Descalificados

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G A V R E L

¡Quinn! — la tomo de los brazos, para salir por uno de los pasillos.

El haberla sentido, tocado, me transmitió una tranquilidad que no sentía hace mese. El día que me enteré que estaba viva... Nunca voy a poder explicar la sensación que sentí en el pecho al saber que su corazón latía y respiraba.

— Aléjate — empieza a arrastrarse con miedo — Déjame ir, por favor.

Las palabras me hacen replantearme todo esto y la miro a los ojos, cuando caigo en cuenta de que no sabe quien soy <<¿Como?>> Entiendo que Mattia había hecho un buen trabajo, para hacernos pensar que la había matado, pero... ¿como olvidó?

— Soy Oliver, Quinn — la miro tomándole el rostro entre las manos. Sus ojos bicolores me reparan sin expresión alguna.

— No se quien eres... — presiona los ojos — Jack vendrá... — murmura para ella y cuando las palabras llegan a mis oídos es tal la furia que arrasa conmigo, que empiezo a ver todo negro.

La tomo por atrás, con fuerza para que no se suelte y empiezo a acercarme a las escaleras para subir y largarme en el helicóptero. Quinn llora desconsoladamente y tengo que disparar cuando veo un grupo de soldados acercándose por el pasillo. Los derribo y subo las escaleras, donde me encuentro a Mattia, Lorenzo y Andrey luchando.

— ¡Vámonos! — grito avisándole a Andrey que la tengo.

Mattia ve a su hija en mis brazos y arremete contra mi. Una detonación nos hace vibrar y una pared se viene abajo, levantando más humo, que me dificulta ver por donde seguir. El aroma de Quinn me desconcentra y trato de no perder la cordura mientras busco por donde salir.

Lorenzo aparece en mi vista y tengo que soltar a Quinn ya que su tío me lanza una patada que me lanza al suelo. Tomo una ametralladora que le saco a un soldado muerto y descargo el cargador en el pecho del hombre, acabando con su vida <<El underboss: descalificado>>

Como los jefes se encuentra aquí muchos hombres empiezan a subir, y tiran uno de los ventanales que hacia de pared. Los disparos están en todos lados y trato de tomar a Quinn, pero esta desaparece de mi visión. Mis disparos son certeros ya que mando muchos a la otra vida y no en mucho tiempo termino con los suficientes para poder avanzar. Intento hallar a la mujer que amo, pero no la veo y me empiezan a acorralar junto a Andrey.

Mattia está en el suelo con su hermano y mis ojos se cruzan con los de mi padre en el momento que nos acercamos para terminar con su vida también.

— ¡Espera! — grita Quinn cuando preparo el disparo, para terminar con la vida de su padre — No lo maten, por favor.

— Quinn, debemos irnos — cargo el arma y las balas que suelta Quinn contra los soldados míos, nos dejan aun con menos respaldo.

— Lo siento colorada — digo y cuando quiero disparar su tiro me llega primero, me da en la rodilla. Caigo al suelo y mi padre me toma por detrás. Veo a Noor llegar, y tomarla para subirla por las escaleras.

Y vieron ese momento, en el que el corazón les deja de latir por unos segundos, donde todo se paraliza y el grito de alguien desesperado se oye captando la atención de muchos. Bueno, fue ese momento, donde vi el cuerpo de mi hermana caer por las escaleras, con un hueco en la frente. Mattia la había matado.

El grito de mi padre se fundió con el de Quinn y no se de donde saqué fuerzas, pero corrí hacia la colorada. La hija del Boss había muerto y eso significaba que si estábamos en una lucha, lo único que iba a querer mi padre, era ganar la guerra.

Tomo una bazuca que había en el suelo y disparo hacia otra columna que se derriba, permitiéndonos huir. Empiezo a subir las escaleras y los gritos de Quinn me despedazan.

Mi padre subió al helicóptero luego de yo hacerlo con Quinn. Las puertas se cerraron y levantamos vuelo cuando los disparos empezaron a llegar hasta el vehículo. Nos alejamos lo que más pudimos hasta llegar al avión de mi padre que nos devolvería a Rusia.

Quinn ya no trataba de huir, solo lloraba, y de tal manera que no sabía que hacer, no sabía como tocarla ni como  agarrarla. Así que, hice lo que había funcionado muchas veces. La envolví en mis brazos y aunque al comienzo trató de soltarse, no la dejé, no lo hice hasta que empezó a descargarse sobre mi hombro.

Lloró hasta quedarse dormida, y cuando llegamos a Rusia, lo único que hizo fue encerrarse en la habitación que le habían indicado, a llorar.

— Que descanses — dije antes de dejarla en su cuarto — Feliz cumpleaños.

Sus ojos me miraron unos segundos y luego cerró la puerta. En alguna parte de mi, también estaba esperando ese Feliz cumpleaños, de su parte.

Mi padre tampoco hizo nada ese día, solo se fue a su dormitorio y no salió en todo el día. 

Yo no estaba de humor para mucho, así que pasé a ver a Candice y me dormí en su habitación mientras veíamos una película.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora