13 de octubre, 11:00 a.m. Sótano.
¿Cuánto había pasado entonces desde su secuestro aquel lunes? ¿Un mes? Jimin se había quedado en blanco a penas Jungkook le había dicho que al día siguiente era su día de cumpleaños, Jimin estaba tan distante a la realidad que ni siquiera recordaba aquel dato, era como si simplemente estuviera en otra dimensión. Ese iba a ser como aquel cumpleaños número veintitrés el cual había pasado solo drogado en su departamento luego de tener sexo con un desconocido. Al menos sus antiguos cumpleaños habían sido con sus amigos en los refugios, no completamente solo sin saber en qué día del año se encontraba.
Esos últimos días Jimin la había pasado relativamente tranquilo. Ya no era un Jimin sin alma que estaba sentado en el sofá escuchando la puerta del sótano una y otra vez siendo abierta, ahora era un Jimin simplemente mirando a la nada, escribiendo sobre las páginas de los libros y mirando el reloj en espera de la llegada de su raptor debido a su trabajo por la tarde. Jungkook solía ir a penas regresaba de su trabajo con postres, lo miraba comerlos y le hablaba un poco, luego le daba las buenas noches y se iba a dormir, si no era que luego por la madrugada de repente lo encontraba mirándolo sentado en el suelo o simplemente de pie, observándolo fijamente a través de la oscuridad.
Jimin había incluso dejado de sentir aquel miedo tan intenso que tenia hacia el menor. Ahora solo se dejaba mirar, dejaba a Jungkook sentarse a su lado, recostar su cabeza en sus muslos y pedirle con la mirada que acariciase su cabello. Jimin incluso solamente lo miraba a los ojos, ambos haciendo contacto y hablando a través de ellos. Con las manos del menor jugando con el borde de su propia camiseta y las de Jimin peinando aquellos cabellos con olor a dulce y cítricos, posiblemente gracias a uno de los tantos producto de higiene personal que usaba.
Pero aún así no había bajado la guardia, nunca lo haría. Siempre pensaba en que podría aprovechar una de esas veces de vulnerabilidad de su secuestrador para irse, pero, la idea de atacar a alguien, matarlo. Su estomago se revolvía de solo pensarlo, sabía que era por su propia vida, pero no podía hacerlo aunque Jungkook le estuviera posiblemente, provocando un trauma el cual -si salía con vida de allí- llevaría consigo toda su vida.
Jimin creía en todas esas anécdotas, esos artículos y documentales de personas que sufrían de secuestros, abusos, esas personas que salían con vida y todas las vivencias quedaban en su cabeza, aún fueran a terapia, aún ellos rehicieran su vida como una persona normal, simplemente eran escenas que siempre estarían en su mente, escenas con las que tendrían pesadillas hasta el día que muriesen.
Traumas los cuales, aunque Jimin posiblemente no notara en ese instante, lo haría una vez fuera una vez pisando la realidad. De una u otra forma, la vida de Jimin ya estaba arruinada.
Por eso caminó por la habitación recogiendo una que otra basura del suelo, las tomó todas y las llevó al pequeño bote de la habitación haciendo un nudo y dejándola en su lugar. Dobló la sabana y acomodó la almohada sobre el sofá. Eran las once de la mañana y Jungkook no tardaría en llegar. Y como si lo hubiese invocado, justo un par de segundos después había escuchado la perilla de la puerta ser movida, posiblemente Jungkook introduciendo las llaves en los cerrojos.
Se sentó en el borde del sofá y vio el cabello de Jungkook con un pequeño amarre. Lo siguió con la mirada, observando su mano derecha la cual tenía dos bolsas grandes, una en cada una de sus manos.
—Hola. —le dijo Jungkook con una suave sonrisa cuando posó las bolsas en el suelo al pie de las escaleras y volvió a subirlas para cerrar la puerta de la entrada—Puedes ver las bolsas. —Jimin lo hizo, se apartó del sofá y se acercó a lo que el menor había llevado. Las tomó y las llevó hacia el suelo al pie del sofá. Abrió la primera bolsa y sacó una caja la cual era de tinte para cabello color negro así que supuso que era el que iba a aplicarle—Es un tinte natural, fue más costoso, pero no quería comprar una barato que pudiera dañar tu cabello.
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Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.