Aquel sábado por la mañana no había sido el único momento en el que habían comido juntos sin Jimin tener que estar atado. Después de ese momento, para desayunar, almorzar y cenar, Jimin era desatado por Jungkook. Se había vuelto una clase de costumbre, una la cual usaron por un par de días más, una en la cual comían en silencio, a veces Jungkook miraba a Jimin y este jugaba con su comida, sin siquiera imaginar lo que Jungkook pensaba al verle.
Ese día era martes por la mañana, Jimin miró el reloj y esperó a Jungkook, ya que eran las ocho a.m., era justo la hora en que se escuchaba a Jungkook abrir la puerta y bajar por las escaleras. O al menos se suponía porque cuando dieron las nueve a.m. Jungkook ni siquiera se había presentado, ni siquiera escuchaba ruido alguno por la casa. No había estado a tiempo para el desayuno.
Jimin forcejeó el amarre de sus muñecas con la silla, sus brazos dolían ya que la noche anterior, Jungkook parecía haber atado la cuerda cuando Jimin no estaba en una pose adecuada provocándole dolor entre ratos, al igual que se entumía de vez en cuando. Jimin cerró sus ojos esperando con ansias que Jungkook bajara, necesitaba ser desatado, no podía aguantar más.
Y justo como si telepáticamente le hubiera llamado, se escucharon unas llaves siendo introducidas en la puerta. Jimin miró hacia arriba de las esclareas, viendo la parte superior de la puerta como se abría, y a continuación Jungkook cerrando la puerta y bajando por las escaleras. Pero algo no estaba bien, le pasaba algo a Jungkook. Sus ojos ni siquiera lo habían mirado, su mirada estaba perdida, estaba gacha junto a sus manos que jugaban con las llaves, incluso ni siquiera había llegado con el desayuno como siempre.
Jimin guardó silencio, se dejó hacer. Cerró sus ojos cuando por fin sintió la libertad una vez más, incluso cuando el menor se agachó y desató por igual la soga atada en cada uno de sus tobillos. Lo siguió con la mirada y se confundió cuando vio a Jungkook enrollar las sogas y pasarlas sobre su muñeca.
—Perdón por no venir a desayunar. —dijo Jungkook sin dar explicaciones, explicaciones las cuales Jimin había pensado recibir—Si te soy sincero, ni siquiera yo desayuné, no hice nada. ¿Tienes hambre? Puedo preparar algo de ramen.
Jimin lo miró desde abajo, aun sentando en la silla de madera—¿No vas a comer tú también? —preguntó curioso en voz baja. Jungkook negó.
—No tengo hambre. —metió su mano en su bolsillo derecho y sacó una pequeña caja del lugar la cual extendió a Jimin. Jimin la tomó entre sus manos y la miró, leyó la portada y luego le devolvió la mirada al joven—Es ungüento, para tus heridas. Perdón por no haberla comprado antes. —Jimin abrió la caja y sacó aquel tubo donde el ungüento se encontraba. Giró la tapa y sacó un poco del mismo, posándolo en su dedo y mirándolo fijamente—Espero te funcione, lamento haberte lastimado, seguramente queden marcas. —el rubio ni siquiera respondió a cambio, solo se dedicó a deslizar la crema por su muñeca izquierda al rededor de su piel irritada, aquellas marcas rojas y con pequeñas costras en algunas partes. Se quejó cuando las tocó, frunció su ceño sintiendo dolor al tocarse, le ardía, y no por el ungüento, sino por el hecho de que estaba tocando sus heridas las cuales estaban frescas debido al incorrecto amarre que había tenido toda la noche—Espera, déjalo. —le indicó Jungkook, quitando el medicamento de su mano y posándolo a un lado en el suelo—Dame un minuto.
Jungkook caminó hacia las escaleras y las subió corriendo, yendo a por algo de lo cual Jimin no tenía idea. O al menos no la tenía hasta que lo vio bajar con un bote transparente y un par de algodones. Era alcohol.
El menor por el camino tomó la silla frente al escritorio viejo de la habitación y la acercó hacia donde estaba Jimin, justo en frente suya. Se sentó en ella y lo miró—Permíteme tu muñeca, hay que limpiar primero las heridas. —el mayor le extendió su mano y sintió las de Jungkook tomarla con delicadeza, acomodándola sobre la propia una vez tenía el algodón con el alcohol—Va a arder un poco. —avisó, Jimin observó sus movimientos y gimió de dolor a penas aquel liquido tocó su muñeca—Está bien, pasará rápido. Verás que con el ungüento curará en nada.
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Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.