Mundo en Caos

[Capítulo 38]

Arthur pasó el resto del día sentado en el tejado de la casa de Antonio, esperando a que llegara el momento de actuar. Aquello no sucedió hasta que dieron cerca de las diez de la noche, cuando sintió de la nada a otra persona dentro de la vivienda. Supo de inmediato que debía ser Luciano y se levantó para observarlos con cuidado a través de las ventanas una vez que volvió a pisar el suelo. El español, en cambio, estaba más nervioso que concentrado. El italiano lo había sorprendido cuando estaba en la cocina terminando de colocar en el lavavajillas los platos que había usado en la cena, y por un momento hasta se le había olvidado lo que tenía que hacer.

- Bueno, aquí me tienes. ¿Alguna idea de lo que quieres hacer?

Luciano se iba acercando peligrosamente a Antonio con una sonrisa de lado, quien se vio acorralado contra la encimera en cuestión de segundos. Aún así, logró recomponerse de la sorpresa y comenzó a llevar a cabo su actuación. Lo apartó delicadamente para poder pasar y, mirándolo de soslayo, le contestó en un tono de voz algo provocativo para que Luciano hiciera lo que le pedía.

- Mejor ir al salón, estaremos más cómodos ¿no crees?
- Por supuesto~

Ambos se dirigieron al salón y el español dejó que el italiano se sentara primero en el sofá, para así poder sentarse él después sobre sus piernas apoyando las manos en sus hombros. Luciano seguía mirándolo con esa sonrisa divertida en su rostro, sin saber que en el fondo Antonio solo tenía ganas de vomitar y de salir corriendo.

- No entiendo tu repentino cambio de actitud pero tampoco voy a quejarme...

Sus manos fueron directamente a la cintura del español y lo acercó más a él, haciendo que sus miembros empezaran a rozar por encima de sus pantalones. Por instinto Antonio se tensó un poco pero obligó a su cuerpo a seguirle el juego, acercándose un poco más a su rostro sin dejar de mirarle a los ojos.

- Bueno, me habéis tenido aquí encerrado mucho tiempo, apenas me dejáis divertirme... Y a ti te tengo a mano.
- Capito.

Luciano amplió un poco más su sonrisa al escuchar sus motivos y no esperó más para poseer sus labios. El español siguió su juego de lenguas con mucho pesar mientras pasaba las manos por su cabello, aguantándose las ganas de tirar de ellos y de arrancárselos de la cabeza. El italiano fue bajando sus manos hasta su trasero y no dudó en masajearlo a su antojo, haciendo que Antonio estuviera cada vez más incómodo. Mientras tanto, Arthur observaba todo desde fuera sin poder actuar aún. Si no cambiaban de posición, no podría atacar a Luciano sin herir posiblemente al español. Aunque, por suerte para él, el italiano pareció escucharle y echó a Antonio a un lado para ponerse encima suya. No lo dejó quejarse al volver a apoderarse de sus labios, manoseando todo su torso por debajo de la camiseta mientras movía su cadera para obtener más placer. El español dejaba que hiciera lo que quisiera con él mientras deseaba que todo acabara de una vez y odiando cada vez más la idea que tuvo. En cuanto el demonio vio que Luciano estaba lo suficientemente ocupado como para estar pendiente de otra cosa que no fuera su propio placer, se transformó en una serpiente y se coló por debajo de la puerta de la entrada, yendo directamente al salón para morder en el tobillo a su objetivo unas cuantas veces.

- ¡Agh!

Luciano se apartó de Antonio enseguida al sentir los mordiscos y se levantó de sofá tambaleándose. Miró a su alrededor confuso pero, antes de que pudiera huir, cayó de golpe al suelo al sentir que su cuerpo se paralizaba.

- ¡Al fin! Te has tomado tu tiempo ¿eh?
- Tampoco te veía tan mal.
- Vete a la mierda.

El italiano no podía ver de quién era la segunda voz que había en la sala ya que Arthur se había vuelto a transformar en él mismo justo a sus pies, pero la reconoció de inmediato. El demonio decidió moverse para poder estar en su campo de visión y se puso de cuclillas frente a él, mirándole con una sonrisa victoriosa que tuvo el efecto que quería en Luciano. Aunque no pudiera moverse, pudo ver que intentó fruncir el ceño debido a la furia.