Lo primero que hizo Jimin al llegar a su departamento fue llorar, era lo único que quería hacer, lo único que pudo hacer. A penas cerró la puerta de su departamento se apoyó contra ella, lanzando las llaves al suelo y cubriendo su rostro con sus manos, ahogándose con su propio llanto, sintiendo en su pecho una presión tan fuerte que incluso pensó que podría llegar a morir.
Sus manos estaban temblando, sus ojos ardían como el fuego y sus dedos se desesperaban en limpiar las lágrimas deslizándose por sus mejillas. Había estado tanto tiempo en el suelo, sentado y mirando más que la oscuridad de sus manos cubriendo sus ojos que ni siquiera quería retirarlas, no quería ver su propio departamento vacío, no quería abrir los ojos y darse cuenta que de nuevo estaba solo.
Por eso como pudo, con el nudo en su garganta y sus manos temblando se había levantado del suelo, había quitado sus zapatos y se había apoyado en el respaldo del sofá, sosteniéndose en él y obligándose a recuperar la respiración.
Giró su cabeza hacia la entrada donde las llaves yacían, vio la pequeña estantería de zapatos vacía, únicamente su par de pantuflas allí sobre aquella madera. Vio el perchero, vacío, ningún saco café gigantesco estaba allí, ninguna bufanda, ninguna boina de cuero, la boina que Jimin le había regalado a Namjoon por su cumpleaños. Sus labios temblaron nuevamente y su pecho se contrajo.
No sabía si estaba sufriendo una clase de ataque de ansiedad, no estaba seguro, pero de lo que sí estaba seguro, era que dolía, su corazón dolía mucho.
Era como si el pisar de nuevo su edificio, ver el parque, a la recepcionista saludándolo sorprendida, ver el ascensor, su numero de departamento, su mismo departamento, le hubieran golpeado con fuerza, un golpe que le había hecho entrar en razón. Jimin había regresado a la realidad, estaba en la vida real nuevamente.
Mientras respiraba hondo y sus pies se movían inconscientemente hacia la cocina, tomó rápidamente un vaso de cristal y corrió al lavabo, llenando el vaso y bebiendo como si estuviera en medio de algún desierto del Sahara completamente deshidratado. Bebió quien sabe cuantos vasos de agua, dos, tres, cinco, no lo sabía. Y cuando se sintió saciado lo dejó a un lado, apoyándose en el lavabo y cerrando sus ojos, calmando sus repentinas ganas por tomar el objeto de cristal y estallarlo contra el suelo.
Ladeó su cuello y lo estiró, se extendió con sus brazos y adentró su cabeza entre sus brazos. Cuando regresó a una postura decente se enderezó y abrió los ojos, vio sus propias manos tranquilas y sintió sus ojos secos junto a sus mejillas. Había pasado, se había terminado.
Repasó sus dedos por su cabello oscuro y lo peinó con ellos. Y como si nada hubiera pasado salió de la cocina.
Miró el salón, vio todo acomodado, limpio. El sofá no estaba como cuando él se había ido. Estaba con los cojines simétricamente acomodados en fila, la mesa de café bien centrada, las librerías limpias sin una pizca de polvo. Incluso vio desde el salón como la cocina estaba bien, limpia, sin ningún traste sucio a parte del vaso que acaba de tomar.
Se quitó sus zapatos a medio pasillo y caminó descalzo hasta su habitación, abriéndola y viendo la hermosa mañana a través del gran ventanal de su habitación. Miró su cama, las sabanas blancas bien acomodadas, los cojines en su lugar al igual que los del pequeño sofá individual al lado del ventanal y las estanterías con sus libros de literatura favoritos.
Namjoon había dejado todo en orden. Incluso el piso olía a ese característico olor a flores gracias al aromatizante que Namjoon tanto amaba y compraba para él. Incluso había limpiado todo luego de él mismo haberle contado la falsa infidelidad, se había dedicado a dejar todo tal y como a Jimin le gustaba, no había ningún rencor en sus acciones. Namjoon realmente le amaba, le había amado.
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Sidekicks [Kookmin]
FanfictionEl amor era tan maravilloso que en vez de ver todo color rosa veía todo color rojo. No lo recordabas así, ¿no, Jimin? Síndrome de Estocolmo ©nattxn, 2020.