Me desperté alrededor de las once, la casa olía a vainilla y cuando entro en la cocina veo a mi mamá batiendo algo que olía riquísimo. Había faltado al trabajo, eso solo significaba una cosa: ella en verdad estaba preocupada.
—¿Qué estás cocinando?
—Un flan como a ti te gusta —sonríe con dulzura y sigue mezclando— Pensé que algo dulce nos vendría bien.
—Ya sabes lo que dicen...—me siento en una de las banquetas frente a la mesada de mármol— Los postres lo solucionan todo.
Mi voz suena más sarcástica de lo que había pensado. No quise sonar de ese modo, no quise decirle que no podía solucionar lo que Nate me había hecho con un postre. O tal vez me lo decía a mi.
—Creo que estará listo para la noche —me informa de forma distraída mientras lo coloca en el refrigerador.
Sirvo algo de té mientras ella toma lugar a mi lado y se sirve también. El silencio abunda entre las dos hasta que ella lo rompe.
—¿Quieres acompañarme mañana a mi clase? —suspiro agotada — ¿Qué? Solía gustarte ir conmigo a mis charlas.
—Mañana tengo clases —le recuerdo y me trago la píldora que me había dado el psiquiatra junto a un sorbo de mi té.
—Puedes saltarte el instituto Julie —sugiere dejando su mano sobre la mía, un gesto que solía hacer con sus pacientes para darles a entender "si, entiendo tu dolor". Pero yo no era su paciente y tampoco me estaba derrumbando.
—¿No es eso justo lo que no debo hacer? ¿Evitar las cosas?
—Solo digo que podríamos tomarnos unos días y hacer cosas divertidas solo tú y yo —propone sin borrar su sonrisa ante mi constante rechazo.
—Eso se llama evitar las cosas. Tu misma dices que tarde o temprano debemos enfrentarnos, dejar de ir a la escuela solo haría que yo perdiera y él ganara.
—¿Has pensado en cambiarte de instituto? —pregunta seria— Se que todo eso es lo que siempre dije pero puedo cambiar de opinión, no tienes porque ir a un sitio donde no te sientes cómoda.
—¿Y qué él haga lo que quiera mientras yo renunció a mi último año de colegio solo porque le tengo miedo?
—Él no va a hacerte daño —intenta que sus palabras tengan más certeza pero el problema es que ya lo había hecho.
—Siento como si...—me detengo— No tengo ningún rasguño mamá...ni siquiera el brazo moretoneado y aún así mi cuerpo tiembla por miedo de lo que podría haberme hecho, de lo sola que me sentí allí con él...de...de todo aquello que nunca creí que me sucedería. No a mi.
Ella mira mis manos, recordándome lo evidente. Aún tenía los raspones de cuando caí al suelo, cuando intenté huir y él me empujo, de cuando me desplomé allí mismo porque no di más. Se que le dolían tanto como a mi. Lo que no había visto era el moretón de su agarre en el muslo de mi pierna. No me atrevía a verlo, y aún así sabía que estaba allí.
Repetí toda la escena en mi cabeza unas cientos de veces, repitiendo lo que sucedió, lo que podría haber sucedido, y también las decisiones que tome ¿Por qué tuve que subir a su auto? ¿Por qué me quede a esperar a James cuando era claro que no tenía interés en hablarme? ¿Por qué no solo me conforme con un mensaje y esperar a que él quiera hablar? ¿Por qué tenía que perseguirlo? ¿Por qué tenía que humillarse de ese modo? Si no hubiera hecho nada de eso, si hubiera dejado ir a James y toda la mierda a su alrededor, ahora no me sentiría así...pero no, lo había puesto por encima de mi.
Entonces lo dejo escapar...
—Cuando me escape para ir a casa de Nolan...esa noche me senté junto a Nate en el sofá para ver el partido y él apoyo su mano sobre mi rodilla —siento el asco subir por mi garganta de solo recordarlo y como Nate también lo había mencionado. No lo recordaba hasta ahora— Yo no hice nada para quitarle la mano y tal vez si yo...
