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— Sabes que lo estás torturando, ¿no? — cuestionó en broma a Savannah al entrar a la cocina — El pobre no sale de la habitación por tu "advertencia".

— Debe descansar, eso es todo.

— Lo tienes domado por completo. — le sonrió a Wyatt y negó. Le sirvió un pedazo de pizza y otro para ella — Y solo le dije que, si se le ocurría salir, regresaría a mi departamento.

— ¿Lo decías en serio?

— Era la única manera para que se quedara ahí.

Wyatt sonrió al asentir y al segundo sonó el teléfono de la casa.

— Voy yo, de seguro debe ser de la empresa. — dejó lo que quedaba de su pizza y fue a contestar. Savannah miró desde la cocina que Wyatt platicaba y caminaba de un lado a otro, seguro era importante.

— ¿Lograste descansar? — ni cuenta se había dado de que Juliette entró.

— Un poco, Edward no dejaba de enviarme mensajes.

— Por cierto, pasé por su habitación y dijo que fueras a verlo.

— Debe descansar, estando con él no lo hará. — Juliette ocupó el asiento de Wyatt.

— Fue un gran susto. — miro hacia la ventana que daba al jardín — La manera en la que te preocupaste, en verdad quieres a Edward.

— De solo imaginar que pasaba lo peor, perderlo sería... — suspiro al no encontrar una palabra que escribiera su sentir.

— Sé exactamente a lo que te refieres, perder a la persona que quieres no es fácil. Cuando encuentras a esa persona con la que estás segura de continuar tu vida, dejarla ir no está dentro de tus opciones. — toco su vientre y miro a Savannah esbozando una leve sonrisa — Edward y tú, ambos tienen suerte, sus personalidades y pensamientos se complementan. Cambiaste su mundo y él el tuyo, el futuro será prometedor para ustedes.

— ¿Cómo...?

— No importa, ahora, Edward debe estar esperándote. — sonrió.

Le devolvió la sonrisa y subió a la habitación. Al entrar no lo encontró acostado, lo que le aprecio extraño.

— ¡Estoy en el baño! — camino hasta ahí, pero debió preguntar si podría pasar...

— Lo siento, no sabía que estabas... — casi con la camisa puesta, pero una con una gran vista de su fornida espalda.

— No es como si nunca me hubieras visto sin una camiseta. — al tenerla ya puesta dio media vuelta para verla, Savannah estaba sonrojada y por más que bajara la mirada era notorio y evidente.

Paso por el lado de ella, aunque traía la camiseta, olvidada algo más.

— ¿No tienes algún pantalón o short?

— Cariño, me verás con menos que eso. — le guiño un ojo y prosiguió a acostarse de nuevo.

— Tu cabello aún está húmedo.

— ¿Quieres hacerlo tú?

— No... ¿Por qué lo haría? Tienes dos manos, en perfectas condiciones para hacerlo.

— Lo decía porque quiero que estés cerca de mí, estuve casi todo el día de ayer y la mañana de hoy sin ti, al menos merezco que me mimes.

— Si me quedaba lo que menos harías sería dormir, y por lo visto ni estando solo logre que lo hicieras...

— ¿Guardar reposo ya no es necesario, olvidas que mis defensas son mejores que las de un humano? Ahora ven con tu Alfa y hazme sentir querido, lo necesito.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora