Lunes, 2 de noviembre. Casa.
Esa mañana había sido extraña desde que Jungkook se había levantado y lo primero que había visto había sido la poca luz entrante por su ventana. El día estaba nublado y los pájaros no cantaban como todos los días por las mañanas, el ambiente estaba pesado, no tenso, simplemente, como si algo estuviese sobre sus propios hombros, pero no estaba seguro que los demás igual pudiesen sentirlo.
El sonido de la regadera retumbaba en la habitación, por alguna razón más que nunca, esas gotas cayendo y la voz muda de Jimin en la habitación de al lado, aquella la cual no cantaba, no celebraba un hecho considerado histórico.
Por eso cuando Jungkook colocó sus zapatos y su camiseta se miró al espejo, vio su rostro saludable, ninguna ojera debajo de sus ojos, su cabello suave y brillante, sus labios rosas bien hidratados junto a su piel limpia. Pero por laguna razón, a pesar de su aspecto, se sentía mal, asqueroso, como si estuviera enfermo, como si no hubiera dormido por más de dos noches seguidas. Estaba acabado por dentro.
Entonces su vista se ajustó y adaptó a la figura masculina que se asomó por detrás de él reflejándose a través del espejo. Jimin estaba en el marco de la puerta del baño, secando su cabello con la toalla, usando la sudadera y el pantalón con el que había llegado aquel desafortunado lunes.
Jungkook se volteó y lo miró, ambos lo hicieron. No necesitaron decir nada para saber la razón por la que aquel día era importante para Jimin, o era la perdición para Jungkook.
Por fin sus padres se iban a casa, Jimin se iba a casa y Jungkook, Jungkook obtendría su merecido.
—Deberías llevarte el acondicionador para tu cabello, ha dejado tu cabello más suave y brillante que desde que lo vi la primera vez. —Jimin forzó una sonrisa y se giró hacia su costado izquierdo para extender la toalla en donde siempre, en la silla del escritorio de Jungkook—Fue muy costosa, quedará aquí abandonada y sin que nadie la use, es mejor que la tengas.
—La llevaré, gracias. —le dijo acomodando su cabello con sus dedos y caminando hacia él. Pasó por su lado, chocando su hombro cuando pasó enfrente suyo y se paró justo donde estaba el espejo para mirarse de pies a cabeza.
Jungkook cruzó sus brazos y tragó saliva mientras miraba la espalda de Jimin, sus hombros estaban tensos, podía notar como su espalda estaba rígida y sus labios temblaban suavemente. Vio como Jimin se extendía al mueble al lado del espejo y tomaba aquel bálsamo que Jungkook le había dado un día en el sótano debido a sus labios resecos y rotos. Frotó su dedo con el labial y lo deslizó por sus propios labios, dejándolos brillosos y con un dulce sabor a cereza.
—También puedes llevártelo. —Jimin giró su cabeza levemente para mirarlo de reojo y asintió.
—Me gusta, no solía usar bálsamos de sabores, siempre en casa usaba naturales. —Jungkook caminó hacia él y se detuvo justo detrás suyo—Este es realmente lindo, y es dulce.
—A mi anterior novia le gustaba que usara bálsamos, decía que siempre tenía mis labios muy resecos así que en mi cumpleaños pasado me compró una caja llena de ellos, de diez sabores distintos. —Jimin soltó una suave risa—Por supuesto que los usé, y uso, no puedo vivir sin ellos.
—Supongo que el de cereza casi no te gusta. —Jungkook miró sus labios a través del espejo.
—Al contrario, es mi favorito. —Jimin frunció su ceño suavemente—Pero puedes quedártelo, aún tengo de uva, manzana y otros más, es hora de probar algo nuevo. —Jimin miró el bálsamo y lo guardó en el bolsillo de la sudadera vieja, dejó sus manos allí y se giró, apartándose del espejo mirando a Jungkook quien estaba tan solo un par de pasos de distancia—¿Cómo estás? —Jimin suavizó su expresión.
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Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.