● Harry Potter ●

Draco Malfoy 🔥

[...]

—¿Ya estás lista, reina?

—Si, si, voy.

Saliste del baño con un vestido muy bonito, blanco que se ajustaba muy bien a tus curvas.
Draco te miró por el espejo, recorría todo tu cuerpo con su mirada, se lamió los labios al imaginarse cosas indebidas.

—Que bonito vestido

—¿Si? Pensé que me quedaría mal

—¿Mal? Para nada, con tan solo verte unos segundos me puse demasiado duro

—¡Draco!

—Es la verdad, bonita— Draco se acercó a ti, puso sus manos alrededor de tu cintura y empezó a besar tu cuello

—Se nos hace tarde...amor.

—Mis padres pueden esperar, no me importaría hacértelo duro con el vestido puesto— tus mejillas se pusieron rojas, pero lo apartaste.

—¡Ay! Bueno ya vámonos— Draco hizo un puchero, eso te hizo reír.

Verías a los padres de Draco por segunda vez, estabas súper nerviosa porque sabias que sus padres eran muy especiales a la hora de conocer a alguien, aparte de que eran muy estrictos.

—Te ves muy nerviosa— comentó el.

—¿Porqué será, Draco?

—Ya conoces a mis padres, no tienes porque estar nerviosa, además mi mamá te ama y la pareces muy linda.

—Bu-Bueno, aún así tengo que comportarme segura.

Draco sonrió, le gustaba el hecho de que te tomes en serio todo, de que te preocuparas por conocer a sus padres, lo traías loco pero pocas veces lo demostraba.

Entraron a la casa en donde los padres vivían, Draco ya no vivía con ellos. También ibas a conocer a algunos tíos de Draco.

—Hola cariño, ¿cómo has estado?— me saludó su madre.

—Hola, muy bien, ¿cómo han estado ustedes?

—Es un placer tenerte aquí de nuevo, mi esposa tenía muchas ganas de verte— añadió su padre.

—Gracias por la invitación

—Oh, es obvio que tenías que venir, ya eres parte de la familia.

[...]

Los padres de Draco te contaban muchas historias de la familia, entre ellas te hablaban como era Draco de bebé, lo que te causaba ternura al saber que era muy miedoso de chiquito.

—Un día se hizo pipí por el miedo a la oscuridad

—Jajajaja, mi vida

—¿Porqué les gusta ponerme en ridículo?— dijo molesto— ¿y tu porqué te ríes?

—Perdón, es muy gracioso.

El frunció el ceño y te sonrió, de repente sentiste como una de sus manos tocó tu pierna y empezó a acariciarla subiendo cada vez más y más.