[Capítulo 50]

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Arthur regresó al campo de batalla donde Allen había preferido esperar sentado en uno de los pocos bancos que aún quedaban en pie. Aunque por poco tiempo. Estaba cansado de ir detrás del demonio como si aquello fuera el juego del ratón y el gato, y decidió dejar que fuera el otro quien fuese esta vez a su encuentro. Una vez que estuvieron de nuevo uno frente al otro, el hombre en llamas se levantó de aquel trozo de piedra y le dedicó una sonrisa de lado al de ojos rojos.

- ¿Ya te has despedido de tu novio? Espero que le hayas dicho lo mucho que lo quieres porque en cuanto acabe contigo vamos a ir a por él~
- Ah, que todavía sigues pensando que puedes ganarme... Pobre de ti, tus neuronas están más quemadas que este barrio.

Allen frunció el ceño molesto por su comentario y dejó la charla para otro momento. El que sonreía ahora era el demonio, quien empezó a esquivar en el aire los ataques de aquel tipo sin problemas. Hacía bastante tiempo que no tenía la oportunidad de usar todo su poder, sin la necesidad de contenerse, así que no iba a desaprovechar aquella oportunidad. La diversión acababa de empezar.

- Esas alas son muy molestas...

El de cabellos oscuros, gracias a sus llamas, se levantó del suelo después de cesar el ataque descontrolado y se puso a la altura de Arthur. Este se cruzó de brazos aún sin poder borrar su sonrisa de victoria del rostro, cosa que hacía que la furia latente en Allen creciese por momentos.

- ¿Te cansaste de mirarme desde ahí abajo~?
- Ahora entiendo por qué te odia tanto Luciano. Eres un incordio.
- Habló el mudo y dijo lo que pudo.

El demonio decidió volver a su seriedad inicial y, en menos de un segundo, se plantó frente al otro hombre para agarrarlo del cuello con fuerza. Este, sorprendido e intentando mantener sus llamas para que la fuerza de la gravedad no lo ahogara más rápido, se agarró a su brazo con ambas manos para intentar zafarse de él. Sin embargo, sus intentos eran en vano. El fuego que rodeaba a Arthur no era nada comparado con el calor del infierno que tuvo que aguantar, y la fuerza de su contrincante podría hacerle frente pero no en ese momento. Sus ganas de acabar con él le habían vuelto mucho más fuerte, y aquello se lo dejó bien claro a Allen con tan solo mirarlo a los ojos.

- Mientras que Gilbert entretiene a Luciano yo me encargaré de ti... No sabíamos cuántos enemigos habría esta noche aquí, pero vuestro querido amigo iba a tener que entretener a tantos como pudiera con sus clones para poder tener yo más libertad. No ha salido tan mal el plan, ¿verdad?
- Q-que te follen...

Alzó una mano hacia el rostro del demonio y, con las energías que le quedaban, hizo que una ráfaga de fuego azul incendiara todo su cuerpo. Por un momento sus labios se contornearon en una sonrisa pero, a pesar de las llamas que cubrieron a su enemigo por completo, este permaneció impasible. La sonrisa de Allen desapareció al darse cuenta de que su final estaba cerca y volvió a agarrar el brazo de Arthur, esta vez a modo de soporte ya que sus llamaradas cada vez eran más débiles. Había gastado sus últimas fuerzas en aquel ataque y no había servido para nada.

- ¿Sigues pensando que puedes ganarme?

Aquel hombre se mantuvo en silencio, más que nada porque la mano del demonio no le dejaba hablar con claridad y sus pulmones apenas recibían aire del exterior. Aceptando su derrota, cerró los ojos y se dejó llevar por los brazos de la muerte, los cuales llegaron en cuestión de segundos. Arthur le arrancó la cabeza antes de que perdiera la consciencia y, acto seguido, lo dejó caer para que se estrellara contra el suelo. Con un batir más fuerte de sus alas terminó de quitarse de encima las llamas que aún querían consumirlo para después dirigirse como si nada hacia los edificios que todavía quedaban intactos. Tenía que encontrar a Gilbert y a Luciano. Al cabo de un par de vueltas logró localizarlos en uno de los callejones a punto de ser engullidos por el fuego, y el albino no parecía estar pasando un buen rato.

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