Septiembre – Un año atrás
JulieSeth siempre vestía jeans claros y algún buzo de colores neutros, excepto cuando se transformaba en el chico hijo de un digno abogado, entonces vestía de saco y corbata. Tenía una sección de su guardarropas destinado a cada uno de sus trajes desde que su papá lo obligó a trabajar junto a él en su despacho. Eran como dos personas totalmente diferentes cuando se colocaba el traje con la corbata anudada a la perfección. Nunca pude entender como se le daba tan bien adaptarse, a mi nunca me sucedió. Lo que nunca cambiaba en Seth era el olor a su perfume cítrico que se impregnaba en mi nariz cada vez que lo abrazaba o cuando dormíamos juntos. Su perfume tenía a veces un efecto tranquilizado en mi como cuando tomas te de manzanilla y te quedas oliendo la taza, no está comprobado científicamente pero aún así tomas ese té para clamar tus nervios. Así funcionaba Seth para mi, él era mi té de manzanilla.
Odiaba las reuniones que mis padres hacían con sus amigos y donde mamá paseaba a Michelle y a mi como dos trofeos. Ella la pequeña bailarina de multitalentos y yo la que seguiré sus pasos en cuanto me gradúe de la escuela. Odiaba pararme allí frente a desconocidos y sonreír hasta que me dolieran las mejillas. En cambio, Seth siempre sabía que decir y cuando la pregunta se dirigía a mi y me quedaba muda, Seth pasaba su mano por mi cintura me atraía contra él, su perfume cítrico de pomelo se impregnaba en mi sistema nervioso y él decía alguna cosa correcta al interlocutor, algo que lo hacía reír y olvidarse de mi por completo. Amaba eso de Seth, amaba que sea mi té de manzanilla, que me hiciera sentir tan cómoda en lugares que odiaba. Amaba que él estuviera ahí para salvarme sin importar qué ni dónde.
Aunque no todo era color de rosas con Seth, había cosas que no me gustaban de él como por ejemplo su gusto musical horrible de bandas que en vez de cantar gritaban o su obsesión por los videojuegos. Yo no podía entretenerme con ellos por más que él lo había intentado miles de veces, solo me aburría a los dos segundos.
–¿Qué haces? –digo al ver que aparcaba el auto.
Seth conducía un modesto Mercedes-Benz color blanco que su papá le había obsequiado hace un año, y en el que me había enseñado a conducir.
–Voy a comprar la pastilla ¿Qué crees que hago? –dice algo confundido.
–¿Aquí? ¿De verdad Seth? –mi expresión era realmente molesta. De todos los sitios en los que podía haber parado, la farmacia de los padres de James Whitehouse era la peor opción para comprar lo que necesitábamos comprar.
–No entiendo cual sería el problema –dice confundido mientras apaga el motor del auto.
A veces yo solo olvidaba que Seth iba a otra escuela y que no conocía a nadie de la mía como para saber a quien le pertenecía esa farmacia. Y mucho menos sabía porqué yo no querría pisarla ni en un millón de años y mucho menos para comprar lo que necesitábamos comprar.
–¡Es la farmacia de los papas de uno de mis compañeros de clase! De ningún modo vas a ir a comprarla allí.
Él se ríe quitándole importancia. Amaba eso también de Seth, mientras yo siempre fatalizaba todo, él siempre me hacía sentir que nada era tan importante de verdad.
–¿De qué tienes miedo? –continúa con su tono burlón– ¿De qué sepa qué tienes sexo?
–¡No! –me quejo dándole un golpe seco en el hombro– De qué sepan que salgo con un imbecil que no sabe ponerse bien un condon e hizo se me quede dentro.
Él refunfuña molesto por recordarle nuestro insistente. Normalmente íbamos con cuidado, nunca lo habíamos hecho sin condon, no quería tomar las pastillas anticonceptivas pese a que mi mamá me las había ofrecido como protección extra. Sabía que yo era un desastre recordando cosas y de seguro me saltearía alguna, al igual que mi novio que al parecer no sabe ponerse un condon. Casi muero de pánico para encontrar esa mierda, y tampoco es como si hubiera mucho a donde ir.
Seth recuesta su cabeza hacia atrás sobre el respaldo del auto y me mira con fastidio.
–Tienes que tomarla Julie, cuanto antes es mejor –me advierte.
–Lo sé pero ¿Podemos ir a otra farmacia?
–Mira hagamos una cosa —se gira en su asiento y sujeta mi mano en su artimaña por convencerme— Solo bajo yo ¿Esta bien?
Y cuando Seth está a punto de bajarse de su auto, lo veo. James Whitehouse aparece en mi campo visual con su remera negra y su simple pantalón de jean. Se veía tan lindo si de simple. No lo había visto desde la fiesta de Maddy en la piscina, e incluso cuando pregunté por él había un rumor de que había desaparecido. Nadie sabía donde había estado James Whitehouse durante todo el verano. Era imposible no enterarse incluso en verano algún chisme de los chicos del instituto, después de todo Cornwall no era un pueblo tan grande. Y aún así, nadie sabía nada de él durante todo el verano.
James no estaba solo, su mano sostenía la de Tessa y pese a que no debía de estar sorprendida, lo estaba y por mi pecho pasó un pequeño pellizco que me devolvió a la realidad. No me sorprendía que él estuviera con chicas, pero si que las tomara de la mano y mucho más que las presentara con sus padres. Nunca lo había visto hacer eso antes pero tenía sentido, Tessa era todo lo que alguien podría querer ser, rubia platinada aunque no natural, pechos voluptuosos, y lindo trasero. Y si no fuera eso suficiente, la naturaleza también la benefició con una cara bonita y angelical. Siempre odie la forma en la que hablaba, con esa voz fina y chillona pero eso podría no importarme en verdad, lo que me molestaba era como pronunciaba el nombre de James cuando estaba con él, como si fuera una actriz porno y él le estuviera dando su primer orgasmo que todos sabemos que es fingido. También odiaba la forma en la que él la miraba, como si no le molestara en absoluto esa voz chillona pero odiaba aún más que todo eso, el hecho de que permitiera que me molestara tanto, me hacía sentir estupida, una tonta que esperaba a que el chico se fijara en ella mientras odiaba en secreto a la chica que era su novia solo por tener lo que ella no tenía. Tessa no tenía la culpa de nada, era odiosa, obvio. Pero no podía odiarla solo porque él se había fijado en ella, y claro, no en mi. Y tampoco podía odiarla por tenerlo cuando yo tenía novio. Un novio, real, de carne y hueso que estaba a mi lado y me amaba por sobre todas las cosas.
Seth me amaba y yo terminé con él, lo dejé ir luego de despedirme de él en el patio de mi casa rompiendo su corazón y dándole un último beso entre lágrimas. Merecía esto, merecía cada pedacito de dolor que sentía, porque no había sido buena para él.

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Antes que te vayas
Teen FictionDespués de romper con su novio, su amiga intenta que Julie vuelva a creer en el amor y la arrastra a una cita doble con el chico del que una vez estuvo enamorada. La vida es confusa y mucho más en tu último año de secundaria, o cuando tus amigas ti...