𝐈𝐟 𝐈 𝐊𝐢𝐥𝐥𝐞𝐝 𝐒𝐨𝐦𝐞𝐨𝐧𝐞 𝐅𝐨𝐫 𝐘𝐨𝐮

🐿️ Capítulo Veinticuatro 🐿️

De alguna manera, siempre eres inocente

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Jughead se encontraba ordenando un poco su casa, sería la primera vez que sus amigos irían y no quería que estuviera desordenada. En pocos minutos llegarían los chicos para poner algo en la televisión. Se escuchó el timbre sonar.

Se apuró a ir hacia la puerta y abrir, su padre estaba trabajando por lo que no molestaría en la casa. Al abrirla se encontró con su amiga de pelo negro azabache.

— Hola, Torombolo. —se burló con una sonrisa, el chico se hizo a un lado para dejarla pasar. — Tú casa es muy grande. —comentó sorprendida viendo alrededor.

— Lo sé, mi padre. —le restó importancia se asomó por la puerta en busca de alguien. — ¿Y Reggie?

Verónica se giró. — Vendrá en unos minutos, se le olvidó algo y se tuvo que regresar por ello. —explicó.

El ojiazul sonrió y al regresar al sofá el timbre nuevamente sonó. Soltó un resoplido y caminó a la puerta para abrir y toparse con el castaño.

— ¿Tenías que tardar unos segundos más que Verónica, Kev? —preguntó cansado.

Kevin pasó por un lado. — No es mi culpa que hubieras cerrado la puerta antes de que yo llegara. —se defendió sentándose a un lado de su amiga.

Se fijó en la mesita del centro, había botana por lo que tomó una fritura de queso cheddar.

— Me encantan estas cosas. —comentó lanzando la fritura hacia el aire y atrapándola con la boca. — Me encanta el queso.

— Uy, yo quiero una. —soltó la morena tomando una de las papas.

Jughead volvió a su lugar pero el timbre que tanto odiaba volvió a sonar, soltó un quejido del coraje y se paró a abrir.

— Wow amigo, te ves algo molesto. —bromeó Reggie pasando.

— Llegas después de que me senté. —avisó caminando detrás de él, después de cerrar la puerta.

— No debiste cerrarla, claramente alguien llegaría. —recomendó el más alto lanzándose encima del castaño. Kevin se quejó debajo de él, intentó quitarlo de arriba pero era más pesado que él, mucho más pesado.

Lo empujó a un lado. — Idiota. —insultó cuando el pelinegro estaba tumbado en el piso. Reggie se paró y se sentó a un lado de su novia.

El otro pelinegro pero de ojos azules se sentó en cuanto el timbre volvió a sonar haciéndolo rechinar los dientes ya harto. — ¡Pasa de una vez! —gritó desde el sofá, la puerta se abrió dejando pasar a la rubia de ojos verdes sola, el chico maldició internamente.

— Qué modales tienes, Jug. —comentó sarcástica mientras pasaba.

— No sabía que eras tú. —confesó avergonzado, ella se sentó en el sillón de una sola persona.

Lo miró. — ¿Quién más iba a ser?

— La verdad era de que cada vez que se sentaba volvían a tocar el timbre. —explicó Verónica con una risa.