—Julie tu no eres culpable de lo que sucedió eres...
—Por favor no digas una superviviente, por favor no lo digas —le suplico— Solo digo que si tal vez yo le hubiera quitado la mano ese día quizás él...no lo sé tal vez yo terminé dejando que creyera...
—Julie detente —se levanta de su baqueta y apoya su mano sobre mi hombro buscando que la mire, levanta mi mentón en una suave caricia— No es tu culpa. No había nada que pudieras hacer que cambiara lo qué pasó porque tú no hiciste nada para que esto ocurriera. Y si, eres una superviviente y eso no te hace débil.
Ella suspira, esto era tan difícil para ella como para mi.
—Eres una mujer, y cada vez que sales a la calle y llegas a tu hogar, eres una superviviente.
—Ese es el mundo cruel en el que vivimos —le doy una sonrisa amarga y ella me rodea con sus brazos. Necesitaba tanto a mi mamá.
—¿Recuerdas cuando tú abuelo te regalo esa caja enorme con colores y marcadores y tú te emocionaste tanto que pintaste todo el fin de semana que ellos se quedaron y luego dijiste que querías llevarlos a la escuela...—sus brazos aún me sostienen como si fuese incapaz de dejarme ir.
—Tu me advertiste que no debía llevarlos porque iba a perderlos y después estaría llorando —contesto, recordando cada parte.
—Y cuando volvías a casa habían menos y menos colores en la caja —ahora se aleja pero aún deja sus manos sobre las mías— Te pregunté miles de veces que había sucedio y decías mentiras hasta que luego me llamo la directora pidiendo que vaya a la escuela. Tu estabas sentada frente a ella con la cabeza bien alta y a tu lado un nene de tu misma edad con la cara roja de rasguñones. La directora dijo que tú se los habías hecho...
Había sido la misma escena de ayer, solo que éramos más grandes y ahora los motivos también eran más grandes.
—Estabas furiosa conmigo, te había hecho perder tiempo valioso de tu trabajo.
—No, no me sentía molesta por eso, me sentía molesta porque tú no me dijiste nada. La directora explicó lo que habías hecho y luego te pregunté porque lo hiciste y dijiste que él te había quitado las cosas, que se las habías pedido y no te las había devuelto, que siempre te molestaba y ya estabas cansada de ellos. ¿Recuerdas que te lleve a tomar un helado luego?
—Si, dijiste que teníamos que hablar de lo que había sucedido.
—¿Y recuerdas que fue lo que te dije?
—Que debía contarte lo que había pasado con la caja de colores.
—Desde ese día supe que no ibas a necesitarme en tu vida para que te defendiera, siempre fuiste tan independiente y te di toda la libertad posible porque sabía que tú eras la mejor para librar tus batallas. A veces sentía que yo era solo un retraso en tus planes pero te dije eso porque necesitaba que supiera que si lo que hacías, lo hacías porque lo considerabas algo justo, yo siempre iba a estar de tu lado. Pero no puedo ayudarte si no me hablamos cariño..
—Lo lamento, yo...
—Lo sé —me interrumpe— No tienes que disculparte pero necesito que sepas que siempre voy a estar de tu lado, no importa lo que pase. No me alejes Julie.
Ella me abraza y al fin, después de todo, dejo que me abrace una vez más, me permito ser débil a su lado y lloro.
—Hay un momento horrible de ser madre y es cuando eres consciente de que no siempre podrás protegerlos y que solo te toca ser una espectadora de su vida y de tomar su mano cuando te lo pidan. Y es el sentimiento de mayor impotencia que puedas sentir y aún intento trabajar con ello.
—Mamá yo... tu eres una excelente mamá.
Ella besa la parte superior de mi cabeza y siento que eso basta para hacerme sentir mejor.
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Antes que te vayas
Teen FictionDespués de romper con su novio, su amiga intenta que Julie vuelva a creer en el amor y la arrastra a una cita doble con el chico del que una vez estuvo enamorada. La vida es confusa y mucho más en tu último año de secundaria, o cuando tus amigas ti...