Mundo en Caos

[Capítulo 18]

[Siento la espera :') Con la universidad amargándome la vida con trabajos everywé no me da para escribir los capítulos, así que los siguientes puede que tarden un poquete en llegar </3]

Arthur lo observaba algo asombrado, no se esperaba una reacción así. Quería hacer todo lo contrario a eso: animarlo, hacerle sonreír, despegarlo de sus problemas. Pero acababa de abrir la herida que llevaba todo este tiempo intentado cerrar y ocultar a la gente. Los dos tenían un pasado que no querían recordar más. Solo estuvo un par de segundos así cuando Alfred se dio cuenta de lo que estaba pasando y se puso a buscar unos pañuelos para limpiarse el rastro de lágrimas. Mientras tanto el demonio se limitó a estar en silencio. Sabía que no debía decir nada más pero no podía dejar las cosas así, por lo que volvió a bajar la mirada y abrió la boca solo para disculparse cuando vio que el inglés ya se había calmado un poco.

- Lo siento... No debí decir todo eso...

Por un momento lo único que obtuvo por respuesta fue el silencio. No quería mirarlo a los ojos, no quería ver su dolor a través de ellos, por lo que permaneció en aquella postura hasta que Alfred se sintió con fuerzas para responderle.

- No importa... No ha sido culpa tuya. Tienes razón en todo lo que has dicho, pero la muerte de mis padres me sigue afectando como si hubiera pasado ayer... Y eso que los mataron esos... monstruos hace cinco años.

Arthur levantó levemente la cabeza para mirarle, sintiéndose aún culpable, e iba a consolarlo de alguna manera, pero Alfred alzó una mano hacia él para indicarle que no dijera nada más. Le sonrió levemente y se echó hacia atrás en la silla mientras terminaba de limpiarse rápidamente.

- Estoy bien... Ahora que sabes los motivos, ¿me dejarás hacer esto solo?

El inglés lo miraba aún con esa leve sonrisa en su rostro, intentando mostrarle que todo lo que le había contado era agua pasada, y el demonio no tuvo de otra que hacerle caso. Ahora, más que nunca, no quería dejarlo solo sabiendo cómo se sentía, pero también debía respetar sus decisiones.

- Claro... Iré a patrullar y volveré a las 2 para sacarte de aquí e ir a comer.

Dicho eso, Arthur se levantó de la silla y le sonrió un poco también, viendo que se formaba una pequeña expresión de asombro en el rostro de Alfred. Quiso decirle algo, pero se lo calló y le devolvió la sonrisa junto con un suspiro.

- De acuerdo. No voy a poder negarme de todos modos ¿verdad?
- Ya me vas conociendo.

Se despidieron brevemente y el demonio salió de la habitación, dejando al inglés de nuevo solo con su ordenador y sus archivos. Se obligó a caminar hacia el coche y a marcharse de allí para patrullar la ciudad en busca de monstruos o cualquier cosa sospechosa. Al menos había conseguido irse sin nadie a su lado que le entorpeciese el trabajo, ni que le dijese cómo podía mover el coche sin arrancarlo. Obviamente no sabía cómo se conducía aquel aparato, por lo que usaba su magia para moverlo.

Dio algunas vueltas por la ciudad, sin ver nada del otro mundo nunca mejor dicho, y decidió irse al fin hacia la zona S. Allí seguro que se encontraba con alguien como él, o al menos eso esperaba que ocurriese. Necesitaba respuestas lo antes posible para acabar con aquella masacre sin sentido. Llegó en unos 10 minutos, aparcó el coche en la zona desierta donde ya solo quedaban escombros de antiguos edificios, y salió del coche para aventurarse en aquel barrio que ya conocía muy bien. Se adentró por sus calles, seguramente antes transitadas por personas despreocupadas y sin problemas, mientras miraba hacia todos lados en busca de algo que le llamara la atención. Por suerte para el demonio, lo que buscaba fue hasta él.

- ¿Me echabas de menos y viniste a buscarme~? Aunque bueno, en realidad iba a ir a buscarte yo. Me has ahorrado el trabajo.

Al escuchar esa voz y reconocerla de inmediato, se volteó rápidamente y se puso en guardia al ver al hombre de cabellera plateada a unos metros de él. Estuvo a punto de ir hacia aquel asesino para inmovilizarlo e interrogarle, pero en ese momento alzó los brazos en señal de rendición. Su sonrisa desapareció y le mostró al demonio un rostro más serio.