XXVII. La final de quidditch

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Oliver recorrió el terreno de juego, mirando a su alrededor y con el equipo detrás. Vieron abrirse las puertas del castillo a lo lejos y al resto del colegio aproximándose al campo.

— ¡A los vestuarios! —dijo el capitán escuetamente. Nadie habló mientras se cambiaban y se ponían la túnica escarlata. Halley sentía como si hubiera desayunado algo vivo. Antes de que se dieran cuenta, Oliver carraspeó y les dijo:

— ¡Ha llegado el momento! Recordad que solo podremos ganar si llevamos una ventaja de 50 puntos. ¡Adelante...!- el equipo comenzó a salir lentamente, pálidos como la cera- Haly...-la retuvo.

-¿Qué pasa?

-Ten cuidado, va a ser un partido muy sucio, estate atenta a cualquier trampa por parte de las serpientes. Es nuestro último partido, pase lo que pase disfrútalo.

-Ten cuidado tú también. Vamos a ganar, estoy segura, hemos tenido el mejor capitán que cualquier jugador podría tener- Se acercó a él y le dio un pequeño beso lleno de sentimiento, nerviosismo y expectación.

Salieron al campo entre el rugido de la multitud. Tres cuartas partes de los espectadores llevaban escarapelas rojas, agitaban banderas rojas con el león de Gryffindor o enarbolaban pancartas con consignas como «ÁNIMO, GRYFFINDOR» y «LA COPA PARA LOS LEONES». Detrás de la meta de Slytherin, sin embargo, unas doscientas personas llevaban el verde; la serpiente plateada de Slytherin brillaba en sus banderas. El profesor Snape se sentaba en la primera fila, de verde como todos los demás y con una sonrisa macabra.

— ¡Y aquí llegan los de Gryffindor! —Comentó Lee Jordan, que hacía de comentarista, como de costumbre—. ¡Potter, Black, Johnson, Spinnet, los hermanos Weasley y Wood! Ampliamente reconocido como el mejor equipo que ha visto Hogwarts desde hace años. —Los comentarios de Lee fueron ahogados por los abucheos de la casa de Slytherin—. ¡Y ahora entra en el terreno de juego el equipo de Slytherin, encabezado por su capitán Flint! Ha hecho algunos cambios en la alineación y parece inclinarse más por el tamaño que por la destreza. —Más abucheos de los hinchas de Slytherin. .

— ¡Capitanes, daos la mano! —ordenó la señora Hooch. Flint y Wood se aproximaron y se estrecharon la mano con mucha fuerza, como si intentaran quebrarle al otro los dedos. — ¡Montad en las escobas! —Dijo la señora Hooch—. Tres... dos... uno... El silbato quedó ahogado por el bramido de la multitud, al mismo tiempo que se levantaban en el aire catorce escobas. Halley dio una fuerte patada al suelo y despegó rápidamente. Con la emoción del vuelo se le pasaron los nervios. Miró a su alrededor. La señora Hooch a sus pies liberaba la snitch y las bludgers, con la quaffle en la mano miró a todos los jugadores y los reto en silencio a realizar un juego limpio que sabía que nunca ocurriría. Instantes más tarde la quaffle sobrevolaba el campo de quidditch.

—Y Gryffindor tiene el quaffle. Alicia Spinnet, de Gryffindor; con el quaffle, se dirige hacia la meta de Slytherin. Alicia va bien encaminada. Ah, no. Warrington intercepta el quaffle. Warrington, de Slytherin, rasgando el aire. ¡ZAS! Buen trabajo con la bludger por parte de George Weasley. Warrington deja caer el quaffle lo coge Johnson. Gryffindor vuelve a tenerlo. Vamos, Angelina. Un bonito quiebro a Montagne. ¡Agáchate, Angelina, eso es una bludger! ¡HA MARCADO! ¡DIEZ A CERO PARA GRYFFINDOR!

Angelina golpeó el aire con el puño, mientras sobrevolaba el extremo del campo. El mar escarlata que se extendía debajo de ella vociferaba de entusiasmo.

— ¡AY! Angelina casi se cayó de la escoba cuando Marcus Flint chocó contra ella.

— ¡Perdón! —se disculpó Flint, mientras la multitud lo abucheaba—. ¡Perdona, no te vi! Un momento después, Fred lanzó el bate hacia la nuca de Flint. La nariz de Flint dio en el palo de su propia escoba y comenzó a sangrar.

Mi verdadera obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora