[Capítulo 28]

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Con la salida del sol, Arthur abrió los ojos y se incorporó para quedarse sentado unos segundos. Tuvo toda la noche para pensar en qué haría con Alfred pero aún estaba indeciso, no sabía qué sería lo mejor para él. Por el momento dejaría que todo siguiera como estaba, ni siquiera sabía si lo que creía del inglés era verdad o no. Solo lo sabría si se lo decía él directamente, porque no tenía pensando preguntarle nada.

- En fin, hora de trabajar...

Se levantó en un suspiro y voló hasta el centro de la ciudad para hacer su rutina diaria. En cuanto llegó a la comisaría, sobre las 7:45, fue hacia el despacho pero esta vez no obtuvo respuesta alguna del interior. Se mantuvo unos segundos en silencio esperando por si le contestaba más tarde, pero viendo que no ocurría nada, decidió entrar de una vez. Se encontró la habitación vacía, medio ordenada ya que el inglés no solía recoger mucho, y fue hacia el escritorio para recoger sus cosas. El demonio no aguantaba ver una mesa así y no pudo evitar tomarse la molestia de colocar los papeles que tenía su compañero desperdigados por el escritorio. Todos ellos eran casos ya cerrados de hace unos meses o pocos años. Parecía que estaba volviendo a releerlos para intentar buscar un patrón en los ataques, o al menos eso era lo que pensaba Arthur. Aunque poco iba a sacar de ellos si el jefe de los monstruos no seguía ningún patrón en su selección. Lo único que buscaba aquel ser era la destrucción.

- Anda, ya estás aquí. Siento llegar tarde.

La voz de Alfred lo sacó de sus pensamientos y se volteó hacia la puerta para mirarlo. Acto seguido desvió sus ojos al reloj de pulsera que le había dado Geremy y volvió a mirar al inglés.

- Pero si son las 7:55. Has llegado pronto.
- Para mí es tarde.

El de ojos azules sonrió levemente y fue hacia su silla, dejándole paso el demonio para que se pudiera sentar. Decidió irse a su silla también y ambos continuaron la conversación una vez que se sentaron.

- No me sonó la alarma y no he podido llegar a la hora que quería.
- Eres idiota... Tu hora es a las 8. Aprovecha las pocas horas de sueño que te dedicas.
- Qué le voy a hacer, ya estoy acostumbrado.

Alfred rio levemente y el demonio dejó salir un pequeño suspiro de exasperación. Nunca lograría hacer que el inglés descansara su cuerpo y mente lo suficiente para poder seguir funcionando correctamente.

- ¿Mm? ¿Has estado recogiendo el escritorio?

Los ojos de Alfred, en cuando bajaron hacia la mesa, pudieron percatarse de que esta se encontraba algo más ordenada. Arthur había colocado los papeles de los casos más antiguos en una esquina del escritorio, mientras que los más recientes los había dejado junto al ordenador al otro lado.

- Sí, lo siento si te ha molestado... No puedo ver algo desordenado.

El demonio le sonrió levemente, a lo que el inglés le devolvió la sonrisa mirándolo de reojo mientras guardaba todos los papeles en un cajón del escritorio.

- No te preocupes, iba a devolverlos al almacén igualmente. Ya no podía sacar nada más de ellos.
- Entiendo...

Acto seguido Alfred puso su atención en el portátil, el cual encendió para ponerse a buscar algún caso que estuviera sin resolver o pendiente de revisión. Mientras tanto, Arthur lo observaba con el semblante algo serio, sin darse cuenta de ello. Seguía pensando que debía alejarse de él, dejar de tener relación alguna con el inglés. Si seguía así, tarde o temprano acabarían matándolo por su culpa. Bajó la mirada y apretó un poco los puños empezando a sentir toda la rabia que llevaba acumulando aquellos días. Tenía que deshacerse de todos los mutantes cuanto antes.

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