Capítulo 58

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Si había algo que Seong Eunmi odiara más que a nada, era la navidad, bueno, eso después del inverno en general.

Se quejó en voz baja cuando escuchó a los alrededores música navideña y a personas caminando en familia o en pareja tomados de las manos con bolsas y más bolsas, posiblemente llenas de regalos. Eso le hizo recordar que tenía que poner el árbol de navidad con sus hijos. Casi rodó los ojos. No le quedaba de otra, ellos tan solo tenían diez años y les hacía ilusión como todos los años poner el árbol en familia, y como buena madre que era, tenía que hacerlo con ellos.

Miró la hora en su reloj de mano y vio como faltaban tan solo quince minutos para las tres de la tarde de aquel lunes, había llegado a tiempo para su próxima consulta.

Empujó la puerta y vio a Sodam -su secretaria- quien la miraba con una sonrisa agradable.

—Buenas tardes doctora Seong. —Eunmi le sonrió.

—Buenas tardes Sodam. —respondió amablemente a la muchacha.

—En un momento le diré el nombre de su paciente y le mandaré su expediente electrónico, al parecer ya tenía uno previo con él así que posiblemente lo reconozca. —enarcó sus cejas sorprendida.

—Bien, entonces lo espero. Me prepararé para la consulta. —la chica asintió y devolvió su vista a su computador.

Eunmi no tenía idea de quien podría ser, su secretaria era relativamente nueva así que posiblemente era la razón por la cual no conocía a quien llevaría la cita así que supuso que el paciente era antiguo, después de todo llevaba años en su consultorio personal y había tratado con muchas personas en el transcurso de los años y, si era honesta, ella era muy buena en su trabajo, muchas personas la recomendaban por ello así que posiblemente ni siquiera ella recordara al paciente hasta después de leer su expediente.

Llevaba alrededor de seis años con su consultorio privado. Cuando había sido despedida de su anterior empleo por ser demasiado "dura" con sus pacientes había pensado seriamente si dejar de trabajar era la mejor opción y mejor dedicarse a sus pequeños dos hijos de cuatro años, después de todo ellos tenían el suficiente dinero como para que solo trabajase su esposo pero, ella amaba su trabajo, amaba poder ayudar a las personas que lo necesitasen, ella quería ser psicología, le apasionaba. Así fue entonces como se había decidido por abrir su propio consultorio.

Al inicio había sido sencillo, solo ella y su antigua secretaria. Tenía dos o tres pacientes constantes el primer año, eso hasta que poco a poco la gente empezó a recomendarla y no dio para abasto, teniendo que contratar a otro doctor más, el doctor Song, hombre con quien trabajaba en ese consultorio. Y entonces, tanto él como ella, fueron de los psicólogos más solicitados de la ciudad, ella siendo su propia jefa y amoldando su horario a como más le gustase, pero sobre todo, amoldándolo en base a sus hijos para así pasar rato con ellos ya que, aún después de tantos años, aún seguía sin agradarle la idea de sus hijos siendo cuidados por una niñera la mayor parte del día.

Soltó un suave suspiro y se estiró luego de prender su ordenador. Mientras esperaba que encendiera caminó por la oficina, limpiando y acomodando algunos libros en el lugar y levantando tazas de café de los pacientes de la mañana.

Sonó el tono de llamada del teléfono fijo y se acercó, apretando el botón de altavoz.

Doctora, ya le envíe a su correo el expediente, el paciente llegará en cinco minutos.

—Gracias Sodam. No me avises cuando llegue, solo toca mi puerta y dile que pase. —dijo colocando sus lentes para ver bien la pantalla del ordenador y abrió su correo electrónico.

Sidekicks [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora