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— Okay, entonces el oficial ya está enterado de que me encontraron y no llamara a mis padres para confirmarlo porque es suficiente con que tú y Asher lo sepan. — Chiara asintió y estaba a punto de tocar el timbre, pero Savannah la detuvo - ¿Qué te garantiza que no los llamara?

— Te dije que confiaras en mí, ahora entremos. — Edward agarró su mano entrelazando sus dedos y Chiara tocó por fin el timbre.

Todo saldrá bien, pensó Savannah.

Tomó una bocanada de aire antes de escuchar los pasos hacia la puerta y ver a su madre.

— Sorpresa señora Charlotte... — murmuró Chiara.

Charlotte no podía creer lo que veía, su hija estaba frente a ella y pese a su aspecto sucio le dio un fuerte abrazo. Lloro en su hombro y murmuraba cuanto la extraño y lo feliz que estaba con su regreso. Edward era solo un espectador junto con Chiara, pero eso no duraría por mucho.

— Savannah, ¿y él es...? — señaló al Alfa.

— Mamá sería mejor que entremos, así todos estarán enterados. — la petición fue aceptable por parte de Charlotte, Savannah tomó de nuevo la mano de Edward y fueron los primeros en entrar.

La casa no cambió, cada cuadro familiar en la pared o los sofás negros que su padre eligió. Hogar dulce hogar.

— ¡Foster! — al voltear hacia la escalera vio a Asher, quien por una parte sentía emoción. Aunque supiera que ella vendría.

— ¡Fisher! — soltó la mano de Edward sin avisar y se aproximó a su amigo para darle un fuerte abrazo. Tal acción alertó al Alfa, sintió celos y enfadó, aunque no había razones, pero él no estaba enterado de la relación entre ellos dos.

— Iré a llamar a tu padre y a Cassie, los demás salieron con Demián, necesitaba caminar un poco.

— Pero hoy es su cumpleaños. - Savannah se alejó de Asher y miró a su madre.

— Demián no quiso celebrar nada, ya sabes... si tú no aparecías, no había motivo. — Asher tenía razón, Savannah suspiro y Charlotte subía a darles el aviso a Richard y Cassie.

— Savannah. — miró en dirección a Edward, él fruncía su entrecejo y su mirada estaba fija en Asher. Supo que sucedía en el momento que reconocía el sentimiento en sus ojos. Celos.

Debía dejarle claro algunas cosas, porque así evitaría algún problema estando reunidos todos.

— Bien, dime, ¿qué pasa? — cerró la puerta de su antigua habitación y volteo para mirar a Edward.

— ¿Por qué el abrazó?

Tan directo como siempre.

— No es algo común, Asher es mi amigo y los abrazos se dan cuando el momento lo amerita.

— Toco tu cintura, ¿todos lo hacen?

— No dramatices Edward, además tus celos son tontos e innecesarios.

Suspiró y se acercó a Savannah lentamente, no pensó que al venir podría tener problemas en menos tiempo de lo pensado.

— Lo siento. — murmuró.

— ¿Cuántas veces te has disculpado desde que aparecí en tu vida?

— Savannah en serio lo siento, pero sabes que está en mí reaccionar de esa forma, yo siento celos de cualquier hombre que esté cerca de ti.

— ¿Sabes que los celos son signo de inseguridad? — suspiró — No puedes reaccionar de esa manera siempre, no todos los hombres cercanos estarán interesados en mí.

A Edward le dolían sus palabras, más por el tono que utilizó.

Al no obtener respuesta lo miró detenidamente, no se dio cuenta de que la ropa sucia ya no era necesaria así que trajo ropa que pudiera quedarme, algo deportivo para que se cambiara. Lo mismo haría ella.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora