–De modo que aquí es donde se esconde la madre Teresa de Calcuta para comer postres no aptos por nuestra no autoritaria presidenta –parecía feliz de verme.
Quito mis auriculares y observo cómo James se sienta a mi lado sin esperar una invitación. Después de la forma en la que lo traté en la cafetería pensé que iba a mantenerse apartado de mi.
–¿Sabias que en realidad no era tan buena como todos creían? —intento parecer relajada ante su cercanía.
—Muy parecida a ti ¿No crees? —dice en un tono juguetón. Le doy un golpe en el hombro que apenas lo mueve. James capta mi mano con la suya antes de alejarme —¿Cómo está tu mano?
—¿Mi golpe no te dio una idea?
—Si, una sobre que eres pésima golpeando y te romperás la mano otra vez si lo intentas.
Lo empujo otra vez con mi mano libre, James aún sostenía mi mano derecha entre la suya anudando nuestros dedos.
—¿Qué lees? —dice ignorando mi golpe y toma el libro que deje sobre mis piernas—Romeo y Julieta.
Vuelve hacia la portada sin perder la página en donde me había quedado y pasa sus dedos sobre la tinta negra que escribía Connor O'Malley en una letra cursiva prolija.
—Connor me lo obsequió por la obra —digo casi sin aliento y aún viendo cómo acaricia los nudillos de mis manos con sus dedos.
—¿Un libro viejo? —sonríe— ¿No pudo darte algo mejor?
—Me gustan los libros viejos, aún más los leídos por otros, así puedo ver qué frases marcaron o si apuntaron algo...es como leer en compañía de alguien —le explico y él parece escuchar cada una de mis palabras con suma atención a la vez que juguetea con mi mano.
—Creía que era un crimen marcan un libro —sus labios esbozan un breve sonrisa demasiado tierna como para enfadarme por cuestionar mis extraños hábitos de lectura.
—Sin las marcas leer es un acto de soledad y no hay cosa que más me aterre que eso.
—Bien, entonces... —se acomoda a mi lado, hombro a hombro y flexiona sus piernas para sostener el libro entre ellas sin perder el contacto con mi mano a la cual aún tiene enlazada entre sus dedos— Leamos juntos.
—James —me quejo aunque suena más a una súplica—Necesito terminarlo para hoy.
—Shh —me silencia— Voy a empezar a leer.
Comienza a leer y no vuelvo a insistir en que se detenga. Su voz ronca hace que me pierda en la lectura. Siempre se saltaba cuando la profesora de literatura nos obligaba a leer en voz alta y ahora leía para mi en un rincón de la biblioteca con mi mano sujeta en la suya sobre su regazo. Y algo dentro de mi recorre todo mi cuerpo como una corriente eléctrica que no puedo detener y debo dejar que me queme.
—¿No es totalmente ridículo?
—¿Qué cosa? —James cierra el libro marcando la página con su dedo.
—Que las personas crean que se trata de una historia romántica cuando solo duró tres días y trajo más muertes que felicidad. Eso ni siquiera era amor.
—Supongo que para algunos se trata de la incondicionalidad de amar —reposa su cabeza contra la estantería.
—Incondicionalidad de amar —repito y miro otra vez el libro— Nadie ama en verdad de forma incondicional, incluso al hacerlo es bajo la condición de la incondicionalidad y siempre es en cuanto el otro lo haga igual —miro nuestras manos aún unidas y luego dirijo la mirada hacia sus ojos que no perdían mi contacto—Y así no tiene sentido un amor que no soporte la no incondicionalidad del otro.

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Antes que te vayas
Novela JuvenilDespués de romper con su novio, su amiga intenta que Julie vuelva a creer en el amor y la arrastra a una cita doble con el chico del que una vez estuvo enamorada. La vida es confusa y mucho más en tu último año de secundaria, o cuando tus amigas ti...