XV Navidades

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Las vacaciones de pascua eran sin duda las favoritas de Halley, en el castillo habían colgado los acostumbrados adornos navideños, que eran magníficos, a pesar de que apenas quedaban estudiantes para apreciarlos. En los corredores colgaban guirnaldas de acebo y muérdago; dentro de cada armadura brillaban luces misteriosas; y en el vestíbulo los doce habituales árboles de Navidad brillaban con estrellas doradas. En los pasillos había un fuerte y delicioso olor a comida que hizo que la muchacha hiciera una visita a los elfos para robar un poco de cada. Esa Nochebuena la pasaría con su padre.

Redujo todo lo que había robado lo suficiente para que cupiera en una mochila y se dirigió sigilosamente a la casa de los gritos. Su padre estaba donde siempre y como siempre. Sentado en una silla mirando el castillo a través de una rendija.

-¡Feliz Navidad!-

-¡Halley! Qué sorpresa, ¿qué haces aquí?

-¿Acaso pensabas que iba a dejar que pasaras la Nochebuena tú solo? He traído la cena, ayúdame a sacarlo todo anda.

-¡Vaya, qué cantidad de comida! ¿Tienes a un ejército de elfos para ti sola o qué? Hay que agrandar la mesa para que quepa todo.

Dicho y hecho, Halley apuntó a la mesa y con un silencioso hechizo la agrandó hasta que todas las bandejas que había traído cupieron de sobra.

-Me llevo muy bien con los elfos, ellos me dan más de lo que pido. ¿Tienes hambre?

-Ya sabes que sí, y más si es comida del banquete de navidad. Los elfos siempre se esmeran más. Coge una silla y empezamos.

Halley jamás había pasado una Nochebuena como aquella, entre batallitas y risas cenaron hasta hartarse, tenían pavo asado, patatas cocidas y asadas, una sopera llena de guisantes con mantequilla, salsa de moras, pescado asado, pastel de remolacha y de postre buñuelos, bizcocho borracho y pastel de Navidad. Y para beber vino, mucho vino. Así que ambos estaban algo contentos.

-Uff, creo que voy a reventar y no nos hemos comido ni la mitad- dijo Halley frotándose la tripa.

-Los elfos deben de quererte mucho, a nosotros jamás nos dieron tanta comida.

-Eso es que no sabíais poner ojos de corderito degollado tan bien como lo hago yo.

-Ya te aseguro yo que no. Pero Halley, no hacía falta todo esto, seguro que preferías quedarte a cenar en el castillo con tus amigos.

-¿Estas de broma? Siempre por Nochebuena pedía el deseo de poder pasar unas navidades con mi familia. No es lo que había pensado, pero no lo cambiaría por nada del mundo. Además, todos mis amigos han vuelto a casa- añadió de broma.

- Ah...ya decía yo- fingió sentirse ofendido Sirius.

-Oye Halley, me has hablado mucho de tus amigos...-tanteó Sirius-¿hay alguno en concreto que sea más especial?

-¿Me estás preguntando a ver si tengo novio?

-Bueno...algo así, si. Quiero saberlo todo sobre ti, y que tengas confianza para contarme cualquier cosa.

Halley dudo, no dejaba de ser su padre al fin y al cabo, y esas cosas le daban vergüenza contarlas. Al final cedió y le contó toda la historia, desde cómo fue su salvador en Kings Cross el primer día hasta la despedida de las vacaciones de Navidad que la dejó tan confusa.

-Y no sé qué hacer. Si contarle todo lo que siento y arriesgarme a que no sea mutuo y perderlo para siempre o seguir siendo su amiga y ver como él conoce a otra y perderlo para siempre- Concluyó tristemente.

-¿Solo hay dos opciones?- preguntó su padre, pero se calló al ver la cara de Halley- Si quieres mi opinión, yo creo que deberías hablar con él. Por lo que has dicho estos días se está comportando como nunca antes lo había hecho. Tal vez se haya dado cuenta de que para él significas algo más.

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