Lobos corriendo, parejas humanas tomadas de la mano y cachorros jugando con los niños. Todo en un suburbio. Para Savannah ver que una especie como la de Edward vivía en un lugar como este la dejó boquiabierta.
— Tal vez ya te disté cuenta de que por más sobrenatural que seamos, podemos vivir como ustedes, de forma civilizada.
— Bueno, estoy sorprendida.
Edward tomó su mano y caminaron, le platicaba sobre cómo se construyó cada edificio, pero nombraba a un tal George y se le notó que en su mirada se reflejaba tristeza. Sentía admiración de solo ver que alguien haya construido todo lo que veía, el tiempo que invirtió en las casas y establecimientos.
— Les agradas. — comentó mirando hacia el frente. Ella lo miró un poco confundida — Aunque no lo digan ya saben quién eres y en verdad están felices de que por fin estés aquí. A mi lado.
— No lo mencionan, pero las miradas dicen más que mil palabras.
— Es una imagen vale más que mil palabras. — corrigió.
— Va casi igual. — se detuvieron cerca de una plaza.
Savannah se sentía diferente, después de tiempo, y aunque suene un poco ilógico, hasta respiraba un aire distinto.
— ¿Sabes por qué te sientes así? — la miro. La confusión llegó a ella como el viento — Es por mí.
— Vaya, ¿tanto crédito tienes? — sonrió levemente.
— No solo yo, también tú, porque me siento igual. — tomó una bocanada de aire y lo dejó escapar — Por las noches salía a buscarte y al volver era imposible conciliar el sueño, añadiendo la falta de apetito y los dolores en mi pecho de solo imaginar que no te encontraría nunca.
— Ya entiendo por qué me pasaba lo mismo, y que los aullidos que escuchaba eran tuyos.
— Es inevitable reprimir el dolor. — murmuró.
— Lo entiendo, el aullar y llorar son acciones difíciles de evitar, te lo dice alguien que lo hizo hasta por películas.
— Lo sé, sentía tu dolor. — ambos soltaron una breve carcajada.
— Edward, ¿estaré siempre aquí? — ¿quería irse cuando ni siquiera habían pasado dos días? No es que no pudiera, siempre cuando él la acompañara. Ahora que Savannah estaba cerca no permitiría que se marchará.
— No, me refiero a que saldremos. Tal vez ir al cine o a cenar, haremos las típicas cosas que haces...
— Quiero ver a mi familia, Edward, y entenderás que no puedes ir conmigo.
— ¿Por qué no podría? Soy tu... tu...
— Ves, por eso. Ni siquiera sé que somos, y si llego con un hombre lo que pensaran primero es que estaba secuestrada. — pequeño detalle que pasó desapercibido para Edward — Sobre todo lo digo por Dane.
¿Dane? ¿Quién mierda era Dane? Sentía celos de solo pensar que podría ser algo de Savannah.
— ¿Dane? — le dio una mirada incrédula cargada de enojo y celos.
— Sí, mi hermano. — suspiro aliviado y trato de evitar verse avergonzado, sintió celos del hermano, aunque en su defensa él no lo sabía — ¿Qué? ¿Pensabas que era mi novio?
Asintió lentamente.
— Bueno, no es así.
— Mejor así, no necesitas a nadie más que yo. — sonrió y acarició su mejilla.
La tarde del domingo fue completamente distinta, conocía más a Savannah, pero no era suficiente. Necesitaba saber más sobre ella. Al regresar a casa fueron al comedor porque en el ambiente el delicioso aroma de la comida los llamaba.
— Llegan justo a tiempo para cenar. — sonrió Juliette al verlos juntos — Y por lo visto pasaron una buena tarde y casi noche.
— Bueno, sí, acá el señor lobo feroz sintió celos de mi hermano. — Savannah le dio un leve empujón en el hombro a Edward.
— En mi defensa yo no sabía que era tu hermano, además es natural que sienta celos porque eres...
— Si vas a decir que soy tuya, retráctate ahora, porque yo no soy un objeto.
— Bien, me retractó, pero los celos son porque no soporto la idea de que otro hombre pueda estar en tu vida.
Sí, era evidente. Aún recordaba la mirada que se plasmó en su rostro. Poco a poco ya anotaba en su mente cada detalle de Edward, y aunque fuera un completo idiota antes, ahora que su lado tierno salía a relucir, con un poco de sus celos, le agradaba.
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Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |
Manusia SerigalaSavannah Foster, es una persona inteligente e independiente, que por azares del destino llega a manos del Alfa, Edward Pierce. Edward es alguien sumamente protector, tiene leves arraques de agresividad, y como es la naturaleza de cada licantropo, si...