XX. La cita.

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Halley subió a su habitación medio atontada pensando en todo lo que había pasado aquel día. Tan metida estaba en sus pensamientos que casi se olvida del plan que había preparado la noche anterior con su padre.

(Flashback)

-Ten, te he conseguido todas las contraseñas que ha usado Sr Cadogan esta semana-

-No creo que sea una buena idea que te involucres en eso Halley, te podrían expulsar.

-Nadie sabrá que yo te las he dado. Todo el mundo conoce a Neville y a nadie le extrañará que haya perdido las contraseñas. Tú entra en la sala común y hazte con la rata.

- De acuerdo. Mañana después del partido supongo que haréis una fiesta en la sala común.- comenzó a explicar Sirius

-Solo si ganamos...-le cortó Halley

-Es igual, bien entrada ya la noche, cuando estéis todos en la cama y la sala común vacía. Por la ventana me haces una señal. Enciende y apaga la varita tres veces por ejemplo. E inmediatamente te metes en la cama. ¿De acuerdo?

(Fin Flashback)

Sigilosamente salió de la cama y comprobó que sus compañeras roncaban suavemente en sus correspondientes colchones. Bajo las escaleras e hizo lo acordado, a través de la oscuridad de los jardines pudo ver como un perro negro que estaba sentado en el césped se ponía de pie y avanzaba.

Rápidamente subió a su habitación y se metió en la cama, esperaba que todo saliera bien...

— ¡AAAAAAAAAAAAAAGH! ¡NOOOOOOOOOOOO!

Un grito cortó el silencio de la torre. Al parecer el plan había fallado y Ron se había despertado

— ¡Black! ¡Sirius Black! ¡Con un cuchillo! ¡Aquí! ¡Ahora mismo! ¡Rasgó las cortinas! ¡Me despertó!

— ¿No estarías soñando, Ron? —preguntó Dean.

— ¡Mirad las cortinas! ¡Os digo que estaba aquí!

Los gritos de la habitación de los chicos de tercero se oían por todo el pasillo, Halley debía actuar como si no supiera que había pasado. Asique al igual que sus compañeras salió de la cama y fingiendo que se acababa de despertar fue fueron al pasillo hacia dónde venían las voces.

Se lanzaron por la escalera. Las puertas se abrían tras ellas y los interpelaban voces soñolientas:

— ¿Quién ha gritado?

— ¿Qué hacéis?

La sala común estaba iluminada por los últimos rescoldos del fuego y llena de restos de la fiesta. No había nadie allí.

— ¿Estás seguro de que no soñabas, Ron?

— ¡Os digo que lo vi!

— ¿Por qué armáis tanto jaleo? ¡La profesora McGonagall nos ha mandado acostarnos! – Dijo Halley. Discretamente se acercó a la ventana y pudo ver a su padre corriendo por los jardines para llegar al Sauce.

—Estupendo, ¿continuamos? —preguntó Fred con animación.

— ¡Todo el mundo a la cama! —ordenó Percy, entrando aprisa en la sala común y poniéndose, mientras hablaba, su insignia de Premio Anual en el pijama.

—Percy... ¡Sirius Black! —dijo Ron, con voz débil—. ¡En nuestro dormitorio! ¡Con un cuchillo! ¡Me despertó!

Todos contuvieron la respiración.

— ¡Absurdo! —Dijo Percy con cara de susto—. Has comido demasiado, Ron. Has tenido una pesadilla.

—Te digo que...

Mi verdadera obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora