6. Un paseo en auto

774 32 0
                                    

Cuando despierto estoy recostada en una camilla en lo que supongo es la enfermería de la escuela y Barb sostenía un trozo de algodón con alcohol aleteándolo frente a mi nariz.

—¡Oh, estas viva! —Barbara salta sobre mi dándome un abrazo lo bastante fuerte como para que pegara un grito de dolor— Oh, no, lo siento.

—Ves que te dije que sobreviviría  —se escucha una voz masculina a lo lejos. Barbara da un paso al costado despejando la vista para mi y veo a James con el hombro recostado sobre el marco de la puerta.

Era obvio que él no se perdería de ver mi humillación. Él había comprado el boleto en primera fila.

—¿Qué fue ese grito? —la enfermera Moris entra dando zancadas y mira mal a mis dos acompañantes— ¿Pueden por favor no matar a mi paciente cuando no estoy?

—Solo estaba feliz de saber que estaba bien y había despertado —se justifica mi amiga— Debiste escucharlo, casi retumbo por todo el gimnasio.

La miro de mala gana, eran mis dedos, claro que lo había escuchado.

—Por suerte no parece algo grave asique vendare tu mano pero será mejor que hagas una radiografía para descartar una posible fractura, aunque no lo creo —Moris da su veredicto pero no estoy convencida, aun sentía demasiado dolor en mi mano.

—¿Entonces luego puedo irme? —ir directo a un hospital era lo que quería decir pero sin ofender. Puede que me llamen paranoica pero eso dolía mucho.

—¿Quieres que le avise a Molly para que te lleve a casa? —ofrece Barb y ya toma su teléfono dispuesta a teclear.

—No, ella esta en el entrenamiento también —recuerdo y doy otro gritito cuando Moris pasa la venda sobre mi mano apretando aún más mis dedos aunque la sensación posterior de tenerlos inmovilizados era algo mas calma.

—¿Qué hay de tu mamá?

La idea de llamar a mi madre para que pase por mi e interrumpirla en su hora de trabajo o en su trayecto de ir a buscar a Michelle a la escuela no era de mis ideas favoritas. El problema no era pedir el favor, al menos no como problema prioritario sino el tener que soportar que diera un discurso en la escuela sobre el mal desempeño de los docentes y como dejaron que me ocurriera esto para después en casa decirme que era una tonta por haber intentado hacer un deporte cuando era claro que no tenia capacidades para ello.

—Yo puedo llevarte a casa...claro, si quieres —dice James y me vuelvo consiente de que él aun estaba allí y me había escuchado gritar de dolor.

Miro a mi amiga y luego digo —Prefiero que llames a mi mamá. Usa mi teléfono, esta en mi bolso.

—Tengo el auto aquí ¿No crees que es más fácil? —dice y por la tensión en su mandíbula se que estaba conteniendo un insulto aunque no tenia sentido que se sintiera ofendido por mi rechazo. Supongo que el hecho de que una chica rechazara un paseo a casa en su auto era algo que James Whitehouse no conocía.

—Y aun así mi respuesta es no —intento parecer seria y la rudeza de mi voz me acompaña hasta que Moris me da otro tironcito con la venta y vuelvo a gritar.

—Okkkk, tu decide mientras yo voy a buscar tu bolso al gimnasio —Barb pretende desentenderse de la mini lucha sin sentido entre James y yo y solo se larga en búsqueda de mi bolso.

—Perfecto —estipula Moris y mira mi mano completamente envuelta en tela blanca— Solo mantenla lo más inmóvil que puedas ¿Ok?

Asiento.

—Me iré a rellenar la planilla así ya puedes irte —finalmente dice y se marcha dejándome a solas con James y su mirada pretenciosa.

—¿Por qué no quieres que te lleve?

Antes que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora