12

4.6K 307 5
                                    

A la mañana siguiente Savannah despertó más calmada y tranquila, el dolor en su pecho regresó y esta vez más fuerte, creía que con solo una noche en paz ya el tema estaba enterrado. Pero no fue así. Una ducha tibia esfumó el poco cansancio que sentía.

— ¿Savannah? — escucho la voz de Wyatt — Traje ropa.

— Gracias Wyatt, estoy en la ducha, déjala encima de la cama ya salgo. — siguió las órdenes y se acercó a la puerta.

— No demores, Edward está esperándote para desayunar.

Calló por unos segundos.

— ¿Savannah?

— Bajo en unos minutos. — si bien Edward no era un demonio para que sienta miedo, ahora sabía más datos de su propia boca, la última pregunta la dejó en duda y temía por lo que pudiera pasar.

Salió del baño y con rapidez se desvistió, la ropa era cómoda solo para estar en casa y era mejor así. Miró su reflejo en el espejo junto al armario y dio un largo respiro.

— A desayunar con el lobo feroz... — murmuró.

Edward miraba fijamente la escalera, pasaron cerca de diez minutos y aún no bajaba, tal vez debería ir por ella y traerla.

— Sé lo que estás pensando y no, no lo harás, lo único que conseguirás es que te tenga miedo y odio. Posiblemente más de lo que ya sienta.

Miro a Wyatt y resopló.

— Entonces por qué tarda tanto, ya debería de haber bajado y estoy aquí solo esperándola.

— Cuando subí estaba en la ducha. — vio el entrecejo fruncido del Alfa — Y antes de que empieces con tu desconfianza absurda, no entre o la vi semi desnuda o algo parecido, solo dejé la ropa sobre la cama.

— Sé que es absurdo que tenga celos o desconfíe, solo pasa que es mi lobo interno.

— Sabes a la perfección que no podría fijarme en ella, cada hombre o mujer lobo tiene solo una pareja predestinada. Es mejor aprendas a controlarte.

Edward seguiría con la conversación de no ser porque Savannah ya bajaba y se veía hermosa.

— Buenos días, lamento la demora...

— Descuida, lo entiendo. — sonrió y miró a su Beta para que le ayudara con la silla — Disfruta de nuestro desayuno y por favor, Wyatt, verifica que todo en la empresa vaya bien.

Él asintió y se retiró.

— ¿Empresa?

— Sí, ¿no sabes lo que es una empresa? — Savannah puso los ojos en blanco y causó en Edward cierta gracia, pero solo buscaba la forma de comenzar una plática.

— Por supuesto que sé que es una empresa, solo que no sabía hasta ahora que eras dueño de una.

— Bueno, no es solo mía, es de mi familia. Por ahora mi hermana es la que está al mando, pero de vez en cuando Wyatt se asegura que todo esté en orden.

— ¿Y tus padres? Seguro que ellos podrían ayudar...

— ¿Dormiste bien anoche?

Le esquivó la pregunta, pero, aunque decidió dejar de preguntar, la curiosidad no la dejaría embotellada.

— Creí que podría dormir como la anterior noche, pero no, no fue así.

— También tuve problemas para conciliar el sueño. — confesó.

— ¿Por qué? — lo miró — Es extraño que a ambos no les pase.

— No lo es, al menos no para mí, recuerda que el vínculo que tenemos es fuerte y, por lo tanto, todo lo que siento, también podrás sentirlo. Por la noche no paraba de darle vueltas a nuestro asunto.

— ¿Tenemos un asunto?

— ¿Ya te olvidaste de lo que hablamos ayer?

— No, no lo olvide, pero en ningún momento acepté.

— No se trata de que lo aceptes o no.

— Ni siquiera sabes mi nombre y piensas que...

— Savannah, no tienes opción, si no aceptas ambos moriremos, estoy unido a ti, a partir del momento en el que lo supe y nos encontramos.

— Edward, yo...

— Solo tienes que acostumbrarte, estar aquí no es malo, te beneficia, a mi lado no te faltará nada, absolutamente nada.

— ¿Y la palabra amor?

— Es lo principal que te daré, cada día de cada semana, de cada año, hasta que dejemos de respirar. — la miró con esa ternura que para Savannah no pasaba desapercibida, causó su sonrojo y por más que tratara de ocultarlo mirando hacia otro lado, era imposible.

— ¿Podré salir hoy?

— Sí, de hecho, saldremos.

— ¿Serás mi guardaespaldas?

— No porque estoy seguro de que nadie se atrevería a hacerte daño, eres mi mate.

El resto del desayuno la plática era breve, por parte de Savannah no había mucho que decir y Edward no encontraba más tema de conversación. Por suerte la tarde sería diferente. 

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora