No otra vez

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Q U I N N

El lugar huele horrible. Es una mezcla de pis con basura. Trato de contener la respiración, pero voy a morir si lo sigo haciendo. Mis piernas no funcionan y mis rodillas chocan contra el suelo mientras me arrastran por un piso lleno de piedras y mojado, con vaya a saber que.

A lo lejos se escuchan los sollozos de algunas personas. Si pudiera abrir los ojos, podría ver cómo es el lugar, pero no siento mi cuerpo, estoy en un estado de sueño despierto.

Cuando las manos que me sostienen me sueltan. Mis brazos chocan con el suelo y con la poca fuerza que tengo, detengo el golpe que iba a darme en la cara. Los ojos se me abren y mis manos están rojas.

— Mátenme — dice una mujer que se encuentra por detrás de las piernas del hombre que está a mi lado — Mátenme, no quiero sufrir mas.

— Cállate — una voz gruesa se escucha más alto que yo. Acompañada de esta el estruendo de una bala en el craneo de la mujer que cae al suelo agrandando el charco de sangre.

Sus ojos se fijan en los últimos segundos con los míos y trato de respirar con normalidad, pero me cuesta. Hay más sollozos en otros rincones de la habitación y los hombres a mis costados no se mueven, tampoco se que esperan.

Mis ojos tratan de adaptarse a la poca luz qué hay <<Si lo resistí una vez, puedo hacerlo otra vez>> Me repito y busco una salida, pero todas las paredes son de un ladrillo descascarado llenas de sangre y otras sustancias amarronadas.

Mis manos vuelven al suelo ya que me destabilizo por otro disparo. Por el suelo, a mi altura unos zapatos brillos se acercan hacia mi, caminan con elegancia y me trago la poca saliva que tengo en la boca.

— ¿Como estás cuore? — presiono los dedos en el suelo cuando escucho pronunciar esas palabras en italiano <<corazón>>.

Levanto un poco la mirada y tengo miedo, miedo de lo que sea que vaya a ver, miedo de que la figura que me imaginé durante años sea la de mis próximas peores pesadillas.

Los hombres a mis costados dan un paso atrás y su mano me toma la mandíbula haciendo que mis ojos se encuentren con los suyos. Son oscuros, profundos. Su piel está libre de pecas o lunares, claramente en eso no me parezco, pero sus ojos... son como uno de los míos y es horrible.

— Que lindo volver a vernos — vuelve a hablar y me suelto de su agarre. Suelta una risa que retumba en el lugar.

Las voces de las personas en la habitación cesaron, puedo sentir mi respiración y latidos. El miedo me está consumiendo, esto es muy diferente a la primera vez, esta vez, estoy con una de las personas que me dio la vida, esta vez no tengo muchas más opciones, pero lo único que quiero en estos momentos es morir. Ver el estado en el que la gente se encuentra acá es peor que estar bajo tierra.

— ¿Que quieres? — respondo cuando se agacha enfrente mío, haciendo que mi rostro se refleje en sus ojos.

— Recordaba esos ojos en mis sueños, cada noche — me sonríe — Y ese cabello... rojo como el fuego, rojo como el de tu madre...

— Si, mi cabello es como el de ella y mis ojos... — digo segura de mis palabras procurando que la voz no me falle. Pueden hacerme muchas cosas, pero mostrarme como una cobarde no es una opción. Suelto una risa tratando de no desfallecer — Parece que no se decidieron por un color, quisieron ambos.

La mención de mi madre me deja nerviosa <<¿Esta realmente viva?>>

Me sonríe de labios cerrados y se vuelve a uno de los hombres — Hazle llegar un mensaje a Luisa: dile que si no está dispuesta a dejar esta guerra, nuestra creación... se extinguirá como el fuego de sus cabellos...

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora