33

2.5K 167 0
                                    

Con el paso de las horas ya estaban contándole feliz cumpleaños a Demián, Savannah estaba a su lado, por pedido del cumpleañero. Edward lo entendía. No le gustaba, pero lo dejaría pasar solo porque había un motivo.

— Bien, no pediré un deseo porque ya nuestra pequeña está con nosotros y solo quiero terminar este día de la mejor forma. — soplo las velas y todos aplaudieron. Sin duda, obviando algunas partes, fue un buen día.

Edward platicaba con Charlotte y Richard, al parecer se llevaban bien, la madre de Savannah elogió al Alfa y lograba hacerlo sonrojar, ya que no estaba acostumbrado a que lo hicieran. Desde su lugar la mirada de su mate analizaba cada expresión y se sentía feliz de que las dos personas, que desde el comienzo fueron importantes en su vida, y la persona con la que compartiría el resto de su vida no tuvieran conflictos.

— ¿Desde cuándo?

Volteo a ver a su lado y era Demián.

— ¿No sé de qué hablas? — murmuró y se alejó hasta entrar a la cocina, siendo seguida por él.

— Savannah no soy idiota, sé que algo pasó entre tú y Edward.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— Dane me dijo que actuó extraño al verlos juntos.

— Para Dane todos actúan extraño, lo sabes.

— Savannah.

— Okay te diré la verdad... — suspiro — Edward es muy desconfiado.

— Pero es tu hermano, Dane no te haría daño.

— Él no lo sabía, al último que conoció fue a Dane, así que malinterpretó la situación. No tienes de qué temer.

— Sí tú lo dices...

— Sí, yo lo digo. — esbozo una sonrisa a medias y le dio un leve golpe en su hombro — Ahora vamos a probar el delicioso pastel.

Ambos se reúnen con los demás. Ahora Edward ya no platicaba con sus padres, sino con Benjamín y Marcus, al parecer él tenía el don de agradar a las personas sin problemas. Así al menos ya no tendría en mente las suposiciones de que podrían querer algo con ella.

— ¿De qué hablabas con Marc y Ben? — sin mirarlo preguntó al sentarse a su lado. Llevó un pedazo de pastel a su boca y esperó aún su respuesta.

— ¿Ya no estás enfadada?

— Pregunte primero.

— Responde y luego lo haré yo.

Resoplo y la miró.

— Solo socializamos, también es posible que pase entre humanos y hombres...

— No lo digas que pueden escucharte.

— ¿Por qué te enfadas fácilmente?

— Sígueme, aquí no podemos hablar. — susurro y sin esperarlo se alejó. Edward la vio subir por la escalera, así que no perdió tiempo y la siguió.

Tras cerrar la puerta de su habitación y ambos estar sentados frente a frente Savannah comenzó.

— No me enfado fácilmente, Edward, tengo motivos para no estar muy contenta con tu comportamiento. Aunque sé que no es sencillo de controlarlo...

— Y lo siento, créeme que sí, hoy no tenía pensando arruinar parte de tu día y, repito, lo siento Savannah.

— Sin embargo, te entiendo.

La miró sorprendida y poco a poco una tímida sonrisa se plasmó en su rostro.

— Pero no significa que me gusta o agrada, debes grabar en tu cerebro que no habrá otro chico en mi vida, aunque al principio no lo aceptará... No puedo evitar o negar que mi futuro estará a tu lado. Así que es mejor que los celos aminoren. — Edward sin avisar o pedir permiso la abrazó, acariciando su cintura. Savannah disfrutó de aquello, esbozó una sonrisa y le correspondió el abrazó.

— Te quiero. — murmuró él.

Ella deseaba decirle que sí. Que igual lo quería, pero aún no.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora