[Capítulo 48]

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Para no perder el tiempo, Arthur alzó el vuelo y fue directo a la zona S, aquel lugar que lo vio renacer y que fue su hogar durante un tiempo. Aterrizó en mitad de una de las tantas calles que había allí, vacías sin un alma en ellas y sucias. Miró a su alrededor con atención al saber que, aquella noche, todo cambiaría. Ya no habría más edificios derruidos, ni coches abandonados, ni hierbajos creciendo en las aceras. Todo eso ardería en cuestión de horas y tenía que averiguar el porqué.

- Gilbert debe saber algo.

Sacó el teléfono de su bolsillo y al querer buscar su contacto vio que le había mandado varios mensajes el día anterior. Los leyó con calma y, una vez que finalizó su tarea, frunció el ceño molesto y chasqueó la lengua. ¿Qué quería ese tipo ahora de Alfred? No lo pensó mucho más y marcó el número del albino para hablar con él de una vez. Estuvo esperando unos segundos mientras oía la señal al otro lado del teléfono, impaciente por escuchar su voz, hasta que después de un par de pitidos al fin respondió Gilbert a su llamada a través de aquel aparato.

- ¿Arthur? Ya debe de ocurrir algo grave para que me llames.
- Exacto, así que ven a la zona S. Tenemos que hablar.

No le dio opción a contestarle. Colgó la llamada en cuanto le informó y, acto seguido, se dirigió hacia una calle más amplia para que el de ojos rojos pudiera verle cuando llegara. Antes de guardarse el móvil de nuevo en el bolsillo buscó el chat de Geremy y le escribió un mensaje rápido.

No salgas hoy de casa ni te acerques a la zona S.
8:49

Iré a verte en cuanto pueda.
8:49

En cuanto envió esos mensajes volvió a meterlo en el bolsillo y esperó de brazos cruzados a que el albino llegara, lo cuál no fue mucho más tarde. Solo tuvo que aguantar allí un par de minutos cuando vio de lejos la silueta del otro hombre acercarse a él con paso firme y serio.

- Bien, ya me tienes aquí. ¿Qué está pasando?
- Hablemos en otro sitio.

El demonio prefirió llevar la conversación a un lugar más cerrado. No le gustaba estar a la vista de todos, y más cuando sabía que el jefe de todos esos monstruos lo tenía en su punto de mira, además de al inglés. Una vez que se metieron en uno de los callejones volvió a mirar fijamente a Gilbert y dejó claro que se trataba de un tema muy serio.

- Tengo una pregunta y una noticia no muy buena.
- Pues qué bien... A ver, dime.
- ¿Por qué le interesa tanto Alfred a tu jefe?

Su pregunta dejó al albino en silencio por unos segundos, quien intentaba pensar en una respuesta lógica mientras los ojos verdes inquisitivos de Arthur no dejaban de observarle. Solo tenía suposiciones, nada más.

- No lo sé... Tal vez está resentido por haber fracasado la misión de Allen.
- ¿Y por qué espiarlo ahora? No tiene nada que aportarle, ya lo sabe.
- Te tiene a ti.

Sus palabras hicieron que el demonio se tensara un poco al saber lo que eso significaba. Le costaba creer que fuera verdad, pero era muy posible teniendo en cuenta la de marionetas que tiene bajo su control. Podía enterarse de todo lo que sucedía en la ciudad sin tener que salir él mismo. Y si Gilbert lo había intuido, cualquiera podía saberlo ya. Cada vez odiaba más a aquel tipo.

- ...¿intenta hacerme algún tipo de chantaje?
- Seguramente quiera hacerlo. Eso no lo sé.

Arthur dejó salir entonces un suspiro pesado y se masajeó el puente de la nariz mientras cerraba los ojos, agotado de tener que estar luchando constantemente. Murió pensando que al fin podría descansar en paz y las cosas seguían igual.

- ¿Qué era lo otro que tenías que decirme?

La voz de Gilbert llamó de nuevo su atención y sus ojos volvieron a unirse, dándose cuenta de que él también estaba librando su propia guerra. Frunció levemente el ceño al recordar el motivo por el que estaba allí y le contestó resaltando en cada palabra el odio que sentía.

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