Epílogo

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Si hace seis años alguien hubiera llegado a Jungkook y le hubiera dicho que no aceptara la oferta del concurso de fotografía porque gracias a ello conocería a un hombre del cual se enamoraría y sería su mayor bendición y su peor perdición, él habría reído, lo hubiera hecho e igualmente, hubiera llegado a donde estaba en este mismo momento, hubiera terminado tal y como estaba en ese instante, besando al amor de su vida y apretándolo fuerte entre sus brazos como si fuese a desaparecer de su vida.

Amando a Park Jimin como nunca nadie antes lo había amado.

Los dedos en sus cabellos, su hermoso rostro contra su pecho, sus manos apretando su camiseta tan fuerte, aferrándose a él como si fuera su vida.

Si su vida tuviera que ser recapitulada, Jungkook pensaría que ese momento sería una fantasía, que seria algo que nunca podría vivir de nuevo, ese sentimiento de calidez, de emociones explotando en tu interior, de regresar con esa persona que podía decir que era su mitad.

Cuando era un niño tímido, pequeño y callado popular y amado por todos. Cuando era un chico enamorado de catorce años, cuando su corazón de niño de catorce años fue roto. Cuando era un adolescente alegre, viviendo su vida, saliendo con chicas que no quería, sonriendo a la gente que no le agradaba solo por mantener apariencias. Cuando fue un joven universitario con un futuro exitoso. Cuando fue un joven arruinado por el hombre que amaba.

Cuando había pensado que su vida había vuelto a ser tan solitaria y vacía como cuando aún no había conocido a Jimin. Cuando volvió a encontrar a Jimin después de tantos años.

Cuando Jimin lo escogió una vez más por encima de quien era el hombre correcto y perfecto.

Jungkook había en todos sus años en la cárcel asimilando su vida, lo que ella significaba sin Jimin, el valor nulo que esta tenía sin él. Después de haber fingido su mejor sonrisa frente a Jimin aquella noche en las celdas y haber sido condenado, Jungkook realmente se había cuestionado cómo es que había podido decirle a Jimin que no lo esperase, cómo es que había aceptado que Jimin siguiera adelante sin él, cómo es que con todas sus fuerzas lo había dejado ir.

Meses y meses en terapia, yendo con la terapeuta de su región en la cárcel habían ayudado, Jungkook había entendido la razón por la que Jimin respetaba la salud mental, el porque le importaba tanto. Habían bastado dos años para que Jungkook viera con claridad todos sus errores, todos sus problemas, para que él por fin lograra ser la clase de hombre que debió haber sido y no había podido.

Por eso, cuando había vuelto a ver a Jimin en la cafetería, luciendo tan joven y hermoso como la primera vez que lo había visto, Jungkook había soportado las ganas de dejar su puesto, girar por la vitrina y besar a Jimin allí en frente de todos, sin importar las consecuencias que eso fuera a llevar consigo. Tratando de hacerle recordar la promesa que le había hecho la noche antes del juicio, tratando de recordarle que ambos habían jurado que se amarían por toda la vida sin importar si un hombre o una mujer estaba de intermedio.

Sin importar que Namjoon lo hiciera.

Pero no había sido relevante, al menos no cuando a pesar de que Jimin hubiera estado comprometido con el hombre de sus sueños, él había pasado el poco tiempo que tenía en Busan con él y no con su prometido.

Ellos habían intentado ser amigos, se suponía que eso eran, solo amigos, ellos lo habían aclarado desde el primer día pero, había sido en vano cuando cada día que pasaba, cada vez que ellos se encontraban en la cafetería, salían a caminar o a tomar algún helado o comer alguna comida rápida, ellos se sonreían, reían juntos y se tocaban sin siquiera quererlo, se enamoraban sin siquiera desearlo.

Tres semanas habían bastado para que los sentimientos de Jungkook y de Jimin florecieran nuevamente después de cinco años. Ahora sin ningún proyecto de intermedio, sin ningún secuestro, sin ningún síndrome. Ahora de verdad, ahora afirmando lo que siempre había sido desde un principio, un romance fuera de lo común entre un chico de veintitrés y un hombre de veintisiete años.

Sidekicks [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora