Estimada señorita Black:
La espero en mi despacho dentro de media hora antes de que empiecen sus clases.
Un saludo.
Albus Dumbledore.
PD. Me encantan los caramelos de limón.
-¿Dumbledore quiere verte en su despacho? ¿Qué has hecho, Hal?-preguntó Jake cuando esta le dijo de que se trataba la carta.
-Que yo sepa no he hecho nada...
-Será mejor que vayas ya a ver que quiere...-le sugirió Jake.
Terminando a todo correr lo que le quedaba de desayuno, Halley se dispuso a hacer el camino hacia el despacho del director. Había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho, esa sala era como un segundo hogar para ella. Le dio la contraseña a la gárgola y subió por las escaleras.
Recordaba la primera vez que entró a aquella majestuosa sala, le había sorprendido la cantidad de libros, retratos y artefactos que había en ella. Pero lo que más le gustó fue el fenix que descansaba grandiosamente en su percha.
Halley entró en la sala y siguiendo ya su ritual, antes de saludar al profesor Dumbledore fue a acariciar las plumas de Fawkes, iba a echar de menos a aquel animal.
-Te va a echar de menos, Halley- fue el saludo del profesor, como si supiera lo que ella estaba pensando mientras acariciaba el pico del fenix.
-Y yo a él, en realidad, voy a echar de menos todo esto- dijo ella nostálgica.
-Siempre serás bienvenida en Hogwarts Halley, siéntate por favor-le pidió el director- ¿lista para tus exámenes?
- ¿Alguna vez se está lo suficientemente preparado para algún examen?- le contestó mientras se sentaba y cogía un caramelo que el director le estaba ofreciendo.
-Tengo entendido que todavía no ha realizado su solicitud de acceso a la escuela de medimagos- le comentó el anciano director.
-Si...
-¿Puedo preguntar porque? Según la profesora McGonnagal siempre ha tenido claro que quería estudiar en esa escuela-
-Y es verdad, pero no reúno los requisitos- el profesor la miró con sus ojos azules por encima de sus gafas de media luna y la animó a seguir- Me pidieron 10 cartas y tengo 9. No todos los profesores han querido colaborar para darme la suya...
-Entiendo...Por suerte eso tiene fácil solución- dijo mientras cogía un pedazo de pergamino- aquí tiene mi carta de recomendación para usted. Pero tiene que prometerme que ira ahora mismo a la lechucería a entregar la solicitud.
Halley abrió mucho los ojos ¿una carta del mismísimo Albus Dumbledore recomendándola? eso era mil veces mejor que un papel firmado por el pelo grasiento de Snape.
-¡Muchísimas gracias profesor!- sin pensar lo que hacía se levantó, rodeó la mesa y le dio un abrazo al sorprendido director que le correspondió con una gran sonrisa- esto...lo siento...yo...
-No te disculpes Halley, no pierdas nunca esa alegría y ese entusiasmo que tú tienes, y ahora vete rápido a la lechucería.
Halley se despidió de él y salió corriendo velozmente hacia el lugar donde dormitaban las aves tranquilamente. Metió la carta del profesor junto a la solicitud y al resto de cartas y nerviosamente intentó atarla a la pata de una lechuza negra. Sin embargo estaba tan nerviosa que le temblaban las manos y hacía temblar también a la lechuza. Unas manos cálidas aparecieron de la nada y le ayudaron a atar la carta a la pata de la paciente ave.
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Mi verdadera obsesión.
Romance-¡Estas obsesionado Oliver! ¡Todo en tu vida es quidditch, quidditch y más quidditch! -Eso no es verdad Halley. -¡Claro que sí! ¡Pero estoy harta! ¡DIMITO! ¡Jugaré en el proximo partido, pero ya puedes ir buscando otra cazadora!- y hecha una furia...