El tiempo paso rápido, muy rápido para todos. El bullicio de aquellos días del final de agosto se terminó tan rápido como había llegado. Gracias a Dumbledore, Harry había salido victorioso de la vista con el ministerio y el junto con el resto de pelirrojos había vuelto a la seguridad del castillo de Hogwarts.
Mientras tanto, en la Orden, todo seguía una rutina. Los Weasley habían vuelto a la Madriguera y la Noble casa Black se había sumido en un silencio sepulcral, roto cuando había reuniones o cuando Halley aparecía para revolucionar a su padre. A espaldas de la Orden pero con el permiso de Dumbledore, Halley siembre que podía se llevaba a Sirius a ver un partido de quiddich de los Puddelmiere United. Solían tener mucho cuidado, los Mortifagos conocían la forma animaga de Sirius, pero cambiaban la apariencia de ambos a veces con hechizos, otras veces con poción multijugos proporcionada por Dumbledore. "Todos necesitamos que nos de el aire y divertirnos de vez en cuando" solía comentar. El caso era que Sirius esperaba como agua de mayo los partidos de su yerno y Halley organizaba sus guardias en torno a ello sabiendo lo que disfrutaba su padre de aquellas salidas intentaba que no se perdiera ni una.
Un día cualquiera del mes de Noviembre, Halley salía exhausta de un turno especialmente duro, había quedado con Oliver porque el chico quería ver algo del mundo muggle pero una morena saltarina le cerró el paso.
-Hola Halley, cuánto tiempo sin verte ¿sales ya?
-Hola Nicole, si, ya he terminado por hoy.
-¡Genial! Entonces te vienes conmigo y con Eric a tomar algo.
-Lo siento Nicole, no puedo, he quedado con Oliver y...
-No te preocupes por él, ha sido secuestrado por Eric hace unos minutos. Ya te dije que no me iba a dar por vencida hasta que consiguiera que quedaras con nosotros.
-Veo que la vena obsesiva viene de familia- murmuró Halley derrotada.
-No sabes tú bien- contestó con una sonrisa triunfal pintada en la boca.
Salió caminando detrás de Nicole y tomaron una calle ancha con mucho tráfico hasta llegar a una bonita zona peatonal llena de niños jugando en la calle. Nicole hablaba mucho, le contaba algo acerca de un paciente particularmente difícil que estaba teniendo pero la verdad es que Halley no sabía que contestarle, simplemente asentía con la cabeza y murmuraba cosas de vez en cuando. Estaba tensa.
Entraron en un bar y al segundo divisó a Oliver hablando con un chico de pelo castaño, poco más bajo que él. En cuanto las vieron aparecer cortaron su conversación y se levantaron para hacerles hueco a las recién llegadas.
-Lo siento, debería haberte avisado Haly. Pero me interceptó Eric cuando estaba enfrente del hospital y me trajo aquí- contó Oliver después de darle un beso en el tope de la cabeza a Halley- mi hermana hace lo que quiere y obliga a todos a hacerlo con ella.
-Eso no es verdad Oliver...-comenzó a protestar ella lo que propició en una pelea entre hermanos.
-Siento la encerrona Halley, pero teníamos ganas de conocerte. Soy Eric, es un placer- se presentó con voz amable mientras le daba la mano- sabemos que estas nerviosa y que por eso no querías quedar con nosotros. No te preocupes, yo estaba igual.
Pidieron algo para beber y para comer mientras los hermanos se peleaban hasta que Eric zanjó la discusión de la manera más neutral posible.
-Vamos chicos, en el colegio estoy todo el día separando niños de discusiones tontas como esta. Dejadme disfrutar de mi tiempo libre.
Eric, según le dijeron, era profesor de niños pequeños. Sobre todo de entre 6 y 9 años, daba clase en una escuela pública de las afueras de Londres cerca de donde vivían ellos.
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Mi verdadera obsesión.
Romance-¡Estas obsesionado Oliver! ¡Todo en tu vida es quidditch, quidditch y más quidditch! -Eso no es verdad Halley. -¡Claro que sí! ¡Pero estoy harta! ¡DIMITO! ¡Jugaré en el proximo partido, pero ya puedes ir buscando otra cazadora!- y hecha una furia...