[Capítulo 16]

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El demonio se levantó del banco poco después que Alfred para seguirlo y averiguar a dónde lo llevaría ahora. El otro le echó un vistazo rápido cuando vio que se puso a su lado y volvió a sonreír como hacía siempre mientras lo guiaba por aquel paraíso de rosas, tulipanes, y otras muchas plantas que eran inalcanzables para cualquier persona, expecto para el inglés.

- Ahora toca enseñarte lo que hace especial este lugar.
- ¿No era esto?

Arthur lo miró confuso ante sus palabras. Si no era aquello lo que quería enseñarle, ¿qué más podía ser? Continuó siguiendo a Alfred mientras le hacía rodear la capilla en silencio, sin obtener ninguna respuesta a su pregunta, por un sendero hecho expresamente para no pisar las flores. Cuando terminaron de bordearla por completo pudo observar lo que se escondía tras el edificio. Un inmenso sauce llorón se encontraba justo en el centro de otro montón de flores de menor tamaño que las anteriores, como si en aquel escenario supieran que el árbol era la estrella. Esta vez solo había margaritas y algunas amapolas, que contrastaban con el gigantesco árbol verde intenso que rodeaban. El demonio se paró frente a aquella escena para contemplarla desde lejos, mientras que el inglés siguió avanzando hacia el árbol hasta que se detuvo una vez quedó bajo sus ramas y hojas. Se giró para contemplar a Arthur, quien seguía observándolo todo ensimismado, y no pudo evitar volver a sonreír mientras una leve risa se escapaba de entre sus labios.

- ¿Vas a quedarte ahí toda la noche? Ven aquí~

El demonio tuvo que concentrarse de nuevo en su compañero y se dirigió hacia él para volver a ponerse a su lado, intentando pisar lo menos posible las flores que había a su paso, ya que no había ningún camino marcado para llegar hasta el árbol.

- Es impresionante...
- Sabía que te gustaría~

Alfred se alejó un par de pasos de él y se tumbó en el césped, dejando posar su cuerpo entre las plantas que se mecían suavemente con la leve brisa de la noche. Alzó uno de sus brazos y le hizo señas a Arthur para que se acercara a él. El demonio no tardó en llegar y se sentó a su lado mientras lo miraba de reojo con curiosidad.

- La gente siempre está mirando al suelo y nunca al cielo... No saben lo que se pierden.
- Cierto...

El inglés ladeó un poco la cabeza para mirar también a su compañero y volvió a sonreírle mientras daba un par de palmadas a su lado para que él también se tumbara. Arthur le sonrió también levemente y se tumbó a su lado, observando el cielo estrellado despejado, sin ninguna nube que se interpusiese. Aquello le recordó a su infancia, a cuando se escapaba de su habitación para subir al tejado de su casa y contemplar las estrellas, queriendo llegar un día hasta ellas. Pero ese sueño se esfumó al igual que todo lo que amaba.

- ...de pequeño me gustaba observarlas... Me relajaba...

Alfred lo miró de reojo, notando algo más serio al demonio, pero sin saber muy bien qué hacer al respecto. Regresó su mirada al cielo nocturno y, después de unos segundos de meditación, al fin pensó qué decir.

- Mis padres nos llevaron un par de veces de acampada, y mi hermano y yo nos pasábamos toda la noche hablando mientras mirábamos al cielo...

Hizo una breve pausa borrando la pequeña sonrisa que tenía en su rostro y levantó un brazo hacia el cielo, como si quisiera alcanzar aquellos pequeños focos de luz que estaban a millones de kilómetros.

- Me pregunto si mis padres estarán allí arriba... Si hay algo más allá, si existe el cielo...

Ante su comentario, Arthur no pudo evitar girar la cabeza hacia él para mirarle y pudo observar la tristeza y dolor en el rostro del inglés. Apretó un poco los dientes y se incorporó levemente para buscar sus ojos.

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