Nada̸ie es lo que parece.

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Q U I N N

No se cuanto tiempo llevo sentada sollozando contra mis rodillas, la cabeza me pesa y me cuesta mantenerme erguida.

Trato de pararme para poder salir y volver con Courtney, pero la gravedad parece estar más potente que nunca.

Entre tambaleos y tropezones en falso, logro salir del pasillo y ubicarme para volver con quien llegué.

Siento que la cabeza me va a explotar por la cantidad de preguntas que tengo, al final lo único bueno de mi día, fue reencontrarme con Noor, porque con Jack no tengo nada que rescatar.

Salgo de la oscuridad y me guío por unas voces que se sienten desde afuera, las sigo y me percato de que es Ruth con Courtney.

Me acerco a ellas y Ruth es la que me ve primero, me sonríe con... ¿amabilidad? Y luego le avisa a Courtney de que estoy ahí.

Me refriego con fuerza los ojos, para que no se note que estuve llorando y me coloco junto a la señora James que me abraza de costado.

#

No se que hora es, pero el sol está empezando a esconderse tras los edificios de la ciudad.

Me acerco al balcón y a lo lejos puedo ver verde, creo que es una plaza, se ve gente caminando y niños jugando.

Luisa acaba de entrar a la habitación con una bandeja de té. Cuando me ve en el balcón se acerca.

— Permiso — habla — Toqué, pero nadie respondió, por eso pasé .

— No hay problema Lou — le contesto sin dejar de ver las hojas, blancas por la escarcha, de los árboles, sacudirse por la brisa helada de Londres.

— Le traje el té de siempre, luego del almuerzo. Esta vez es de canela, se nos acabó el smoky earl grey.

— Gracias — le contesto volviéndome hacia ella — ¿Te puedo hacer una pregunta?

— Como no señorita, puede hacerme las que quiera.

— Recuerda que no hace falta el señorita cuando estamos solas — le recuerdo — y después... la otra pregunta es... ¿que hay allá? — digo señalando el parque.

— Ese es el parque St. Jame's Park — mira en la dirección de mi dedo — es hermoso, debería decirle a la señora que la lleve en el recorrido que van a hacer mañana.

— Gracias — le sonrío mientras le coloco dos cubitos de azúcar a mi té humeante — ¿quieres sentarte? — le señalo una de las sillas qué hay junto a la mesa.

— No, muchas gracias, pero debo seguir.

— Para la próxima, entonces.

— Permiso — se retira — avíseme si necesita otra cosa.

Yo asiento y me llevo la taza a los labios.
Bebo un sorbo grueso y cuanto menos lo pienso la ciudad se ilumina como si estuviera en una revista.

Miles de lucesitas pintan la noche y justo por detrás del parque se puede ver la rueda gigante que gira todo el día.
No se que es, pero es demasiado alta.

Me termino el té y vuelvo hacia mi habitación, mi rostro se refleja en el espejo y me empiezo a sentir sofocada, con la sensación de que algo no está bien, con la frustración de saber que no voy a volver al orfanato y que tal vez Jack sigue con esa chica.

Abro uno de los cajones de la mesita de luz y saco una cajita de cartón dura con unas florecitas.

La abro y empiezo a sacar todo lo que tiene adentro, cartas, fotos, recortes y papeles escritos con las frases de los libros que me gustaron.

Abajo de todo, una foto del orfanato resalta a la vista, en esta estamos con Noor y Jack jugando al ajedrez, yo nunca pude terminar de entender el juego, por lo que siempre hacía equipo con alguno de ellos dos.

La cara de Noor me hace sonreír cuando festeja la derrota de una torre contraria caída.

La foto fue tornada hace unos años, pero recuerdo que fue unos días después de mi cumpleaños número catorce... el inicio de mi relación con Jack. Él me está mirando con una sonrisa a pesar de haber perdido una ficha de su juego, me está sonriendo como siempre hizo, yo no me doy cuenta porque también estoy festejando con Noor, pero su mirada está fija en mi.

Mi mano se dirige hacia mi cara al sentir algo mojado, una lagrima. La secó rápido y devuelvo todo a la caja sin intenciones de volverla a abrir.

Me calzo unas zapatillas negras que encuentro en el vestidor y me pongo el abrigo que tenía puesto esta mañana.

Bajo las escaleras de dos en dos y llego al Hall con esperanzas de que Jonathan o Courtney estén ahí. Jonathan lo está.

— ¡Quinn! — me dice cuando deja el periódico sobre la mesita, junto al té que acaba de tomar.

— Hola — hablo apresurada.

— ¿Te puedo ayudar en algo?

— ¿Puedo salir? — su expresión cambia y se saca los anteojos que llevaba puesto — A caminar, creo que necesito un poco de aire.

— ¿Sola?

— Si, no quiero ir muy lejos, solo necesito unos minutos para despejarme.

No contesta, parece estar pensando su respuesta.

— Mira... si quieres puedo pedir que te acompañe Louise, pero es peligroso que salgas sola.

— Entiendo, pero si, que me acompañe — no me interesa salir con alguien, pero necesito unos minutos para despejarme, las fotos de arriba me trajeron recuerdos que quiero tratar de despejar durante un rato.

— Louise — dice Jonathan alzando un poco la voz.

— Señor, ¿necesita algo?

— ¿Quieres acompañar a Quinn a dar una vuelta?

— Como no, me pongo el abrigo y salimos — dice volviéndose hacia la parte de servicio.

— Gracias — contesto y me acerco a la puerta a la espera de Lou que está traspasando el umbral.

Ambas salimos de la casa y la brisa helada nos recorre a las dos, Luisa deja salir un gritito ahogado y yo me rio de verla tan abrigada.

Hace frío, pero ella parece que viene del polo norte.

— ¿A donde quiere ir?

— No se..., tu llévame.

— La ciudad es grande..., pero si quiere podemos ir al parque del que me pregunto ¿le parece bien?

— Perfecto.

Caminamos por las manzanas y nos adentramos por algunos techos ya que empezó a caer un poco de nieve.

No estamos a nada de Año Nuevo y definitivamente la ciudad está preparada, hay luces por donde mires y gente en las calles cantando villancicos, es hermoso.

El parque está tranquilo, el lago está lleno de hielo en la superficie y se puede ver cómo algunos pajaritos se paran sobre este.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora