1. Una cita un tanto desastrosa

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Agosto

Tal vez era por la sensación térmica de 40 grados o que había tenido mi periodo ayer por la tarde o el hecho de que mis ovarios parecían estar por explorar al igual que mi tampon y el maldito analgésico aún no hacía efecto...o tal vez simplemente odiaba a todos aquí. Si, la última opción parecía la correcta.

Los chicos traen las bandejas con la comida de McDonald que habíamos pedido. Al menos una hamburguesa me calmaría un poco el mal humor.

James Whitehouse deposita su bandeja con su hamburguesa doble, papas y gaseosa grandes frente a mi. Luego solo se sienta. Al otro extremo de la bandeja, veo mi pedido, no había agrandado mi combo. Intente no molestarme por ello pese a que se quedó viéndome evaluativamente, esperando a que yo dijera algo, tal vez que le agradeciera o simplemente saltara sobre la mesa y lo ahorcara.

Odiaba cuando me miraba de ese modo, aguardando a que diga algo, que solo pise el palito y estalle. Durante los últimos meses no lo había hecho, aunque tuviera más de un motivo para hacerlo, no caería ahora. James tenía ojos verdes aunque a veces se oscurecían tanto que parecían almendrados y otras casi marrones, todo dependía de cuánto quisiera abrir sus ojos o de cuan molesto estuviera. Era raro que él mostrara algún tipo de emoción. Probablemente en un día normal me habría detenido a averiguarlo, pero hoy no.

El resto de la anatomía de James estaba bien, cabello castaño que ocasionalmente peinaba en un look desprolijo, una mandíbula firme y varonil, labios finos pero con un arco de cupido sumamente tentador. Hoy vestía un pantalón negro pese al calor y una camiseta blanca normal y corriente. Nunca destacaba completamente, la mayoría se voltearían a ver a Nolan, su mejor amigo, en vez de a él. Aunque James sin hacer el mayor esfuerzo posible, tan solo por ser él, destacaba en cualquier sitio en el que estuviera, seguramente por su metro ochenta o por sus largas piernas. Lo demás quedaba a tu imaginación, aunque era fácil fantasear con sus brazos gruesos y sus manos grandes, ya sabes lo que dicen. Tampoco es como si necesitara hacerlo, el verano pasado había ido a la fiesta en la piscina de Maddy y lo había visto en bañador, con el torso descubierto y el pequeño tatuaje que se había hecho justo donde se forma una V en su parte baja. Recuerdo que tuve que tragar saliva cuando lo vi y luego fingir demencias cuando me pescó viéndolo.

Para ese entonces yo salía con Seth pero esa es otra historia. Aunque también tiene que ver con lo que me trajo hasta aquí, al centro comercial de Cornwall donde mi mejor amiga Molly Gordon me arrastro para "disfrutar" y nótese el sarcasmo, de una cita triple. Si, exactamente eso. Ella no lo dijo precisamente así pero estábamos sentados James enfrente de mi, Molly a mi lado con su novio Nolan y Wendy, la hermana dos años más chica de Nolan y su novio, un tipo flacucho con cara de aficionado a los videojuegos y que no tomaba mucho sol.

Amaba a Molly, ella y yo nos hicimos amigas al instante en el que ella se mudó a Cornwall con sus padres y su hermanito menor. Cuando la conocí ella llevaba su cabello rubio teñido de rosa porque pasaba por una fase punk antes de su actual fase hippie, yo amaba cada locura que pasaba por su cabeza pero a veces solo quería asesinarla, justo como ahora que me había arrastrado a esta "cita" si es que se podía llamar así.

¿Por qué me molestaba tanto tener una cita triple con James Whitehouse si acababa de hacer una lista de lo apuetso que era? Bueno para responder eso necesito tiempo, pero podríamos empezar diciendo que todo inicio hace meses en de la fiesta de cumpleaños de Bárbara, donde Molly y Nolan estuvieron a punto de hacerlo pero Molly se arrepintió a mitad de camino y lo dejó con un dolor de huevos inmenso a mitad de la fiesta. Al día siguiente, lejos de desistir, Nolan la invitó a una cita y de ahí en más Nolan se pego a nosotras como las pulgas a mi perrita Lulú cuando la saco a pasear por el parque.

Antes que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora