VI.

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Con nueva energía para levantarse y afrontar lo que le quedaba de examen, Halley miró el reloj y vio que todavía le quedaban 2 horas hasta la nueva fase. Asique se levantó y se dirigió a la cafetería en busca de un café bien cargado y de su compañero Matt.

Matthew era un chico bastante introvertido al principio, era observador y no decía mucho pero cuando iba adquiriendo confianza se le veía un chico agradable y con sentido del humor, era bastante guapo y las enfermeras suspiraban por él, pero por algún desconocido motivo no les hacía caso alguno. Tenía el pelo de un color cobrizo oscuro y aunque lo llevaba corto lo tenía rizado, los ojos eran de un profundo azul oscuro. Y una poblada barba que Halley estaba segura que pasaba horas cuidándosela por las mañanas de lo perfecta que la llevaba siempre. Había vivido toda su vida en Argentina, su padre era de ahí pero su madre era de Escocia, fue a la escuela de magia de Sudamérica y cuando acabo la escuela decidió que quería ir a Inglaterra con la familia de su madre. Él había escogido la especialidad de Urgencias, le encantaba sentir la adrenalina corriendo por sus venas, la tensión y el estrés que le provocaban era casi como una droga para él.

Matt no estaba en la cafetería del hospital, ni ninguno de sus compañeros. Se quedó mirando un rato el panorama, había sanitarios con uniformes de todos los colores, charlaban animadamente mientras tomaban un café antes de iniciar su turno, o estaban en el descanso. El estómago de Halley gruñó y aquello le sacó de su trance, por lo que decidió acercarse a la barra y pedir un café bien cargado y un trozo de tortilla ya que se estaba muriendo de hambre.

-Dime que tú la has liado en el examen tanto como yo- gruño Matt sentándose a su lado cuando Halley daba su último mordisco a la tortilla.

- La he liado tanto como tú, ¿qué has hecho?

-Ha venido un paciente con los órganos internos deshechos, al parecer se ha bebido una poción que ha inventado él mismo y a la vista está que eso nunca es buena idea. He empezado yo solo, pero estaba todo tan mal que han tenido que ayudarme el doctor Stevens y el examinador y aun así no hemos podido hacer nada.

Halley se quedó en silencio, no sabía que decirle, al lado de lo que le había pasado a Matt, su drama era una tontería.

-Cuéntame que tal ha sido tu examen, necesito oír algo alegre de bebes y niños sonrientes.

Halley comenzó a relatarle con pelos y señales todo lo ocurrido en el quirófano, incluida su metedura de pata y su parálisis posterior.

-Yo opino igual que ella, no tienes que preocuparte- respondió cuando Halley le conto la charla posterior con aquella chica- al menos tu paciente aún vive y tu examinador no ha tenido que tomar parte en la operación.

-Bueno, seguro que tienen en cuenta lo mal que estaba el paciente y que has hecho todo lo que estaba en tu mano.

-¿Consejos vendo que para mí no tengo, señorita Black?-acusó Matt.

Estuvieron hablando un rato mientras desayunaban hasta que sobre las 11 de la mañana les llamaron para hacer la segunda parte del examen. En esta parte verían como era la interacción de los futuros doctores con los pacientes y sus familiares, que en algún que otro caso solía ser más que complicada.

Halley entró en una de las consultas de pediatría, y ahí se encontró con su examinador.

-Señorita Black, bienvenida a la segunda parte de su examen- saludó- ahora recibirá a un pequeño con su respectivo familiar y le diagnosticará, no hace falta recordarle que tiene que actuar como si yo no estuviera en la sala. Luego podrá irse a casa, recibirá el resultado del examen en uno o dos días, y si es apta se le comunicará como proceder para obtener su licencia.

Mi verdadera obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora