Q U I N N
Es hora de tomar el té y me encuentro en la cocina bebiendo un poco de café con tostadas y mermelada de frutilla.
<< Toda una delicia>>
Le doy un bocado al crujiente pan y cuando tomo el cubierto para untar mermelada no puedo evitar recordar nuestra pequeña discusión con Noor donde debatíamos que mermelada era la mejor.
Me bajo del taburete y abro la heladera para buscar un frasco anaranjado. Cuando lo encuentro lo tomo y lo abro dejando que el aroma a mermelada casera inunde mis sentidos. Coloco primero el queso y luego la mermelada, observo el alimento y digo:
— Te extraño, Noor — la voz se me quiebra un poco y levanto la tostada como si en algún lugar ella estuviera haciendo lo mismo. Puede que suene muy tonto, puede que hasta alguien me esté viendo y crea que perdí la cabeza, pero lo que siento es sinceramente algo que no se si algún día podré superar.
Básicamente una parte de mi se fue, por culpa de mi padre y es tanto el dolor y el odio mezclado que no llego a tragar el tercer bocado ya que no se si es por las ganas de llorar o de ir a ver cómo mi padre se pudre en esa celda.
Dejo todo para luego volver <<Si es que el hambre me vuelve >> y me encamino hacia el subsuelo donde los guardas viven y las celdas se encuentran.
El lugar es más oscuro y las voces en ruso se oyen, mezcladas con el movimiento de pesas o metales. Los soldados se callan cuando me ven y les dedico una sonrisa de boca cerrada en saludo.
— ¿Va a ver a alguien señorita?
— A mi padre.
— ¿Quiere que la acompañemos? — pregunta uno de ellos.
— Con que me abran la puerta estará bien.
Un guarda toma las llaves y me acompaña hacia las celdas. El ambiente cambia, incluso aunque los soldados vivan en el subsuelo cerca de las celdas, es diferente. La tensión se siente, el dolor y hasta creo que maldad, también.
— La esperaré aquí — dice el soldado quedándose en la entrada de las celdas.
La de mi padre es la última y cuando llego me encuentro con muchas miradas de pricioneros. Mis ojos se cruzan con los de algunos, pero sigo hasta posarme enfrente de mi padre.
— Cuore — me sonríe y sus profundos ojos oscuros me reparan — visitas a tu padre, que lindo.
— Simplemente venía a ver cómo te pudrías... ¿Como las ratas? ¿Así me dijiste una vez? ¿Que iba a estar bajo tierra como mi madre? — suelto una risa — Que pena que los papeles se hayan invertido, pero déjame contarte algo: El karma es una real mierda que ahora te toca pasar, a ti.
— No te apresuras, debes saber algunas cosas del karma, coure: a quien traiciona lo traicionarán, al que miente le mentiran y a quien es desleal le irá peor, porque las reglas ya están hechas y la verdadera pena es que tú rompiste todas.
— Pensaba que te habías dado cuenta, que reglas no sigo.
— Nunca pensé que una huérfana tenga tantas agallas.
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RAMÉ
RomanceElla era abierta y alegre era diferente y ambiciosa. El era apocado y silencioso, nadie lo veía, el era una sombra. Ella amaba leer y el amaba escribir. Ella fue el poema más hermoso del que él alguna vez escribió. Y el fue el libro más int...