Una vez Jake, Penny y Sirius se aseguraron de que Halley y Oliver por fin estaban calmados y dormidos en la antigua habitación de Percy bajaron al salón donde esperaba la Orden al completo. Ahí Matt ponía al día de los detalles a toda la Orden, ya que para ese momento ya habían regresado casi todos...
-¿Qué ha pasado? ¿Qué os ha retenido? -preguntaba Lupin a Tonks, casi con enfado.
-Bellatrix, ni más ni menos -contestó ella-. Me odia tanto como a Harry; ha hecho todo lo posible por matarme. Ojalá la hubiera pillado, porque se la debo. Pero al menos herimos a Rodolphus. Luego fuimos a casa de la tía de Ron, pero se nos escapó el traslador; tía Muriel estaba muy preocupada por nosotros...
Lupin, a quien le temblaba un músculo del mentón, sólo consiguió asentir.
-Tengo que volver a Downing Street; hace una hora que debería estar allí -dijo Kingsley tras echar un último vistazo al cielo-
Lupin asintió. Kingsley se despidió de los demás con un ademán y echó a andar hacia la verja del oscuro patio.
Los tres chicos bajaron justo a tiempo para oir el ¡paf! Que delataba que el auror se acababa de desaparecer en el jardín.
-Ojoloco ha muerto.- dijo Bill cuando vio que estaban todos reunidos. Nadie dijo nada, nadie se movió. Jake notó que algo se desplomaba en su interior, como si algo se le cayera y, atravesando el suelo, lo abandonara para siempre. -Lo hemos visto con nuestros propios ojos -explicó Bill. Fleur asintió; la luz proveniente de la cocina iluminaba los surcos que las lágrimas le dejaban en las mejillas-. Ocurrió justo después de que saliéramos del círculo; Ojoloco y Dung estaban cerca de nosotros y también iban hacia el norte. Voldemort puede volar, ¿sabéis?, y fue derecho hacia ellos. Oí gritar a Dung, que se dejó dominar por el pánico; Ojoloco intentó detenerlo, pero se desapareció. Entonces la maldición de Voldemort le dio a Ojoloco en pleno rostro; cayó hacia atrás y... No pudimos hacer nada, nada. Nos perseguían una docena de mortífagos... -Se le quebró la voz.
-Claro que no pudisteis hacer nada -lo consoló Sirius. Se quedaron todos allí plantados, mirándose. Jake no era capaz de asimilarlo: Ojoloco, muerto; no podía ser. Ojoloco, tan fuerte, tan valiente, el superviviente por excelencia... Fue su mentor en la academia, exigente y duro como el que más, pero sentía que le debía a él toda su carrera profesional. Era el auror que era gracias a Ojoloco.
Tonks lloraba en silencio tapándose la cara con un pañuelo (la bruja también estaba muy unida al mago, pues era su favorita y su protegida en el Ministerio de Magia), y Hagrid, que se había sentado en el rincón más despejado del suelo, se enjugaba las lágrimas con un pañuelo del tamaño de un mantel. Bill fue al aparador y sacó una botella de whisky de fuego y unos vasos pequeños.
-Brindemos -propuso, y con una sacudida de la varita hizo volar los doce vasos llenos por la habitación hasta cada uno de los presentes; cogió el suyo y lo levantó-. ¡Por Ojoloco!
-¡Por Ojoloco! -repitieron todos, y bebieron
-¡Por Ojoloco! -brindó Hagrid con retraso, hipando. El whisky de fuego le abrasó la garganta a todos, pero fue como si les devolviera la sensibilidad, disipando el entumecimiento y la sensación de irrealidad e infundiéndoles algo similar al coraje.
-¿Cómo sacamos a Halley de aqui?- preguntó Matt al rato- no puede quedarse aquí y no puede aparecerse en su casa.
-También descartamos polvos flu y trasladores, están controlados por el Ministerio- añadió Jake.
Todos se quedaron en silencio estrujándose el cerebro para llegar a una solución que no implicaba magia.
-Creo que yo puedo ayudar- dijo tímidamente Sam y enrojeciendo furiosamente al sentir todas las miradas sobre ella.
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Mi verdadera obsesión.
Romance-¡Estas obsesionado Oliver! ¡Todo en tu vida es quidditch, quidditch y más quidditch! -Eso no es verdad Halley. -¡Claro que sí! ¡Pero estoy harta! ¡DIMITO! ¡Jugaré en el proximo partido, pero ya puedes ir buscando otra cazadora!- y hecha una furia...