49. No era una cobarde

602 19 0
                                    

No era una cobarde.

Tener miedo no me hacía cobarde, el miedo era una forma de ayudarme a vivir. Puede mantenerte alerta por un tiempo, el problema no es el miedo, lo importante es hacerlo pese al miedo.

Me miro otra vez en el espejo, un jean gastado en las rodillas, un suéter extra grande de lana color pastel. Mis labios de un rosa pálido, los muerdo un poco recordándome que estoy viva y el color rojo vuelve a ellos.

Michelle me sonríe de un modo en el que no lo había hecho nunca, una mezcla de orgullo y de esas punzadas que se te meten en el pecho, o tal vez eso lo sentí yo al verla. Me da un abrazo fugaz y baja del auto de mi abuelo, ahora era mío, para caminar apresurada hasta la entrada de su escuela.

El pasillo estaba casi en silencio cuando llego a clases, tenía mi propio auto y aún así llegaba tarde. Casi doy media vuelta solo por eso, pero me repetí que tenía que hacerlo. No, no tenia, quería hacerlo.

Cuando abro la puerta del aula me encuentro con la mirada de todos, tal como esperaba ni más ni menos. "Soporta esto y ya esta, ya dejarán de mirar".

—¿Julie? —dice mi profesora sorprendida, nadie le había avisado que volvía a clases al parecer— Que bueno que estes aquí. Toma asiento, ya estábamos empezando.

Cruzo la mirada a través de los rostros en el salón y solo busco una, la de mi mejor amiga. Sabía dónde estaba James, a un solo lugar de Molly y Barb y necesitaba por mi bienestar no mirar hacia él. Un paso a la vez, me repito.

Molly me da una enorme sonrisa de bienvenida y solo la miro a ella cuando arrastro mis pies a mi lugar de siempre. Llevaba una semana sin ir a clases, tenía demasiadas tareas pendientes y eso era bueno, tenía algo en lo que concentrarme.

No tengo que cruzarme con él en ningún momento, mamá se había encargado de ello. Cuando la noticia había llegado a todos los padres de los alumnos de último año, ella se encargó de aclarar cómo fueron las cosas, la mamá de Nate ni siquiera apareció. Quitaron a Nate de mis clases y lo cambiaron de curso como también los horarios para almorzar. Aún así no podía dejar de mirar a mi alrededor solo por si acaso, odiaba estar en ese modo de alerta constante porque era agotador.

Le expliqué a Molly que prefería sentarme junto a los chicos de teatro, aún no había podido hablar con ellos. Connor me había enviado un mensaje, lo bastante largo, diciendo lo mal que se sentía por lo que ocurrió y que podía contar con él. La típica mierda de siempre pero sabía que lo decía de verdad.

El almuerzo fue lo peor, hacer la fila para tomar mi comida mientras sentía las miradas a mi alrededor. Y las voces bajas que podía imaginar que decían.

—¡Julie! —unas manos me rodean por detrás apretándome con fuerza en un abrazo y mi cuerpo reacciona inmediatamente apartándome— Oh, lo siento Julie...yo...

—No —lo detengo y miro aún asustada a mi al rededor. Algunos ojos estaban sobre nosotros, solo esperaba que nadie haya notado mi sobresalto—Estoy bien Connor. No tienes que preocuparte.

—Yo...—me mira aún tratando de deducir algo en mi rostro, pero no insiste, solo se aclara la garganta y fuerza una sonrisa— ¿Vienes a sentarte con nosotros?

Asiento y ambos vamos en silencio hasta la mesa que los chicos tenían reservada.

—Nuestra estrella principal regreso —vocifera Connor en cuando me uno a ellos en la mesa qué resulta ser adentro del comedor y ya no afuera, supongo que eso acababa cuando comenzaban los días de invierno— Julieta siéntate a mi lado.

Todos aplauden mientras él dice eso y sonrío forzosamente mientras tomo el lugar a su lado. Detrás de mi me siguen Barbara y Molly, les dije que no era necesario pero era difícil de convencer a Molly de algo.

Antes que te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora