[Capítulo 40]

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Todo el cuerpo de Arthur se tensó al mirar a los ojos a aquel asesino, comprendiendo de inmediato que algo iba a salir mal de aquel interrogatorio.

- Quiero hablar con él. A solas.
- ¿Ah?

Alfred se giró hacia el demonio para mirarle confuso y este dio un par de pasos al frente para ponerse a su lado. Lo miró calmado intentando transmitirse su tranquilidad y trató de hacerle ver que no pasaría nada.

- Hagamos lo que pide. Discutir con él sería perder el tiempo. Yo me encargo.
- Okay... Lo dejo en tus manos.

Le dio un vistazo rápido al preso, quien le correspondió el gesto con un leve movimiento de cabeza aún con esa sonrisa odiosa en su rostro, y acto seguido el inglés se dirigió hacia la puerta molesto por su comportamiento. Una vez que dejó solos a los dos seres sobrenaturales estos comenzaron una charla que solo ellos entendían.

- Admito que me la jugásteis, tú y Antonio... Pero creo que se te ha olvidado que conozco tu pequeño secretito.
- Di lo que quieras, nadie te va a creer.

Al escuchar su respuesta, Luciano frunció un poco el ceño furioso por estar allí sin poder hacer nada y por haber sido engañado, mientras que Arthur estaba aprovechando aquel momento para divertirse con él. Se acercó un poco más y posó una mano sobre su pecho, haciendo que esta vez fuera el cuerpo del italiano el que se tensara debido al desconcierto.

- ¿Qué-?
- Sé que por el método tradicional no vas a decir nada así que... Tendré que ser un poco más duro contigo. ¿Y por qué no hacerte lo mismo que le hiciste a Jack?

Antes de que Luciano pudiera pensar en nada, la mano del demonio fue adentrándose en su pecho poco a poco como si se tratara de una esponja hasta que llegó a su corazón, el cual latía con fuerza y rapidez. El italiano dejó escapar algún que otro grito de dolor, aunque la mayoría se los guardó para no llamar la atención de nadie más, y miró a Arthur con rabia. Pero, a pesar de lo que dijo, no quería que ningún otro policía los molestara. Podía ponerse a gritar, montar todo un escándalo para que alguien fuera a ver lo que estaba pasando, pero prefirió pasar desapercibido.

- ¿Y bien? ¿Vas a contarme algo ahora?
- V-vete a la mierda... D-demonio.
- Mm... Ya me han mandado a la mierda hoy dos veces.

Ignorando lo que le dijo el preso, el de ojos verdes agarró su corazón y lo apretó un poco para forzarlo a hablar. De su boca salieron unos cuantos gemidos más de dolor y bajó la cabeza al sentir que no podía mantenerse más en pie.

- Habla.
- No... N-no sé n-nada...

Arthur se mantuvo en silencio unos segundos hasta que decidió sacar la mano de su pecho. En cuanto lo hizo Luciano volvió a respirar con normalidad, tosiendo un poco al principio y dejando salir varios jadeos. Tal vez estuviera diciendo la verdad, pero eso era algo que nunca sabría al 100%.

- Como comprenderás, no te creo. Pero tampoco puedo seguir con el "interrogatorio" cuando está Alfred esperando fuera. Tendremos que posponerlo para más adelante.
- ...ya... S-si es que continúas por aquí...

El italiano lo miró de reojo aún jadeante y, ante su insinuación, el demonio frunció un poco el ceño.

- ¿A qué te refieres?
- No podrás esconderte para siempre... Acabará descubriendo lo que eres y te encerrará en una de estas celdas...~
- ...tranquilo, eso no va a pasar. Puedes esperar aquí el tiempo que quieras.

Decidió irse de allí de una vez al ver que no iba a sacarle nada de provecho mientras ignoraba sus últimas palabras.

- ¡Ya lo veremos~!

Su risa resonó por los pasillos del sótano hasta que Arthur cerró la puerta de nuevo y todo volvió a estar en silencio. No pudo evitar soltar un largo suspiro debido al agotamiento que le provocaba aquella persona mientras que el inglés se acercó a él para enterarse de lo que había pasado, preocupado y curioso.

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