[Capítulo 19]

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Gilbert se quedó unos segundos pensando en silencio, dubitativo, con sus ojos clavados en el suelo de madera de la cabaña. No pasaron más de 5 segundos cuando Arthur volvió a hablar exasperado.

- ¿Lo sabes o no? Tengo otras cosas que hacer.

En su voz se notaba las ansias de acabar con todo, de obtener información, pero al ver los ojos de aquel muchacho supo que no iba a conseguir saber nada más.

- Lo siento... Solo conocí en persona a Iván, del resto solo sé de su existencia. Nuestro jefe es muy meticuloso. Tendrás que investigar por tu cuenta...

El demonio dejó salir un largo suspiro para mantenerse calmado y fue hacia la puerta, seguido por los ojos rojos de Gilbert.

- ¿Qué vas a hacer ahora?

Se mantuvo en silencio un par de segundos frente a la puerta antes de girar levemente la cabeza para mirarlo de reojo.

- Por ahora seguir con el trabajo de la policía... Por la noche es cuando puedo moverme mejor, así que esperaré a que se ponga el sol.

Nadie dijo nada más y Arthur pudo salir al fin de aquel lugar para regresar a su coche. Condujo por la ciudad haciendo un reconocimiento de las calles y tiendas, pendiente de que no pasara nada raro y memorizándolas para poder actuar de manera más eficiente en un futuro. En una de sus vigilancias pasó frente a una tienda de electrónica y se acordó de lo que le dijo Geremy. Aparcó el coche cerca y fue hacia la tienda para conseguir un teléfono móvil. No le resultó muy difícil obtener el mejor que había gracias a sus poderes, y volvió al coche para seguir patrullando la ciudad.

Algo aburrido logró pasar las 3 horas de su turno solo dando vuelvas por la ciudad. En cuanto vio que eran cerca de las 2 se dirigió de vuelta a la comisaría y aparcó en su lugar, bajándose rápidamente para ir directo al despacho de Alfred. Llamó un par de veces a su puerta, esperando que la voz de su compañero le diera el permiso que quería, pero nunca llegó a escucharla. Algo confuso decidió abrir la puerta y pudo comprobar que el inglés no estaba allí.

- Qué raro... ¿Dónde se ha metido?

Se acercó al escritorio para mirar el montón de papeles que había en él y pudo ver que se trataban de los informes de sus compañeros, todos ya completados.

- Tú debes de ser Arthur Kirkland, ¿verdad?

La repentina voz de un hombre le hizo darse media vuelta de inmediato, mirándole algo sorprendido. No lo había escuchado acercarse. Era como si hubiera aparecido allí de repente, e hizo que las alertas de Arthur se dispararan.

- S-sí, soy yo. ¿Ocurre algo?
- Lo siento, no quería asustarte.

Era un simple civil, o eso es lo que aparentaba y lo que le hacía sentir al demonio. Vestía unos vaqueros y una camiseta básica de color blanco. Y su sonrisa no le transmitía ninguna confianza. Después de todo lo que había vivido Arthur sabía que no podía confiar en nadie así como así. En esos breves segundos que transcurrieron antes de que se presentasen formalmente, el demonio no logró saber nada más de él. Y eso le molestaba. ¿Quién era? El sospechoso dio un par de pasos hacia él para acercarse y le extendió la mano como saludo.

- Me llamo Antonio.
- Encantado...

Arthur hizo el saludo breve para poder empezar a interrogarlo. Después de todo, no cualquiera puede llegar hasta el despacho de Alfred sin ser detenido un par de veces por alguno de los policías que rondaban la comisaría. Apartó la mano cruzándose de brazos y se apoyó en la mesa mientras no apartaba sus ojos de aquel muchacho.

- Si venía a denunciar alguna cosa debió esperar en el pasillo. Uno de los oficiales le hubiera atendido, lo sabe ¿no?
- Sé cómo funciona una comisaría, pero tenía que hablar contigo en privado. No tomará mucho tiempo.

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