Bienvenidos

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Q U I N N

¿Entiendes que no hay más opciones? — mi padre bebió de una taza con café que le habían traído hacia apenas unos minutos.

No se en que parte de la casa estábamos, o Castillo,  como oí que lo llamaron, pero el sol aquí está menos intenso, no se si son los vidrios que atrapan luz o de la nada el sol que entraba a mi cuarto fue escondiéndose.

— No quiero bandos, no se que hago aquí, no se ni siquiera que quieres de mi. — declaro firme.

— Cuore, quiero que  terminemos todo esto de una vez — me miró con una sonrisa — Quiero que conmigo, manejes todo el poder, quiero que seamos los dueños de todo, cómo padre e figlia— <<padre e hija>> — No más amenazas, secuestros o muertes, si obtenemos el poder nada nos va a detener. Nada.

Sostuve la mirada unos segundos más y luego la aparté cuando la puerta se abrió y entró una mujer, era alta de pelo negro y ojos verdosos.

— buongiorno amore — se acercó a, Michael, mi padre.

— Buen día, principessa — le besó los labios y luego su mano la tomo por la cadera, ambos me miraron y como si ella hubiera escuchado toda la conversación se quedaron en silencio esperando una respuesta por mi parte.

— No quiero más dolor, no quiero muertes, no quiero nada que haga sufrir a nadie. Quiero una vida normal. Si me aseguras eso, te ayudaré.

— Da solo, si aceptas derrotar tua madre — las palabras me llegaron con fuerza << mi mamá >>

— ¿Puedo saber porque?

— No me gustan mucho las preguntas, pero voy a responderte esta — se metió una uva a la boca — Tu madre me quitó a ti, y arruinó nuestra familia, me quitó a mi hermano y como te das cuenta a mi poder.

— ¿Porque?

— ¿Dije que no me gustan las preguntas?

— Si, pero...

— ¿Entonces?

Fruncí el ceño, lo pensé y me quise convencer de que no estaba mintiendo, me traté de convencer  que sus palabras eran ciertas y que ya no iba a haber más problemas ni sufrimiento, que iba a poder seguir mi vida con normalidad. Algo no me cerraba, algo me costaba aceptar, pero era mi familia, era la persona que colaboró para que esté aquí y si lo que dice de mi madre es cierto...

Por otro lado estaba la carta y palabras de mamá, ella me abandonó, porque si mi padre nos encontraba... <<sus palabras>> ¿Que, que iba a suceder si mi padre nos encontraba?
No lo pensé mucho más, solo levante el mentón, me erguí en la silla y sonreí.

— va bene — dije tratando de recordar la frase de un libro. La sonrisa de mi padre se amplió y la de la mujer junto a él también.

— Questo è solo l'inizio del mio cuore, non sai quanto saremo potenti — << Esto recién comienza, corazón, no te imaginas el poder que tendremos>>

Sonreí y asentí.

— Benvenuto a casa nostra — dijo la mujer abriendo los brazos.

— Eso espero.

O L I V E R

Llegamos — dijo Luisa bajando del avión privado.

La seguí por la puerta y el olor a mar se complementó con mis sentidos. No se porque, pero sonreí. El avión había aterrizado en una pista privada, un castillo de piedras se cernía sobre nosotros y a pesar de sentir que no estaba bien, otra parte de mi se sintió reconfortada. Sonreí y la seguí hasta la entrada de madera que se bajó como un portón antiguo.

El ambiente y decoración de adentro, era parecido al del lugar en el callejón de Londres. Muy elegante, en colores oscuros y luces tenues.

— Benvenuto a casa nostra.

•••

MOMENTO ANONIMO*

Debemos buscarla — digo, pero la mujer no me hace caso y me vuelvo hacia la pareja que me mira con una taza de café en las manos.

— Estamos en eso... — los cristales de las puertas se rompen antes de que el señor, pueda terminar de decir algo.

Siento un estruendo que acaba con mi cordura y caigo al suelo. Todo está medio borroso, cuando veo la imagen de la mujer en el suelo, con un hueco de sangre en la frente. Me atraganto con mi propia saliva y la mano de una mujer me toma del brazo para huir, pero... otro estruendo.

— ¡No! — grita la mujer acallando un sollozo con su mano.

Me toman por la cintura y me jalan hacia atrás llevándome al suelo — Quieta niña — me dicen en Russo, creo.

Trato de soltarme, pero me toman otra vez y aunque haga fuerza para soltarme, el hombre es alto, corpulento y fuerte. Sus ojos celestes son penetrantes y no recuerdo mucho más después de que me golpeen la cabeza contra un escalón en un intento de huir.

Un pitido se oye mientras en cámaralenta, la pareja se retuerce en el piso, sobre un charco de sangre y el grito de una mujer me hace perder por completo la conciencia.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora