Sus sentidos estaban débiles, estaban perdidos mientras aquellos suaves y dulces felpos besaban los propios. Sus grandes manos posadas sobre sus hombros torpemente y sus ojos cerrados con fuerza. Jimin lo observaba, con la mirada nublada y su nariz roja y sensible junto a sus ojos abiertos y levemente hinchados. No sabía qué hacer, sus manos estaban congeladas, su cuerpo entero. Su cabeza daba vueltas.
¿Cómo había llegado a aquella situación? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué Jungkook estaba besándolo?
Todo había comenzado aquella mañana en donde iniciaría el día en que todo lo que parecía correcto, en que todo iba a bien y por fin su vida dejaría de ser una miseria llena de desgracias. Aquel día en que su vida daría el tan conocido giro de 180° grados.
A penas se había levantado, Jimin había abrazado a Namjoon, despertándolo con un par de besos por su espalda desnuda y caricias en su brazo. Ese día en especial se había dedicado a disfrutar de los últimos minutos en su cama junto a Namjoon, después de todo no lo iba a ver en la próxima semana, y aunque pareciera tonto, iba a extrañarlo con todo su corazón. Namjoon se había vuelto parte de su vida diaria, un día sin ver a Namjoon era extraño, y hacía que sintiera aquella necesidad de tener su presencia.
Ya tenía sus maletas preparadas, los cambios de ropa, sus productos de higiene personal y uno que otro accesorio, siempre procurando no llevar mucho equipaje ya que quería ir cómodo, preparado para lo que aquel viaje significaba.
Como todas las mañanas, Namjoon hizo el desayuno siguiendo un video tutorial mientras Jimin preparaba el café y la mesa luego de salir de la ducha, listo para dirigirse al aeropuerto. Para no perder el vuelo, habían decidido ir desde temprano y pasar el medio día allí, después de todo, se habían levantado tarde aquel día y su vuelo salía por la tarde noche.
—Si regresas antes de la semana, avísame. También necesito que me respondas las llamadas y los mensajes y me cuentes lo que pase. —Jimin rodó los ojos con una sonrisa divertida.
—Sí, papá. ¿Algo más? ¿Acaso quieres que te mande mi ubicación cada vez que salga a la calle para no perderme el rastro?
—No seas bobo, hablo en serio. Necesito asegurarme que vas a estar bien. —Namjoon acercó las maletas de Jimin a la puerta mientras lo observaba terminar de levantar los platos una vez ambos terminaron de desayunar.
—Namjoon, no voy a un retiro espiritual o algo por el estilo. Por supuesto que vamos a hablar, simplemente resolveré todo yo solo, te contaré todo, no planeo tampoco desaparecerme una semana entera sin dar señales de vida. No es el plan. —Jimin colocó los platos en el lavaplatos y prendió el botón de trabajado. Se lavó las manos y las secó en sus pantalones, tomando los lentes del bolsillo de su chaqueta de cuero negro y colocándoselos—¿Vamos? —Namjoon asintió y cuando Jimin llegó hasta la puerta donde él se encontraba, con su mano, tomó su barbilla y la alzó para besar suavemente los labios de su novio. Jimin soltó una risilla tonta y lo miró a los ojos con amor.
El camino al aeropuerto había sido en silencio. Namjoon posando su mano derecha en el muslo de Jimin y este con su mano posada sobre la de su novio, y una que otra mirada cómplice.
El aeropuerto estaba casi vacío, solo habían algunos extranjeros caminando por el lugar y hablando entre ellos, también habían unos que otros que parecían llegar luego de un viaje de horas, con cara de cansancio y sus cabellos desarreglados. Jimin de repente sintió un golpe de nerviosismo, su corazón empezó a latir fuerte y se abrazó del brazo de Namjoon, tratando de tranquilizar esas repentinas ganas de decirle que ya no quería ir al viaje.
Y es que la idea de enfrentar a su madre le aterraba, no iba a negarlo. Eso era un tema el cual había tratado de evitar por años, desde que lo habían echado de casa y no había podido hacer nada más que soportar maltrato por parte de ella y su padre. Su madre ya era una mujer mayor, pero era una mujer fuerte, no solo físicamente sino psicológicamente, con temperamento pesado, firme y segura. Sabía que lo que enfrentaría no era sencillo de superar, sabía que el tratar de recuperar esa posibilidad de poder ver a su hermana menor de nuevo luego de años era casi imposible, pero haría lo posible para lograrlo, para ver a la pequeña Yerim, a quien era su todo y la razón por la que había soportado años de maltrato físico y psicológico, por quien se levantaba cada mañana con una sonrisa dibujada en su rostro.
ESTÁS LEYENDO
Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.