XIV. Comienzan las vacaciones.

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Hacía mucho frio, Halley caminaba por el pueblo con la bufanda rodeándole el cuello y casi toda la cabeza. Después de darle el mapa a Harry, los cuatro se dirigieron al pueblo. Una vez allí Halley se excusó diciendo que tenía que hacer compras de navidad y que luego les vería en las tres escobas.

Era una verdad a medias, tenía que hacer compras sí, pero también tenía que llevar un encargo de parte de su padre a la oficina de correos. Harry necesitaba una buena escoba de manera urgente y entre los dos habían ideado un plan para que el muchacho recibiera una de parte de Santa. Cualquiera podría pensar que Halley estaría celosa porque su padre le iba a hacer semejante regalo a Harry, y en otro momento hubiera sido así. Pero ella había recuperado a su padre, aunque fuera a escondidas, y eso era algo que Harry nunca iba a conseguir. Además, le alegraba poder contribuir a hacerle ese regalo, de otra manera jamás hubiera podido reunir el dinero para hacerlo.

Una vez hecho el encargo se fue a comprar los regalos para todos sus amigos, había trabajado mucho ese verano y tenía dinero ahorrado, sus amigos la estaban apoyando en todo lo que podían y más  en aquellos días y se merecían un buen regalo. Un surtido de artículos de broma para Fred y George, una capa negra, calentita y muy elegante para Jake, que siempre decía que necesitaba una pero odiaba ir de compras. Para los prefectos come libros encontró dos ejemplares ideales para ellos "100 prefectos que hicieron las mayores proezas del mundo mágico" para Percy y para Penny "Brujas hijas de muggles que llegaron a lo más alto. Porque la magia no es solo para los sangre limpia".

Para sus chicas cazadoras necesitaba ir a Honeydukes, había oído que tenían unas cajas de golosinas surtidas en las que podías comer todo lo que quisieras durante 2 meses sin que se agotaran.

 El regalo de Oliver lo tenia preparado desde verano, unas vacaciones que paso en la Madriguera, la señora Weasley le había enseñado a tejer lana. En aquella época lo que más anhelaba Halley era tener una familia como la de los pelirrojos, asique intentaba aprender todo lo que le enseñaba la regordeta señora para que en un futuro pudiera ser tan buena madre como lo era ella. Aquel verano, paseaba por Londres y vio en una tienda que vendían lanas de todos los tipos y colores imaginables. Asique sin pensarlo cogió lana y agujas y en sus ratos libres le había tejido una bufanda calentita. Esperaba que le gustara.

Con todos los recados hechos y unos cuantos galeones menos se dirigió a las tres escobas a ver si estaban ya sus amigos. En una esquina vio a Ron y Hermione y supuso que Harry andaría también por ahí, muy cerca de ellos estaba Hagrid con la profesora McGonagall, Flitwick y Fudge. Pero no había rastro de sus amigos todavía.

Vio una mesa en una esquina y ahí se sentó a esperar mientras se tomaba una cerveza de mantequilla.

-¿Qué tal? ¿Qué haces aquí tan sola? ¿No tienes amigos?- ahí estaba Oliver sonriéndola. Se había quitado el abrigo y llevaba un jersey azul que se le pegaba al cuerpo.

-Que va, me han abandonado. He ido a hacer algunas compras de navidad y al parecer me he adelantado.

-¿Puedo sentarme y hacerte compañía?- preguntó con timidez.

-Claro pero pídete algo, no quiero parecer una alcohólica a tu lado.

-Oye Haly, ¿Puedo decirte una cosa?- Al cabo de un rato de conversar y un par de cervezas después, Oliver estaba reuniendo el valor para decirle lo que sentía.

-Dime.

-Veras....yo... aquel día...-

¡ME PUSE A CONSOLAR A AQUEL TRAIDOR ASESINO! —exclamó Hagrid.

"¿Será posible? ¿siempre nos tienen que interrumpir o qué?" pensó Oliver enfadado. "casi mejor, un pub lleno de gente no es el mejor lugar para confesar tus sentimientos"

Mi verdadera obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora