Jimin desde que había tenido ocho años de edad se había dado cuenta que no era como todos los niños de su alrededor. A él no le gustaban esos juegos bruscos, no le gustaba molestar a las niñas, odiaba que le dijeran que tenía que ser fuerte, que no tenía que llorar, que tenían que gustarle las niñas. Jimin lo supo a penas con sus cortos ocho años de edad había besado la mejilla de uno de sus amigos de su colegio y él le había empujado preguntándole por qué lo había besado, Jimin le había dicho que era lindo y el niño le había gritado "rarito", rompiendo su amistad al instante.
Había vivido su infancia ocultando lo que parecía ser malo, su gusto por los niños en vez de por las niñas. Jimin nunca se había odiado, al contrario, sabía que no era algo malo, sabía que simplemente él era diferente. Amar a una persona de tu mismo sexo no era malo, solo amabas a una persona y eso era lo que importaba. Pero todo se había vuelto un problema cuando desde que había cumplido diez años y había entrado a su nuevo colegio, los niños se burlaban de él por lucir "afeminado", por tener una cara bonita y una voz chillona.
Durante tres años Jimin había soportado todo tipo de abuso escolar, no solo a finales de su escuela elemental, sino también en su escuela primaria.
Lo golpeaban, lo zarandeaban y le robaban su desayuno. Jimin siempre trataba de ocultar sus lágrimas, de fingir estar bien, incluso cuando llegaba a su casa trataba de pasar de largo hacia su habitación y no comer para evitar a su padre, pero era imposible, sobre todo cuando era el único hijo varón y su padre quería que se comportara como un alfa en una manada de lobos.
Sobre todo, era imposible porque Jimin no podía quedarse callado cada vez que en aquel departamento sucio y viejo se escuchaban los gritos de su madre y su hermana menor siendo mangoneadas por ese hombre. Jimin gritaba y tiraba golpes al aire, hacía todo lo que estaba a la mano de un niño de catorce años podía hacer, todo lo que llevaba haciendo desde que había sido consiente del maltrato que su padre hacía a su familia.
—No sé cómo pude casarme con una mujerzuela como tú. Debí hacerle caso a mi madre y buscar algo mejor. —dijo su padre a cascarrabias empujando el plato de comida hacia el centro de la mesa y levantándose de su lugar. El pequeño Jimin de catorce años había visto con terror a su hermana menor esperando que se fuera corriendo de allí, ambos sabían que lo que esto iba a terminar.
—Si no te gusta la comida mejor te la preparas tú. —le respondió su madre enojada, levantándose y tomando el plato que su padre acababa de dejar. Entonces Jimin se hizo pequeño en su asiento cuando su padre se levantó y se dirigió hacia su madre a quien no dejó ir a la cocina porque la había tomado del brazo y la había jaloneado hacia su cuerpo—¡Suéltame, Jaesuk! ¡Me lastimas! —Jimin se escabulló por debajo de la mesa y tomó la mano de Yejin para arrastrarla hasta su habitación en busca de protección.
A penas la tomó del brazo miró de reojo a sus padres y vio como la tomaba del cuello y ella trataba de defenderse. Jimin trató de ignorar la escena y puso llave a la puerta de su habitación, echándose a la cama junto a su pequeña hermana de diez años y abrazándola fuerte.
Escenas como esas eran comunes en su hogar, como esas y como otras en las cuales Jimin era víctima de abuso psicológico, teniendo que insultar a su madre porque su padre se lo pedía, teniendo que quedarse parado viendo como su padre golpeaba a su hermana menor por no hacer caso, viendo como incluso su madre solo observaba y se quedaba callada.
A veces Jimin pensaba que su madre era una víctima de su padre, que ella deseaba tanto como él y Yejin huir de esa casa, abandonar a su padre y por fin ser felices lejos de un hogar toxico. Pero no era así, su madre también estaba mal, lo había descubierto cuando una noche su padre había regresado borracho a casa y ella lo había encerrado en una habitación mientras él gritaba y la insultaba. Jimin había escuchado a su madre insultarlo y decirle que se fuera al infierno. Y cuando Jimin le había preguntado por qué no se iban lejos, lo dejaban allí encerrado y huían para dejar de ser maltratados por él, su madre le había mirado enojada. Jimin incluso aun recordaba esos ojos llenos de rabia y sus manos tomando su cabello con fuerza.
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Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.