𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟯

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Estoy empacando mis cosas y estoy limpiando las paredes.

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Jughead estaba besando a Betty con pasión, mientras que ésta sólo estaba sorprendida por la acción del chico, confundida en ese momento. Ella cree amar a Billy pero este chico besaba tan bien. Siguió con el beso, volviéndolo más apasionado, Jughead la atrajo más hacía él haciéndola pegar con su cuerpo y sintiendo su parte íntima chocar contra su miembro. Algo que la incomodó y se separó.

— Lo siento, no puedo. —se disculpó la rubia recuperando el aliento.

— Claro que puedes, sólo no quieres. —corrigió Jughead con una sonrisa coqueta, se acercó más a ella y tomó el mechón que le caía, poniéndolo detrás de su oreja. — Lamento haberte tratado mal. —mintió, en realidad no sentía nada más que algo de interés en la rubia, estaba intrigado por ella.

— Eso ya no importa. —le restó importancia la chica. —Deberíamos volver a clase, cada quien a la suya.

Él rió. — Claro que voy a ir a mi clase, no creo que compartamos alguna.

— O tal vez no nos hayamos visto.

— Cierto. —concordó el pelinegro.

Y así ambos salieron del periódico escolar y se dirigieron cada uno a su clase, no la compartían. Pasaron las horas y llegó el momento más esperado por todos los estudiantes de Riverdale High, el final del día escolar.

La rubia salió sola como siempre de la escuela, se colocó unos audífonos que conectó a su celular y se dispuso a ponerle play a la música. El camino iba bien hasta que alguien la tocó del hombro, asustándola.

Volteó rápidamente y vió su amigo del gorro extraño. — Me asustaste. —le golpeó amigablemente el hombro.

— Ese era el punto. —se burló.

— ¿Vives por aquí? —preguntó mientras caminaba a un lado del pelinegro.

— Por aquí, por allá. En realidad no importa, no para mí. Soy un alma libre, hago lo que deseo.

Betty asintió.

Él la miró. — Supongo que tienes ganas. — comentó con su vista en ella.

— ¿Qué?, ¿de qué? —negó la rubia confundida.

Jughead volteó a los alrededores para tomar a la chica de la mano y llevársela a un callejón.

Ésta se asustó. — ¿Por qué me trajiste aquí? —él la ignoró y prosiguió a besarla con pasión, acorralando a ésta contra la pared, sin detener el beso en ningún momento. La rubia como si fueran instintos, subió sus piernas y las enrolló en la cintura del chico.

Ambos se seguían besando, parando cuando se les acababa el aire. Betty reaccionó en dónde estaban y lo separó. — ¿Ahora qué? —se quejó Jughead.

— Estamos en un callejón. —le recordó alzando los brazos para que lo viera.

— No hay nadie.

— Vamos a tu casa. —propuso la rubia tomando su mochila que junto a la del pelinegro, cayeron al suelo cuando empezaron a besarse.

Jughead asintió y tomó su mochila, ambos caminaron hasta la colonia donde vivía este. Llegaron a una gran casa que parecía costar millones.

— ¿Aquí vives? —preguntó con la boca abierta estando impresionada.

𝐈𝐟 𝐈 𝐊𝐢𝐥𝐥𝐞𝐝 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐅𝐨𝐫 𝐘𝐨𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora