afuera vio salir a Cirio y Valente con la cena. Desde el desayuno no probó ni un solo bocado y eso no era concebible.

— Dorian, ve a cuidar a Juliette, yo me ocupo.

— Está bien Wyatt — se retiró al igual.

Edward quien estaba acostado boca abajo en su cama lucía fatal.

— Edward debes salir de la cama y ducharte.

— De lo que menos tengo ánimos es de hacerlo. — murmuró.

— ¿Tomaste los supresores?

— Hace dos horas.

Suspiro y camino hasta quedar al lado derecho de la cama.

— ¿Sabes algo de Savannah?

— A juzgar por cómo pasaste la noche, puedo suponer que no tan bien.

Se levantó lentamente y se sentó al borde de la cama. Un pinchazo en su pecho lo llevó a jadear alertando a Wyatt, quien fue hasta él.

— Savannah está en las mismas condiciones que yo.

— Es el lazo, su vínculo es ahora más fuerte debido a los últimos días que pasaron juntos. — Wyatt esbozo una sonrisa al verla en el rostro del Alfa una igual — Solo faltan dos días y una noche, luego la tendrás de vuelta y quien sabe...

— Quita esa idea de tu cabeza, quiero que esté lista antes de intentarlo.

— Espera, yo no me refería a eso. Creo que la abstinencia te afecta y mucho — se burló y palmeo el hombre de sí mejor amigo. — No es un secreto que esperas con ansias ese día y créeme, vas por buen camino.

Pasadas las horas ya casi el reloj marcaba las tres con treinta minutos y por suerte Edward salió de su cueva.

— ¿Seguro que no quieres comer? — preguntó Wyatt por cuarta vez.

— Seguro.

— Escuche que Amara vendrá a la manada...

— ¿Qué? A esa zorra nadie la ha llamado. — era obvio su enfado, la susodicha era la última mujer a quien quisiera volver a ver y era por el hecho de que su cercanía ocasiona problemas.

— No podemos prohibirle la entrada a su padre y al tuyo...

— Eso es un tema que está zanjado.

— Edward, se maduró y al menos déjala quedarse, prometo que no entrara a esta casa.

Suspiró. De solo recordar aquella charla con su padre, de hace años, su piel se erizaba y su enojo aumentaba. 

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora