X. la derrota parte 1.

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No había dormido apenas, tenía demasiadas cosas en las que pensar, por no hablar de su excursión nocturna. Se miró al espejo y casi ni se reconoció, tenía los ojos rojos e hinchados y unas ojeras que daba igual si se ponía cemento armado. No las iba a tapar en la vida. Se puso el uniforme y a duras penas se las arregló para bajar a desayunar

-Buenos días-dijo una contenta Penélope.

-Mmm-un gruñido fue lo máximo que salió de la boca de Halley.

-Te voy a dejar que bebas 2 tragos de café y luego me cuentas dónde estabas anoche. Tuve que mentirle a Percy y a Dumbledore ¿lo sabías? aunque creo que el director ya sabia donde estabas...

-Necesitaba estar sola Penny, estaba escondida en uno de los pasadizos que no conoce Filch. Y tenía el mapa, no me iba a cruzar con Black. -mintió a medias.

-No me gusta ese mapa. Como lo perdáis y Black lo encuentre...- además de los gemelos y Jake, Penny era la única que sabia de la existencia del mapa, y había jurado no decírselo a nadie, sobre todo a Percy.

-Para empezar, tendría que saber cómo funciona, pero tranquila que no lo vamos a perder.

- ¿Qué tal chicas? - Percy llegó muy contento también.

- ¿Qué os pasa, habéis tenido una noche salvaje?, que contentos os habéis levantado-dijo Halley con sorna, y el sonrojo de ambos prefectos le confirmó lo que suponía.

-Cállate Black -musitó Percy mientras la morena se reía.

Durante los días que siguieron, en el colegio no se habló de otra cosa que de Sirius Black. Las especulaciones acerca de cómo había logrado penetrar en el castillo fueron cada vez más fantásticas; se oía incluso que Black podía transformarse en un arbusto florido. Habían quitado de la pared el lienzo rasgado de la señora gorda y lo habían reemplazado con el retrato de sir Cadogan y su pequeño caballo gris. Esto no le hacía a nadie mucha gracia. Sir Cadogan se pasaba la mitad del tiempo retando a duelo a todo el mundo, y la otra mitad inventando contraseñas ridículamente complicadas que cambiaba al menos dos veces al día.

Los profesores vigilaban muy de cerca a Halley y a Harry. Buscaban disculpas para acompañarlos por los corredores, y Percy (obrando por instigación de su madre, como Penélope le había dicho a espaldas del pelirrojo) le seguía los pasos de Harry por todas partes, como un perro guardián extremadamente pomposo.

Oliver la seguía a todas partes, intentaba hablar con ella, pero Halley se negaba en rotundo. Todavía estaba enfadada con él y no haría más que empeorar las cosas.

-Déjame en paz Oliver, preocúpate del partido y déjame respirar. - le dijo agobiada porque lo tenía pegado al culo todo el rato. En cualquier otro momento no le habría importado, pero tenía que ser firme en su postura de enfadada y orgullosa, y si estaba cerca no tardaría en ceder.

- ¿Pero jugarás?

Halley suspiro: -Ya te dije que sí, pero espero que estés buscando a otro cazador-.

Con esa respuesta parece que Oliver se calmó un poco, y pasó de acosar a Halley a acosar al joven Potter.

Todos los días Halley bajaba a las cocinas y a hurtadillas le llevaba a su padre comida, el cual agradecía de todo corazón ya que en 12 años apenas se había alimentado como era debido, y nadie en su sano juicio se negaría a la suculenta comida de los elfos de Hogwarts.

Y mientras Sirius comía, el preso escuchaba con ansia todas las historias que Halley le contaba, del orfanato y de la escuela. Sin embargo, hubo una confesión en particular que le sorprendió mucho.

- ¿Qué Minnie te dijo qué?

-En segundo, me dijo que había superado a mi padre y sus amigos. Nunca pensó que yo le daría más quebraderos de cabeza que tú. - Dijo entre risas- sin embargo, decía que a vosotros os pilla más a menudo. Todos en el colegio saben de sobra que somos nosotros quienes la liamos, pero como no tienen pruebas no nos pueden castigar.

-Vaya quién lo diría, han superado a los merodeadores...-susurró pensativo pero orgulloso.

- ¿Espera... qué has dicho? ¿los merodeadores?

-Así nos llamábamos en el colegio.

- ¿los creadores del mapa? -

Sirius la miró con ojos muy abiertos y una gran sonrisa-Dime que lo tienes tú- añadió.

-Jake y yo lo conseguimos en nuestra primera noche en el colegio.

- Vaya, me alegro que esté sirviendo a futuras generaciones, para eso lo hicimos. Pero me alegro aún más de que lo tenga mi niña bonita. -dijo orgulloso- entonces lo vuestro tiene menos mérito, a nosotros nos pillaban porque no teníamos el mapa que sino...- replicó con el orgullo algo herido.

-Si, pero he de decirte que hemos encontrado pasadizos y salas que vosotros no encontrasteis-. Acabo de rematarlo Halley con una sonrisa.

El martes, el día anterior al partido, el viento se convirtió en un huracán y la lluvia cayó con más fuerza que nunca. Estaba tan oscuro dentro de los corredores y las aulas que se encendieron las antorchas y faroles. Oliver torturaba a Harry siguiéndolo a todas partes dándole indicaciones de como tenía que jugar para poder ganar. Halley sentía pena por el pobre buscador, pero pensándolo egoístamente, mientras le siguiera a Harry no la seguiría a ella. Y para rematar el mal inicio de semana, el profesor Lupin estaba enfermo y le sustituía Snape, quien aprovechaba cualquier excusa para quitarle puntos a Gryffindor.

El día del partido le despertó el ruido de los truenos que retumbaban por encima de su cabeza, el ruido del viento contra los muros del castillo y el lejano crujir de los árboles en el bosque prohibido. Iba a ser un partido difícil...

Suspirando bajo a desayunar un plato de tostadas con el resto del equipo.

-Va a ser difícil —decía Oliver, sin probar bocado.

-Deja de preocuparte, Oliver —lo tranquilizó Alicia—. No nos asustamos por un poquito de lluvia.

Pero era bastante más que un poquito de lluvia. El quidditch era tan popular que todo el colegio salió a ver el partido, como de costumbre. Corrían por el césped hasta el campo de quidditch, con la cabeza agachada contra el feroz viento que arrancaba los paraguas de las manos.

Los miembros del equipo se pusieron la túnica escarlata y aguardaron el habitual discurso del capitán, pero ésta no se produjo. Oliver intentó varias veces hablarles, tragó saliva con un ruido extraño, cabeceó desesperanzado y les indicó por señas que lo siguieran. El viento era tan fuerte que se tambalearon al entrar en el campo. A causa del retumbar de los truenos, no podían saber si la multitud los aclamaba o los abucheaba.

Los capitanes de ambos equipos se acercaron y se estrecharon la mano. Diggory sonrió a Wood, pero Wood parecía tener ahora la mandíbula pegada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza.

Montaron en las escobas y dando una patada en el suelo se elevaron varios metros dando tumbos por culpa del viento. La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente... Dio comienzo el partido. 

Como se me ha quedado un capitulo bastante largo, he decidido dividirlo en 2. No os pongo avance porque la siguiente parte la subo mañana o el lunes mismo.

Aun así  mi ya acostumbrada pregunta ¿Estrellas o tomates? Decidme cualquier cosa que os leo con ansia.

Un besazo y hasta mañana.

Andrea

Mi verdadera obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora