- Viernes -

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Q U I N N
LONDRES 2005

Como todas las mañanas desde que llegué al orfanato, hace dos años, me siento en el comedor junto a Noor, para esperar el desayuno, que como todos los viernes suelen ser tostadas con queso y mermelada casera, estas delicias las traen un grupo de mujeres que suelen colaborar con el establecimiento.

En mi opinión es el mejor día de la semana, ya que no solo nos traen eso y nos evitan comer las tortillas que mas de una vez tuvieron manchas verdes, si no que también nos suelen preparar algo especial para el almuerzo y merienda, lastimosamente no para la cena, ya que deben volver a sus casas, pero bueno tres comidas de cuatro creo que es un buen porcentaje.

—¿Mermelada de que crees que traerán hoy?

— No se. Espero que sea la de ciruela o frutillas.

— No, la de naranja es la mejor — Se defiende Noor a mi lado.

Todas son deliciosas, pero la de naranja es la que menos me gusta.

— No creo que sea de Frutillas Quinn, no estamos en época — dice Lily metiéndose en nuestra conversación, ella es mas grande que nosotras, pero siempre pasa el rato con las niñas de nuestra edad, creemos que no tiene amigas mas grandes.

— Eso es verdad — replica Noor y una pizca de desilusión aparece en mi rostro al ver que es totalmente cierto.

Los demás entran en el comedor y se sientan en sus lugares. La mesa de los varones es la que está al fondo y es siempre la culpable de que nos tengamos  que demorar en comer, todos son demasiado revoltosos y nos retrasan la oración y palabras de la hermana Agatha.

No tenemos muchas ocaciones para estar todos juntos, pero las comidas y reuniones en el comedor comunitario (este) son las menos divertidas.
Ellos suelen molestarnos y los niños de nuestra edad nos roban y rompen nuestras muñecas.

Con Noor deseamos ser mas grandes ya que si no nos adoptan y llegamos a esa edad aquí adentro, nos podremos llevar mejor con ellos... Al menos eso parece, Sol, una de las niñas mas grande, se escabulle y se ve con un niño, su nombre es un misterio, pero hay rumores de que se la pasan de maravilla en la sala de las hermanas y profesores, ahí siempre hay dulces que traen algunas veces los gigantescos camiones.

Según la señora Ruth no alcanza o no es para nosotras, pero desde nuestra habitación, tenemos una vista perfecta hacia donde los camiones o autos paran para dejar la mercadería. Y de lo que podemos ver, si alcanza o al menos si se reparte bien todos podremos probar.

— ¡SILENCIO! — una de las hermanas nos hace callar. Todavía me cuesta aprenderme sus nombres.

Un silencio inunda el lugar y esa es la señal de que nos van a servir la comida para luego rezar.
Lo que creo que es la peor idea de la tierra ya que la insufrible tentación de cucharear en el queso frío o en  la mermelada deliciosa, es insoportable.

— Como todos los viernes. Demos la bienvenida a la señorita Blair, que hoy nos regala el desayuno junto a sus queridas ayudantes del grupo de Caritas— Dice Ruth, que es la directora del orfanato y el directivo menos querido por todos nosotros.

— Gracias Ruth —Blair le sonríe falsamente y le da un abrazo — Buen día chicos ¿Como están?

Un sonoro bien a coro resuena en todo el comedor robándole una sonrisa a Blair y a las demás mujeres que tienen los carritos con el desayuno.

— Que bueno chicos. Ahora les vamos a repartir el desayuno, para poder luego bendecir los alimentos— concluye Blair y los carritos cargados de las tostadas con queso y mermelada empiezan a recorrer el salón.

— Por favor que sea de naranja..., por favor que sea de naranja...— escucho la vocesita aguda de Noor a mi lado. Giro para verla y me encuentro con que está cerrando los ojo y cruzando los dedos para que la mermelada sea la de naranja.

—¿Que haces?— no puedo evitar preguntarle. Ella abre los ojos y me mira con la frente arrugada por interrumpirla.

—¿Sabías que si repites algo varias veces se va a cumplir?

— Entonces si cierro los ojos y pido algo muchas veces, ¿va a suceder?

— Si — dice segura y gira la mirada hacia el carrito que se acerca con los frasco de mermelada.

Aunque debamos mantener el orden, las niñas mas grandes ya se pararon a elegir que sabor quieren, ya que parece que hoy trajeron de dos tipos.

Odio que hagan eso, ellas siempre hacen lo que quieren.

— Adiós mermelada de naranja.

Ruby, la amiga de sol se lleva el ultimo frasquito de color anaranjado que había sobre la superficie del carrito.

—¡Silencio chicos!, dejen que les repartan la comida correctamente— dice Ruth.

El carrito ya está junto a nosotras y mi mirada se cruza con la de la señora que nos trae el desayuno.

Ella sonríe muy simpática hacia Noor que está con la mirada fija en la leche caliente que le pusieron en frente.

Si no me equivoco esta señora también viene algunos días del mes a leernos cuentos y creo que es la señora de la que tanto habla Noor luego de las lecturas, ya que siempre la hace participar para la elección de el libro.

— Chis. Noor — la señora se dirige a ella con un susurro que solo nosotras dos escuchamos ya que ella se acerca a nuestros oidos.

Noor se gira lentamente con un puchero formado en los labios. La mujer la mira y su expresión cambia como si la imagen de mi amiga fuera sumamente tierna, luego una de sus manos se dirige hacia el bolsillo de su abrigo marrón y saca un frasquito de color anaranjado que hace que Noor sonría de oreja a oreja y la abrace con sus bracitos que parecen ser cortos para rodearle toda la cintura a la mujer.

— Shh. No digan nada — la mirada de la señora se dirige hacia mi — Quinn ¿verdad?

Yo asiento con la cabeza mientras me babeo prácticamente por todos los frasquitos morados del carrito, Mermelada de Ciruela.

Ruth dice que soy afortunada ya que como, cómo si no hubiera un mañana y sigo siendo esquelética...
En mi defensa en muchas ocaciones me quedé con hambre y no es que siempre esté pensando en comida, solo que me encantan las de los viernes.

— Que bonitos ojos Quinn.

No se que responder por lo que le sonrío tímidamente. Odio cuando me dicen eso ya que se me hace muy vergonzoso responder algo y no debo ser maleducada con la gente y menos con la señora que nos trae el mejor desayuno de la semana.

— No puedo traerles la mermelada que les guste todos los viernes, pero puedo tratar de convencer a las chicas de que hagamos de alguna fruta en especial. ¿Cual te gusta a ti?

— Las de frutilla y ciruela.

— Bien. Justo hoy me quedan muchas de ciruela.

Yo le sonrío nuevamente en respuesta y me acomodo en mi asiento para que la señora me pueda dejar la leche humeante y un frasquito de mermelada y queso con tres rodajas de pan dorados por la tostadora.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora