[Capítulo 8]

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Habían pasado ya unas cuantas horas, al menos 4 desde que el demonio se puso a destrozar medio barrio ya de por sí semi derrumbado. Se detuvo al darse cuenta de que estaba armando demasiado ruido y que era cuestión de tiempo que algún policía fuera al lugar para comprobar qué estaba pasando. De milagro no fue nadie por allí, y pudo sentarse tranquilamente en uno de los callejones. Abrazando sus piernas, se puso a pensar de nuevo en aquel chico. Ahora mismo él era lo que ocupaba sus pensamientos. Tenía que contarle la verdad que se merecía, aunque fuera dolorosa, y cuidarle. De alguna forma se sentía culpable por lo que le estaba pasando, y no podía simplemente mirar hacia otro lado. Lo que le faltaba por saber era el cómo murió su madre y ya podría ir a buscarlo. Debía estar todo en la comisaría, solo debía buscar.

- ...iré por la noche.

Alzó la vista al cielo y comprobó que aún faltaban un par de horas para que terminara de anochecer. No quería dar explicaciones a ningún policía sobre el por qué quería esos documentos, por lo que iría por la noche y así nadie lo molestaría. Se quedó allí sentado descansando con los ojos cerrados pero sin dormirse del todo, estando en guardia. Cuando pasaron las horas se levantó y alzó el vuelo para ir directo a la comisaría. Aterrizó en la azotea de un edificio contiguo y escondió sus alas, volviendo a su aspecto humano. Se quedó observando desde la lejanía a los pocos policías que aún quedaban por allí, algunos montándose en sus coches y otros alejándose a paso lento y cansado. Debía esperar un poco más hasta que todo el edifico quedase casi vacío y podría buscar el informe. No quería causar más problemas de los que ya tenían. Cuando vio que no salía nadie más del edificio se dejó caer por la parte trasera del bloque de pisos, con cuidado de que no lo viera nadie, y se dirigió hacia la puerta de atrás de la comisaría. Si iba a entrar a urtadillas era mejor hacerlo donde nadie pudiera verlo. Aquella puerta solo daba a una calle estrecha y poco transitada, además de al aparcamiento donde aún quedaban un par de vehículos. Gracias a su magia logró abrir la puerta sin problemas y bloquear las cámaras para que no lo grabaran. En realidad no conocía su funcionamiento, pero se había fijado que había muchas repartidas por el edificio, por lo que prefirió apagarlas.

- Después de esto tengo que ponerme al día con todo lo que me he perdido...

Fue directo hacia el despacho de Alfred evitando cruzarse con nadie, ya que al ser el jefe allí él tendría que tener todos los documentos, e hizo lo mismo que con la otra puerta. Entró y se puso a buscar sin prisa por todos los documentos para encontrar el nombre del padre de Geremy. El de su madre no lo sabía, y la telepatía no era uno de sus poderes, por lo que primero tendría que buscar la ficha del policía para averiguar el resto.

A los 10 minutos, después de haber visto cientos de nombres algo desorganizados por Alfred, logró dar con el del padre y se sentó en la silla para ponerse a leer más cómodo.

- Andrew Wayne, 45 años, inglés...

Decidió saltarse todo el párrafo sobre sus datos personales para ir a lo importante, y logró dar con lo que buscaba.

- Cónyuge... Rachel Kelly. De acuerdo...

Dejó esos documentos sobre la mesa para levantarse y ponerse a buscar, de nuevo, el informe de aquella mujer. Tardó un poco menos en encontrarlo y volvió a sentarse en la silla. Esta vez fue directamente a lo que buscaba, y se sorprendió un poco al leer la verdadera causa de su muerte.

- ¿La mató un minotauro? ¿También ha traído bestias como esas?...

Dejó salir un suspiro pesado y cerró su informe, volviendo a colocarlo donde estaba junto con el de su marido. Ahora entendía que el cuerpo de Rachel y sus compañeros de trabajo estuvieran destrozados. Una criatura así no podía estar libre. Solo esperaba que la hubieran atrapado, porque si no habría muchas más muertes. Salió de una vez del despacho y la comisaría, cerrándolo todo como si no hubiera pasado nada, y volando regresó a su "casa". Ahora que lo sabía todo, debía ir con Geremy y contárselo, aunque fuese duro de asimilar. Al menos estaría a su lado para lo que necesitara, porque pensaba cuidarlo y protegerlo. Tal vez se iría con algún otro familiar, los abuelos seguramente, pero eso no quitaba el hecho de que pudiera protegerlo de cualquier amenaza. Era lo menos que podía hacer por él. Pero tendría que esperar a que el sol apareciera para poder ir en su busca.

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