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— Entonces, ¿tú rescataste a mi hija de cuatro hombres? ¿Solo?

Edward negó. No podía pronunciar ni una sola palabra desde que sintió la mirada fría y seria del padre de Savannah.

— Savannah, Edward, ya no es un niño, es un hombre y como tal debe responder con palabras, no con gestos.

¿Era rudo? Claro, desconfiaba del hombre que decía ser el salvador de su pequeña. Savannah tomó la mano de Edward y dio caricias en el dorso de su mano con su pulgar. Al menos eso calmó sus nervios.

— Lo siento señor. — ahora al menos sonaba seguro — Quise decir que no solamente estuve ahí, mi mejor amigo, Wyatt, también fue de mucha ayuda.

— ¿Y dónde está él?

— Papá, detente. — pidió ella.

— Hija, aquí yo hago las preguntas y él tiene que responder. — Charlotte suspiró, y aunque tardó en notarlo, miro aquellas manos entrelazadas. Comenzó a sospechar.

— Wyatt está en descanso, recibió más golpes que yo, pero se recuperará pronto.

Claro, es un hombre lobo, pensó Savannah.

— Bien, no me queda nada por preguntar, gracias, Edward por salvar a mi hija y si hay algo que puedo hacer por ti, no dudes en decirlo.

Al parecer ya el ambiente estaba en calma. Chiara y Asher miraron a Savannah y sonrieron, el cuento fue totalmente creíble. Demián quien miraba de manera seria a Edward recibió una sonrisa por parte de su mejor amiga, la cual suavizó su entrecejo fruncido. Estaba preocupado, por casi dos semanas desapareció y ahora por fin la veía.

— Dicho todo, pediremos pizza y celebraremos el cumpleaños de Demián, ¿te gustaría quedarte Edward? — preguntó Cassie.

— Seguro que puede, ¿no es así hija? — comentó Charlotte.

— Entonces pediremos muchas pizzas. — dijo Marcus soltando una breve carcajada, que contagió a los demás.

— ¿Que sean seis o prefieren más? — preguntó Benjamín.

— Estoy segura de que no será suficiente. — Savannah miró a Edward y sonrió.

Charlotte y Richard avisaron que saldrían a comprar pizzas y el pastel para cantar el feliz cumpleaños de Demián, que no tardarían y que cuidarán de Dane. En el momento Savannah recordó que no fue a ver a su hermano, por lo que subió a la habitación de él. La puerta se encontraba entreabierta, se asomó y vio a su hermano mirando fotos de ellos. Definitivamente la echaba de menos.

— Hola, extraño.

Aquellas dos palabras bastaron para que Dane debatirá en su mente si era verdad lo que acababa de escuchar. Dejó su celular a un lado y lentamente se levantó de la cama.

— ¿Savannah?

— No, soy el fantasma de tu hermana. — soltó una carcajada y cerró los ojos al sentir el cálido abrazo de Dane, quien murmuraba cuanto la extraño en todo el tiempo que no estuvo — Lo sé, yo también, pero ahora estoy aquí y no pienso desaparecer nunca más.

— Pero ¿cómo? Se supone que estabas secuestrada y... ¿Te dejaron libre?

— No, afortunadamente tuve ayuda. - acarició su mejilla y dejó un beso en ella — No llores, siempre me criticabas que era una magnolia.

— Es que...

— ¿Interrumpo? — ambos voltearon y Savannah suspiro cansada, ya con esta era la segunda vez.

Unida Incondicionalmente al Alfa | Libro 1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora