Mundo en Caos

[Capítulo 1]

Se levantó, volvió a alzar el vuelo y se dirigió hacia la ciudad a gran velocidad. La luna era la única que presenciaba su entrada en aquel lugar aún desconocido para el demonio mientras sus alas lo acercaban cada vez más. Edificios tanto altos como pequeños, de los cuales solo algunos de ellos se parecían a los que el demonio recordaba; vehículos extraños para él atravesando las calles a pesar de estar bien adentrada la noche; gente borracha caminando peligrosamente junto a la carretera. Todo era diferente y, a la vez, familiar, mientras observaba todo desde otra azotea más céntrica. Tanta luz comenzaba a dañar su vista, quien estaba acostumbrado a la oscuridad del infierno. No entendía para qué necesitaban tanta iluminación ya que, por lo que veía, la mayoría solo estaba de decoración. Decidió bajar por un callejón para no ser visto y se transformó en humano, su antigua forma. Si quería preguntar a los demás debía parecerse a ellos. Salió de allí una vez que se preparó y se puso en marcha, buscando a alguien cualquiera para hacerle un par de preguntas. Caminó unos cuantos minutos por aquella acera en silencio, con las manos metidas en los bolsillos de su camisa rasgada más similar a la de un pobre que a la de un demonio, y detuvo a la primera persona que pasó por su lado. Lo cogió rápidamente del brazo y lo miró fijamente a los ojos, haciendo que el contrario se tensara. Sus ojos, aunque verdes y brillantes, desprendían cierto aire de peligrosidad.

- ¿Dónde estoy?...
- ¿E-eh? En Londres tío... Deberías dejar de beber tanto.

El chico aprovechó la incertidumbre del demonio para soltarse de su agarre y alejarse de él a paso rápido. Mientras, el demonio permaneció quieto en ese lugar un breve instante hasta que se decidió y corrió de nuevo hacia el joven que huía de él. No podía dejarlo así, necesitaba más información. Al sentir aquel chico que alguien volvía a tirar de su brazo, se giró con rapidez y miedo. En cuanto vio de nuevo al demonio, para él un simple hombre borracho o drogado, frunció el ceño y esta vez se deshizo de su agarre con más fuerza y retrocedió un par de pasos. Su insistencia y vestimenta le hacían ponerse a la defensiva.

- ¿Qué es lo que quieres? No voy a-
- Solo quiero hacerte otra pregunta.

El demonio podía sentir la ira y miedo del muchacho, quien no tendría más de 25 años. En realidad solo quería información, no iba a hacerle nada. Pero el chico seguía desconfiando ya que para él era un simple desconocido que no lo dejaba en paz a las 3 de la mañana. Aunque, por suerte, decidió resolverle las dudas que tenía. Pensó que, si le respondía, tal vez lo dejaría en paz y podría volver a casa, a la comodidad de su cama.

- A ver...
- ¿En qué año estamos?

El inglés lo miró incrédulo y molesto, pensando que le estaba tomando el pelo. Pero ver su rostro totalmente serio le hizo cambiar de opinión.

- 2019, ¿cuál va a ser? En serio, creo que deberías ir al hospital eh.

Esta vez sí pudo huir del demonio, quien se quedó paralizado. Escuchar todo eso lo dejó asombrado. Habían pasado 157 años desde su muerte en aquella ciudad, o al menos lo que era entonces, porque no se parecía en nada a como la recordaba. En 1862 Londres era mucho más tranquila, tradicional, y solitaria. Muy solitaria en su opinión. Y ahora había gente en sus calles hasta en la madrugada, por no hablar de los ruidosos vehículos que pasaban a cada rato. No entendía nada, necesitaba hacer muchas preguntas para saber lo que le estaba pasando y no tenía a nadie. Estaba solo de nuevo. Molesto se dirigió hacia el callejón del que había salido y, una vez solo, volvió a desplegar sus alas para regresar a la azotea. Por el momento prefería descansar un poco y ya por la mañana seguiría su búsqueda de respuestas. Aunque, antes de dormirse, logró ver a lo lejos lo único que le recordó a su hogar: ese gran edificio emblemático londinense que no había fallado ni una sola vez desde 1859, año en el que se construyó. El conocido Big Ben.