Mundo en Caos

[Capítulo 5]

Llegó con unos pocos minutos de adelanto para la reunión. Entró en el edificio repleto de policías y se dirigió hacia el despacho de Alfred, seguido por las miradas curiosas de los demás oficiales. Llamó un par de veces a la puerta y acto seguido escuchó su voz dándole permiso para entrar.

- Ah eres tú. Estaba esperándote para irnos ya a la sala de reuniones.

Cuando entró Arthur, pudo ver cómo Alfred intentaba organizar todos los papeles que tenía repartidos en la mesa metiéndolos en carpetas algo desorganizadas. Para ser el jefe de policía de Londres no era muy ordenado.

- Esto... ¿Te ayudo con algo?
- ¡No no! Ya casi termino, gracias.

Se paró un segundo para dedicarle una pequeña sonrisa y terminó de recoger todas las carpetas, colocándolas en la estantería que tenía junto al escritorio. Dejó salir un suspiro pesado y se giró al fin hacia Arthur, quien lo esperaba junto a la puerta. Pero mantuvo la cabeza agachada al no poder mirarle.

- Tenía que hacer los informes de las muertes de mis compañeros... He tardado más de lo que esperaba.
- ...¿qué causa has puesto?

El inglés se mantuvo en silencio un instante sin levantar la mirada. El demonio empezó a entender parte del comportamiento de Alfred. Siempre que hablaban de un tema que no le gustaba o le costaba tratar, evitaba el contacto visual con la otra persona.

- Pues... Que estuvieron implicados en un tiroteo con el enemigo.
- Y todos recibieron un disparo en la cabeza ¿no? Vaya puntería debe de tener el enemigo.

Ante sus palabras, Alfred alzó la cabeza para mirarle algo confuso y observó el rostro molesto del demonio. Las palabras de aquel chico aún retumbaban en su cabeza. ¿Qué les costaba decir que una de las criaturas los había asesinado? Total, ya sabían de su existencia. No iba a cambiar nada. Segundos después, al darse cuenta de cómo había actuado, Arthur se volteó y abrió de nuevo la puerta.

- ¿Qué-?
- Eso es lo que van a pensar sus familiares. Vayamos ya a la reunión.

Se apartó para dejarle pasar y que pudiera guiarle hasta la otra sala, evitando él esta vez sus ojos. Alfred, aún intrigado por su comportamiento, decidió mantenerse callado y salió del despacho para llevar al demonio a la reunión. Cogieron el ascensor para subir hasta la quinta planta y llegaron a su destino justo a tiempo. El inglés no se molestó en llamar a la puerta y la abrió como si nada, entrando sonriente y alegre a pesar de haber estado hace nada con un semblante serio.

- Ya estamos aquí~ Siento la espera.
- Sentaos, por favor.

Uno de los hombres allí sentado, de apariencia adulta rondando los 50, les indicó con la mano unos asientos libres alrededor de la gran mesa rectangular para que se sentaran. Fueron a sus sitios en silencio y, una vez que se colocaron, otro hombre comenzó a hablar de forma seria.

- Bien, ya que estamos todos, empecemos con el primer y único punto del día.

Su mirada fue directa al inglés, quien se tensó al recibirla e intentó mantener la compostura, borrando la sonrisa de su rostro. Mientras, el demonio, analizaba rápidamente a cada uno de los hombres presentes en la sala. Todos bien vestidos, con sus trajes de diferentes tonos grisáceos y negros, y armados, cómo no. Presentía que algo iría mal en aquella reunión, y desvió su atención a Alfred mirándolo de reojo. Pudo comprobar que él también se sentía incómodo, como si supiera lo que estaba por venir.

- En estos últimos 2 años han muerto muchos más agentes que al principio de esta crisis.
- Lo sé, señor, pero-
- Se supone que deberíais estar manejando la situación y haciendo que esas bestias desaparezcan de una vez. ¿Cuántos más van a tener que morir hasta que soluciones este problema? Por no hablar de las bajas civiles.
- E-estamos en ello... No es fácil...